Luismi Cámara
Jueves, 4 de septiembre 2014, 21:31
El partido con el que España va a cerrar la primera fase de la Copa del Mundo en Granada, antes de que el sábado comiencen los partidos de octavos de final, en los que ya no existe el mañana sin victoria, va a hacer que los hombres de Juan Antonio Orenga se reencuentren con uno de los recuerdos más amargos por los que ha pasado esta exitosa y brillante selección. La única vez que La Roja se ha bajado del podio en una competición internacional desde que en 2006 se lograra el hito más importante de la historia del baloncesto español fue hace cuatro años, en el Mundial de Turquía, cuando Milos Teodosic anotó uno de los triples más recordados de los aficionados por su espectacularidad y trascendencia. El genio serbio cogió el balón cuando el marcador señalaba empate a 89. En un cambio de defensor tras un bloqueo directo, quedó emparejado con Jorge Garbajosa, que se plantó delante de la línea de tres frente al base. Teodosic encaró entonces al poste de Torrejón de Ardoz y, cuando todos pensaban que se acercaría a la canasta, se plantó a ocho metros del aro y lanzó un tiro mágico que daba el pase a los balcánicos.
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El actual jugador del CSKA de Moscú (entonces militaba en Olympiacos) lo celebró con contención, como si hubiera hecho algo sin demasiado mérito. Y es que Teodosic es así. Su expresión corporal no transmite precisamente tensión. Sobre la cancha, navega entre demostraciones de superclase y un semblante que se acerca más a la apatía, la indolencia y la desidia que a la energía y el compromiso.
Pero que nadie se engañe, el director de juego serbio es un líder de gatillo fácil, visión de juego espectacular y excelente pase. Es el cabecilla de un equipo que acumula talento pese a las bajas pero que no acaba de funcionar con la regularidad esperada. Nenad Krstic está muy tocado de la rodilla y se nota la ausencia del alero de Golden State Warriors Nemanja Nedovic, pero Bjelica, Raduljica o Bgdanovic tienen bastante más capacidad que la que han mostrado hasta el momento en el Mundial.
Sin embargo, Serbia es el rival que nadie quiere en un cruce. Como en 2010 le pasó a España, puede ser el caramelo envenenado del duelo de octavos para el líder del Grupo B ya que, hasta el momento, sólo ha ganado a Irán y Egipto, cediendo ante Francia y Brasil. Eso sí, contra los galos perdió por un tiro libre en el último segundo en una falta que no existió y frente a los sudamericanos mostraron arrojo para remontar 18 puntos en contra pero acabó cediendo cuando mejor lo tenía (73-81).
Líder del banquillo
Si Teodosic tira del carro sobre la pista, en el banquillo manda Sasha Djordjevic, otro de los grandes bases de la historia y viejo conocido de la afición española. El exjugador de Real Madrid y Barça tomó las riendas de la selección de su país en las pasadas navidades y no ha tenido un plácido camino para preparar la Copa del Mundo. A las lesiones de hombres importantes se sumó durante la preparación la bronca con el alero Vladimir Micov al que echó del equipo tras una fuerte discusión y en la que el jugador acabó tirando una toalla al técnico.
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La corta carrera de Micov en la selección ha finalizado. En el momento en el que ha lanzando la toalla, he decidido dejar de contar con él, explicó Djordjevic, que recordó al expulsado que esta camiseta ha sido utilizada por nombres más grandes e importantes que el suyo. Este es el orgullo serbio, el que unido al talento que siempre ha caracterizado a este país le convierte en un rival temible pero al que España puede dejar tocado y malherido para Madrid.
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