Flechas para jugar con el tiempo

A Francisco nunca le asustaron los retos. Por eso siempre ejerció el deporte que le apasiona, el tiro con arco, compitiendo ante rivales sin ninguna lesión física. Él, que tiene una poliomielitis que afecta a su movilidad en ambas piernas, decidió un día paladear la dulce sensación que te embriaga cuando allá en lo más alto del podio cuelgan de tu cuello la medalla que le fue arrebatada a un rival sin alguna discapacidad en una gran final.

Solo dos dedos sujetan el culatín para que la pupila se clave en el amarillo. Los pulmones se cobran el aire que necesitan y entonces se acaricia el gatillo. En este punto, cuando apenas la flecha acaba de abandonar el arco, el tirador ya ha ganado la estabilidad que le concede la fuerza de sus dos piernas. En cambio, si tu movilidad se ve reducida por una lesión como la de Francisco, puedes equilibrar mínimamente la balanza utilizando un taburete como punto de apoyo. «A alguno le he escuchado decir que tenemos ventaja por esto, pero no es así, a mi me cuesta más buscar mi punto de gravedad, encuentro más inestabilidad que alguien que se apoya en sus dos piernas», explica Francisco.

Cuenta el de Benalúa que lo suyo con el arco ha sido el reencuentro de una relación perdida tras una lesión en su brazo derecho. Aunque hace un cuarto de siglo que comenzó a practicar este deporte de precisión absoluta, sufrió una dolencia en su tríceps que lo mantuvo alejado de las dianas durante 9 años. Lo retomó en 2011, pero lo hizo como quien nunca antes había sostenido un arco. «Empecé con uno básico y poco más tarde me volví a pasar al compuesto», recuerda.

Esta nueva etapa la afrontó desde otro punto de vista. Más veterano, más sabio, Francisco se dejó aconsejar por una amiga que lo animó a vérselas algún día en el camino de unos Juegos Paralímpicos. Corría el 2011 y aunque el poso deportivo era óptimo, la premura por conseguir las mínimas oficiales y poner en orden la documentación que exige la RFETA, acabó por posponer su cita con unas Paralimpiadas. Por eso el objetivo viajó de Londres a Río.

Pero cruzar el charco en septiembre requiere de ir aprobando exámenes sucesivos. El primero lo pasó con nota en enero, en la concentración en el CARD de Sierra Nevada llevada a cabo por la Real Federación Española de Tiro con Arco. El segundo tendrá lugar en marzo en el mismo escenario. Serán 72 flechas, dos tiradas de 36, para conseguir un mínimo de 676 puntos. Es decir, al menos 3 dieces y otros tantos nueves, desde los 50 metros. «Si lo consigo, acudiré con la selección española al Campeonato de Europa, donde el oro consigue plaza directa para Río. Si no hay suerte, tenemos una segunda oportunidad». Esta será en el abierto internacional de la República Checa, en el que estarán en juego el resto de plazas tanto individuales como por equipos.

Más que una pasión

Sabe Francisco Payán que el tiempo es intransigente con su dolencia y que en el futuro deberá ayudarse de una silla de ruedas para moverse. Luchar, por retrasar todo lo posible este día es lo que da fuerzas a este contable de profesión para privarse del descanso de la tarde y entrenar de tres a cinco, antes de volver a la oficina. «Luego, si tengo ganas y el cuerpo me lo pide, vuelvo a entrenar a las ocho, cuando acabo mi jornada». Esto, sumado a las 14 horas que le dedica cada fin de semana, hace del tiro con arco algo más que una pasión. Una herramienta para afrontar los retos de la vida.

Porque a sus 55 años, Francisco Payán González quiere acudir a sus primeras Paraolimpiadas. Pocas personas pueden proponerse un reto tan significativo. Pocos como él son capaces de jugar con el tiempo, «si no fuera por el tiro con arco, ya estaría en una silla de ruedas. Y eso es algo que voy a seguir retrasando los años que pueda», asegura.