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I. GALLASTEGUI
GRANADA
Jueves, 14 de noviembre 2024, 00:09
Ana (nombre ficticio) es madre de una niña de 4 años diagnosticada de diabetes tipo 1 hace dos. La pequeña lleva un sensor de glucosa y una bomba de insulina y cuenta con el apoyo de su centro de salud y del colegio, pero esta ... madre soltera tiene que estar las 24 horas del día pendiente de su hija: el sensor falla, la niña se quita el catéter de la bomba, el azúcar se descompensa, la enfermera no puede acudir un día al colegio para regular la bomba en función de los carbohidratos de cada comida o el menú especial del cáterin falla. Además, debe acudir a dos consultas hospitalarias mensuales fijas y hacer frente a las complicaciones: por ejemplo, la chiquilla acaba de ser operada de un quiste. Su único apoyo familiar es su madre, que solo puede hacerse cargo los sábados.
La cafetería en la que esta granadina trabajaba como camarera, muy cercana al colegio, la ha despedido dos veces. La primera vez, poco después del debut de su hija, ni siquiera denunció a la empresa, que un año después accedió a contratarla conociendo ya sus limitaciones. Sin embargo, a los pocos meses su jefe la mandó a trabajar a otro local donde estaba sola y sus obligadas ausencias para atender a la niña cuando se desestabilizaba perturbaban la marcha del negocio.
Ana, miembro de la asociación Familias Dulces, decidió entonces pedir la reducción de jornada y el subsidio por cuidado de menores enfermos (CUME), que le permitía reducir su jornada en un 99% y cobrar su salario con un coste mínimo para el empresario, ya que la Seguridad Social y la mutua se hacían cargo de los gastos. La empresa volvió a despedirla, pero en esta ocasión Ana sí denunció. Un juzgado le ha dado la razón y obliga al empresario a readmitirla. La sentencia no ha sido recurrida y está pendiente de ejecución.
Ahora Ana limpia casas «en B», pero se sigue ausentando cuando su hija lo necesita. Cobra 480 euros del subsidio del paro y 180 de la dependencia.
«No voy a encontrar trabajo en ningún sitio. Hasta que la niña sea más autónoma y sepa manejar ella sola la bomba, es imposible», lamenta Ana, que comprende la actitud de las empresas reacias a contratar a un trabajador con tantos problemas. «Mucha gente cree que la diabetes significa que no puedes comer azúcar y poco más, pero no es así. Cuando te toca un niño con diabetes tienes que hacer un máster para que no acabe en el hospital», afirma.
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