![Las cinco agentes de la Policía Nacional posan en la Jefatura Superior.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/03/10/2024-03-05%20policia-16-kvKG-U2101734807209eEI-1200x840@Ideal.jpg)
![Las cinco agentes de la Policía Nacional posan en la Jefatura Superior.](https://s2.ppllstatics.com/ideal/www/multimedia/2024/03/10/2024-03-05%20policia-16-kvKG-U2101734807209eEI-1200x840@Ideal.jpg)
Mujeres en la Policía Nacional de Granada
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Mujeres en la Policía Nacional de Granada
«No entré aquí para demostrar nada, vine a trabajar»Granada, 8 de marzo de 1984. Primer día de Inma como policía nacional. Venía «a trabajar, no a demostrar nada», pero, sin saberlo, estaba abriendo camino. Ella fue la primera mujer del cuerpo en Granada. Ahora, ya jubilada, mira hacia atrás y valora el camino recorrido. Y qué camino. Con motivo del bicentenario de la Policía, reunimos a Inma y otras cuatro mujeres que se han incorporado después. Se sienten respaldadas por sus compañeros, creen que el techo de cristal ya se ha roto y, ante faltas de respeto puntuales de ciudadanos que las miran por encima del hombro… caso omiso y a seguir.
Seguridad Ciudadana Lola Martín
Lola Martín no sabe de dónde le viene semejante vocación -nadie en su familia se dedica a ello-, pero con 24 años cumplió su sueño de ser policía nacional. «Te cambia la vida», confiesa emocionada. Siempre ha formado parte del área de Seguridad Ciudadana y, a corto plazo, así seguirá siendo. «Me gusta el sentido de equipo, que cada uno aporte lo mejor de sí mismo. No todos tenemos el 100% de las cualidades, así que nos complementamos», detalla.
En la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) la inmensa mayoría son hombres, solo hay dos mujeres. Insiste en que no ha vivido situaciones de machismo y mucho menos de parte de compañeros. «Es cierto que a veces han intentado protegerme, pero más bien por cariño, prefieren recibir ellos un golpe antes de que me caiga a mí», argumenta. Lleva años tratando a diario con la ciudadanía y nunca se ha sentido menospreciada. «Tampoco he dado pie a que me discriminen, por mi carácter no he dejado ese margen», añade. Lo que sí denuncia es la falta de chalecos antitrauma -que protegen de los golpes- adaptados a la fisionomía de las mujeres. A día de hoy solo reciben chalecos antibalas de sus tallas.
En lo que sí ayuda ser mujer es en el trato con mujeres víctimas de agresiones sexuales o violencia de género, por ejemplo, que suelen empatizar más con ellas. También ocurre con los niños. «Lo más difícil de llevar son los casos de violaciones a menores. Tienes que sacar toda la psicología que tienes y más para llegar a ellos», manifiesta. En el plano más emotivo, aún recuerda una visita a un colegio en el que un alumno de corta edad la llamó «mamá policía». «Al ver a una mujer fue lo primero que asemejó», cuenta entre risas.
Policía Judicial Keka
La conocen como Keka desde la época en la que formaba parte de la Brigada de Información que perseguía a ETA en el País Vasco. De hecho, desarticularon el comando terrorista de Álava, pudiendo coger al número de la organización en ese momento. Ahora da lo mejor de sí misma en Policía Judicial, concretamente en el grupo de Estupefacientes, donde es imposible aburrirse. «La investigación es laboriosa y nada rutinaria. Cuando ves los resultados te llena de satisfacción», admite.
Forma parte de un equipo humano en el que cada uno suma. «Hay que pasar desapercibido, tener un sexto sentido y algo de picaresca. Aquí no hay distinción si eres mujer, hombre, más joven o más mayor. El trabajo de todos es fundamental y estoy muy orgullosa de mis compañeros», insiste Keka, que pone en valor también la labor del área de prensa, que da a conocer el esfuerzo realizado.
