Cuatro médicos que empezaron la residencia en la segunda ola de la pandemia en Granada. Ramón L. Pérez
Los MIR de la pandemia en Granada

«Daba miedo cada vez que entraba un paciente; éramos unos novatos»

Cuatro médicos que acaban de especializarse y ya están trabajando recuerdan cómo fueron los inicios de la residencia en plena segunda ola en la provincia de Granada

Lunes, 28 de octubre 2024, 00:07

Desesperación. Soledad. Miedo. Incertidumbre. Colapso. Aprendizaje. Compañerismo. La segunda ola de la pandemia de coronavirus fue un auténtico cúmulo de sentimientos encontrados en Granada. Lo fue, sobre todo, para los médicos graduados que en septiembre de aquel 2020, en plena segunda ola, se sumergieron en ... las entrañas de los hospitales y centros de salud de la provincia dispuestos a formarse en su especialidad soñada y sin ser realmente conscientes de lo que estaba por llegar. Todos con conocimientos de medicina de libro, pero la mayoría de ellos sin experiencia clínica alguna, se enfrentaron a una tercera ola que se tornaría crítica.

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Lo que empezó siendo algo más parecido a un trabajo administrativo para liberar de carga burocrática a los profesionales con trayectoria que, aunque igualmente preocupados, estaban volcados en cuerpo y alma en salvar vidas derivó en atención a pacientes críticos, soporte en quirófanos saturados y reanimaciones cardiovasculares en la puerta de Urgencias que acabaron en muerte. Experiencias terribles que requerían mucha sangre fría a quienes acababan de estrenarse en la versión más cruda del sistema sanitario público de este país.

Este mes de octubre, 181 médicos han dado por finalizado su periodo de formación como internos residentes en la sanidad granadina. Cuatro de estos nuevos especialistas, que ya están trabajando aunque con contratos de más o menos duración, recuerdan con IDEAL cómo vivieron aquellos turbulentos inicios que nunca olvidarán: «Daba miedo cada vez que entraba un paciente; éramos unos novatos».

«Fue una experiencia muy fría de lo que iba a ser mi futuro laboral»

Victoria Pachón Hospital de Baza

«Fue una experiencia muy fría de lo que iba a ser mi futuro laboral»

Ejercer la medicina en Granada no entraba en los planes de Victoria Pachón, natural de Zújar, comarca de Baza. Estudió la carrera y preparó el examen del MIR fuera, pero en enero de 2020 volvió «casi obligada» por el covid. Aprobó el examen y empezó a trabajar en el centro de salud de su pueblo sin la especialidad adjudicada. Estaba «muy nerviosa». «De repente, tienes una consulta para ti, desierta. No sabíamos si el que se iba a presentar tenía algo, si iba a pasarte algo a ti o a tu familia. Fue una experiencia muy fría de lo que iba a ser mi futuro laboral», admite.

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«El comienzo fue muy duro y frío. Te encontrabas sola siempre»

Victoria Pachón

Hospital de Baza

Consciente de que atender al paciente enfermo era su labor, sintió «casi miedo» cuando entraba alguno. Por precaución, en casa se quitaba la ropa, se desinfectaba y se encerraba en su habitación. Necesitaba apoyo familiar, sí, pero tenía «tanto miedo en el cuerpo» que se pasaba los días viendo películas. En la primera y en la segunda ola no hubo casi avisos en Andalucía, pero en la tercera fue «terrible». Recuerda que hizo un grupo de WhatsApp con otras dos chicas en su misma situación para preguntarse dudas y ayudarse. Lo llamaron 'Médicas en apuros'.

Con especial cariño recuerda a pacientes que atendió a domicilio. «Nos hacían ver que les habíamos ayudado, que habíamos hecho un buen diagnóstico. Te daban las gracias, te decían: ánimo, valiente», comparte emocionada. Pero también se culpabilizó al enfermo y «eso manifestó lo poco empáticos que somos a veces con el vecino». Por todas esas vivencias, Victoria, que a sus 31 años ya está trabajando como médico de familia y comunitario en la puerta de Urgencias del hospital de Baza, siente que ha exprimido su formación «al máximo».

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«No estábamos en las condiciones de ser formados»

Pepe Tortosa Centro de salud Zaidín Sur

«No estábamos en las condiciones de ser formados»

A diferencia de Victoria, Pepe Tortosa hizo la residencia como médico de cabecera en atención primaria, en el centro de salud Zaidí­n Sur, en la capital. Aterrizó en el Clínico San Cecilio, su hospital de referencia, «completamente colapsado». Los profesionales estaban «agotados» por todo lo vivido los meses anteriores y que estaba empezando de nuevo con la segunda ola. Agendas saturadas y personal que no sabí­a por dónde meterle mano a la pandemia «repercutieron en la formación». «No estábamos en las condiciones de ser formados por aquellos que tienen que hacerse cargo de nosotros», apunta.

