SERGIO GONZÁLEZ HUESO
Domingo, 26 de diciembre 2021, 23:50
Salud lleva 365 días salvando vidas. Sus trabajadores lo hacen a diario con la asistencia sanitaria, pero también a base de inmunizar a la gente con los sueros covid. Parece que fue ayer, pero ha pasado un año desde que se administró en Granada la ... primera dosis. Fue un acto sencillo y en el que nadie se imaginaba que tan solo doce meses después estaría inmunizada el 85% de la población.
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Más de 1,6 millones de vacunas después, hoy suena rara la música de los primeros días. El 27 de diciembre de 2020 comenzó la campaña en la residencia de mayores Fray Leopoldo de la capital. Y a partir de ahí se dio el pistoletazo de salida a un proceso que ha tenido siempre que enfrentarse a infinitud de dificultades. Sobre todo en sus inicios. Se quería ir lo más rápido posible, pero los envíos comprometidos no llegaban. De ahí que los primeros compases se dieran a trancas y barrancas. Pese a ello, a mediados de febrero se pudo contar que el virus se había erradicado por completo de los centros residenciales. Su espacio había sido sustituido por unos mayores que recuperaban su vitalidad gracias a los sueros, los que por entonces también ya habían sido administrado a los sanitarios. Protegidos los más frágiles y los más valiosos por su trabajo, se continuó con el resto de profesionales esenciales.
Los primeros fueron los docentes. Eran 10.000 personas, ya una cifra enorme que requirió una operativa especial. Fue entonces cuando se puso en marcha la primera gran sede de vacunación masiva. Las imágenes que se veían en países como Estados Unidos por fin se repetían por aquí, por ejemplo en Armilla, donde se abrieron las puertas de la Feria de Muestras, de Fermasa, para que la campaña pudiera poner, nunca mejor dicho, el pie en el acelerador. Pues se vacunaba sin bajarse del coche. El objetivo del distrito Granada-Metropolitano era poner seis vacunas al minuto. 1.500 por turno. Sonaba loco, per se logró. A partir de entonces por allí comenzaron a pasar los colectivos profesionales y la población general, que fue inmunizándose de mayor a menor.
En aquellas fechas ya se contaba con cuatro tipos de vacuna. Entre ellas, AstraZeneca, que dio muchos problemas a la autoridad sanitaria. Incluso Fermasa tuvo que cerrar unos días cuando empezó a hablarse de la relación entre la vacuna de la Universidad de Oxford y una serie de episodios trombóticos entre personas menores de 55 años. Tras estudios de su composición, cambios de timón o suspensiones de última hora que lo retrasaron todo, el proceso encaró el final de la primavera con la ilusión puesta en la llegada masiva de dosis por primera vez en toda la campaña. Quedaba aún mucho por delante, pero los datos estaban mejorando. Lo que animaba a seguir. Las vacunas ya protegían a los más débiles y las muertes llegaban, pero en menor medida. Y en junio explotó la campaña.
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