Por último, ha comprobado como «el techo de cristal ya se ha roto» y las mujeres alcanzan puestos de responsabilidad, al igual que los hombres. «Tenemos una jefa de grupo, una inspectora jefa, una comisaria… En Policía Judicial no hay límites para nosotras», agrega.
Zona de gestión Anónima
La palabra 'conciliación' sonaba a chino en la mayoría de empresas hace unos años. Por suerte, combinar trabajo y crianza es cada vez más factible, aunque aún quede camino por recorrer. En este punto está nuestra tercera protagonista, cuyo nombre prefiere no revelar. Tras pasar por diversas áreas, ahora está en una zona de gestión, ocupada de suministrar material de oficina o vestuario, por ejemplo. Disfruta de una adaptación laboral por sus circunstancias personales, ya que forma junto a su hija -que padece discapacidad- una familia monoparental.
«Haces de padre y madre a la vez y a veces se necesita ayuda para llevarlo todo adelante. No era lo que buscaba, porque yo soy más operativa, pero las circunstancias familiares mandan y aquí me ha facilitado las cosas en este sentido», explica. Un cuerpo como la Policía Nacional ofrece tantas opciones que es más fácil encontrar el lugar idóneo. «La mujer que quiera entrar va a tener las mismas oportunidades que un hombre, así que las animo a que vayan a por ello. Como si quieren llegar a los GEO, es muy complicado, pero nada es imposible», asegura. Siempre se ha sentido arropada por sus compañeros, y ante los comentarios negativos de algún que otro ciudadano maleducado, lo tiene claro: «como el que oye llover».
Policía en segunda actividad Inma
Inma fue la primera policía nacional que trabajó en Granada. Cuando camina por la jefatura, todos la saludan. Es un referente. Ella, sin embargo, no tuvo ninguno. «Fuimos abriendo camino», admite. Realizó las mismas pruebas físicas que los hombres para acceder, los primeros uniformes que usaba eran masculinos y no tenía vestuario. «Me cambiaba en el hueco del ascensor, esperando que no se cayera. Las mujeres entraron a la Policía y después se dieron cuenta de que estábamos dentro», cuenta con una sonrisa.
Vivió situaciones de todo tipo. Compañeros que no querían ir con ellas, otros que sí, mujeres que criticaban que trabajaran con sus maridos… pero ella siguió su camino sin oírles. «No entré aquí para demostrar nada por ser mujer, vine a trabajar», sentencia Inma, que aún sigue siendo 'la niña' para muchos, el apodo con el que se dirigían a ella sus compañeros cariñosamente.
Las pruebas físicas a día de hoy son diferentes para hombres y mujeres, pero en su caso fueron las mismas. Con la situación actual, Inma cree que la integración de las féminas es ya plena. «No quiero que en todos los discursos se diga que hay pocas mujeres, ahora tenemos las mismas oportunidades. Deben entrar los mejores», manifiesta.
Secretaría Paqui
Paqui siempre quiso ser policía. «Era eso o militar, pero sabía que jamás me quedaría en casa», explica. A lo largo de su carrera ha pasado por Seguridad Ciudadana, Extranjería o Seguridad Judicial, áreas en las que ha descubierto que tomó la decisión correcta. «No cambiaría mi profesión por nada. Lo volvería hacer, es una profesión muy gratificante», asegura. Es la mujer más veterana en activo en Granada. Ahora está en la secretaría, donde se encarga de gestionar vestuario, facturas, nóminas o dietas. Las otras entrevistadas la miran y coinciden: «qué importante es esta labor».
Efectivamente, la Policía es mucho más que patrullar calles. «La mía es quizás la parte más invisible», añade. Cada etapa de la vida es especial y ella, sin duda, es feliz en el lugar que ahora ocupa. Y precisamente eso es lo que le desea a todas las que aspiran a entrar en la siguiente promoción; que no pierdan la ilusión y disfruten de las oportunidades que le brinde este trabajo. «Les diría que luchen y que vayan a por los ascensos, porque si están cualificadas pueden llegar a cualquier puesto de trabajo», concluye Paqui con una sonrisa de oreja a oreja.
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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