No se dieron las condiciones para ver toda clase de patologías porque la situación era extrema. De hecho, Pepe manejaba el ordenador «y poco más» hasta que en una guardia un residente mayor le dijo: «Vente conmigo. Échame una mano en la zona covid». Fue «terrible», subraya el joven, ver la desesperación de los compañeros, «que no se podía hacer más, que no habí­a manos de médico ni enfermeras auxiliares para tantas personas que lo necesitaban en ese momento».

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«Siempre recordaré una guardia en plena segunda ola. Se notaba la desesperación»

Pepe Tortosa

Centro de salud Zaidín Sur

A pesar de haber sido una experiencia abrumadora, hacer la residencia en plena pandemia le ha dado las herramientas para que hoy se sienta «seguro» y «contento» al frente del consultorio rural de Zagra, que depende del centro de salud de Loja. «Aquí me estoy dando cuenta de que no todo en medicina son artilugios, especialidades, avances... También es estar tú, tu compañera enfermera y los recursos que hay allí«, advierte­. Aunque sea un sitio pequeño, es posible «hacer mucha medicina». Hay que responder a las demandas de la población.

«Intentamos reanimar a una paciente, pero falleció. Después, supimos que tenía covid»

Elena Luque de Haro Hospital Santa Ana de Motril

«Intentamos reanimar a una paciente, pero falleció. Después, supimos que tenía covid»

La Costa Tropical ha sido la casa de Elena Luque de Haro durante sus cuatro años de formación. Esta joven se ha especializado en Medicina Familiar y Comunitaria en el Hospital Santa Ana de Motril, donde ha tenido que enfrentarse a algunos de los momentos más duros de su vida. ¿Uno de los más señalados? Cuando llegó una paciente en muy mal estado a la puerta de Urgencias, con pérdida de conciencia y muy cercana a la muerte.

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Todos los profesionales, Elena incluida, se echaron encima de la mujer para iniciar la reanimación cardiopulmonar, que estaba en paro cardi­aco. «En ese momento, no te planteas si tiene covid o no. Intentamos reanimarla, pero falleció. Después, las compañeras de Enfermería le hicieron la prueba del covid y dio positivo», indica. Todo el equipo había estado a su alrededor, se podían haber contagiado. «Nos agobiamos y nos asustamos mucho», admite Elena, que acababa de empezar como residente.

«Vivía con mi novio, que también es sanitario. Cuando no se llevaba un susto uno, se lo llevaba el otro»

Elena Luque de Haro

Hospital Santa Ana de Motril

Entre la responsabilidad, el miedo y el aprendizaje, «porque sales de la carrera con experiencia laboral ninguna», esta joven granadina intentó aprender el máximo posible de los compañeros mayores, de los tutores, de los adjuntos y de otros residentes. La situación era «muy complicada» y hubo «muy poco tiempo» para la docencia y para poder explicar ciertas cuestiones, pero nada de eso ha impedido que, actualmente, Elena trabaje como médico de familia en el centro de salud Zaidín Sur. Por fin.

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«Ver cómo gente joven perdía la vida era devastador, pero no hemos aprendido nada»

Abraham Valdivia Hospital Universitario Virgen de las Nieves

«Ver cómo gente joven perdía la vida era devastador, pero no hemos aprendido nada»

Abraham Valdivia estudió el Grado de Medicina en la Universidad de Granada y se ha especializado en Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor en el hospital Virgen de las Nieves. Para él, el aterrizaje fue «caótico». Covid «a tope». Aunque había trabajado previamente en centros de salud de los Montes Orientales cubriendo bajas y vacaciones, sus tareas eran principalmente administrativas. La pandemia ha sido «un aprendizaje en todos los sentidos para todas las profesiones». «Ver cómo gente joven perdía la vida era devastador, pero se ha olvidado, no hemos aprendido nada», lamenta este joven, que entonces era el último eslabón.

«No había camas para atender a más enfermos. Fue muy difícil»

Abraham Valdivia

Hospital Universitario Virgen de las Nieves

Cuando no se podía hacer nada por salvar una vida, le motivaba seguir formándose «por si hubiera la más mínima posibilidad de estar a la vanguardia». «Algo así no te lo llevas a casa un día, te lo llevas durante varias semanas», afirma. Pero hubo momentos buenos. El mejor, sus compañeros y el apoyo de la sociedad al colectivo sanitario. Eso sí, «somos los mismos que hace cuatro años», recalca, consciente de las actuales faltas de respeto. «Si donde tiene que haber diez médicos hay cinco es evidente que la atención no va a ser tan ágil», expresa.

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Más allá de lo vivido, este 2024 Abraham cierra el círculo en Granada. El 24 de septiembre acabó la residencia y el 25 empezó a ejercer. ¿Dónde? En el Virgen de las Nieves. Tenía contrato apalabrado en otro sitio, pero dos compañeros se fueron y se lo ofrecieron a última hora. Se iba a ir «sabiendo que faltaba gente» en un hospital grande que «te permite hiperespecializarte». «Poder trabajar donde me he formado es como si me hubiese tocado la lotería».

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