Fuego en Granada el día de Reyes
«Le dije a los niños que el incendio era un juego y vendría un superhéroe, el bombero»Secciones
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Fuego en Granada el día de Reyes
«Le dije a los niños que el incendio era un juego y vendría un superhéroe, el bombero»Dos regalos permanecen envueltos sobre la mesa del salón, algo inusual si tenemos en cuenta que los Reyes Magos vinieron hace ya dos días. Alrededor hay tirados cristales, restos de una ventana que se quebró por el fuego. El 6 de enero trajo un regalo envenenado a los vecinos de un bloque situado en la calle Ribera del Beiro de Granada, junto al camino de Alfacar. Esa tarde, varios niños, en vez de preocuparse por abrir los presentes que llegaron a última hora, escucharon una historia ficticia para mantenerles distraídos. El humo entraba por debajo de la puerta. Tosían y lloraban. «Pronto viene el superhéroe, el bombero», les decían. Afortunadamente, llegó.
En el suceso, adelantado por IDEAL, una decena de personas se vieron afectadas por inhalación de humo y tres de ellas tuvieron que ser trasladadas al Hospital Virgen de las Nieves. Podía haber acabado mucho peor. Cuando la inquilina del piso en el que se originó el fuego consiguió salir, ya había devorado buena parte de la vivienda, que finalmente quedó calcinada. Además, al iniciarse en un segundo piso, el humo subió con fuerza por el hueco de la escalera, dejando atrapadas a todas las familias que las viviendas de encima.
IDEAL se desplazó este martes al edificio perjudicado. Los vecinos aún tienen el susto metido en el cuerpo. «La inquilina del piso incendiado se estaba echando un tinte en el baño, tenemos aún restos del tinte en las manos de salir con ella para fuera. Todo estaba negro, no podíamos ver», señalan dos vecinas. La primera declaración de los moradores de ese piso es que el origen estuvo en un brasero, un extremo que tendrá que confirmar la Policía Nacional, que aún no ha entrado al edificio. Será la Brigada Provincial de Policía Científica la encargada de analizar el domicilio en los próximos días. El protocolo de seguridad establece que, tras un incendio, hay que esperar un tiempo determinado para acceder.
Julio César Echevarría, natural de El Salvador, vive junto a su mujer, su cuñada, hijos y sobrinos en el tercer piso. Una de las niñas, de siete años, fue la que alertó del fuego al mirar por la ventana. «Todas tienen rejas, las llamas avanzaban y esto era una cárcel», recuerda. La rápida actuación de Julio César permitió que el fuego no entrase en la casa. Pensaron en abrir la puerta, pero al final cambiaron de opinión, y menos mal. El humo se habría metido como un monstruo. Aún así, por debajo de la puerta iba llegando el olor y cada vez era más difícil respirar. «Les dije a todos que agarrasen sus documentos y nos refugiamos en el último cuarto con los tres niños, de nueve, siete y dos años. Mi hijo mayor retiró los sofás, abrió la puerta del dormitorio y tiró al salón calderos con agua, lo que evitó que se quemara el salón», rememora con el corazón en un puño.
Era una cárcel. La persiana del cuarto comenzó a arder y el cristal de la ventana se quebró. Julio César intentó romper las rejas. Golpeó con un martillo con todas sus fuerzas, sin éxito. «Me tocó tirarme al suelo con los niños y les dije que era un juego, que estábamos en una película y que íbamos a salir de eso. Un bombero, el superhéroe, iba a venir a rescatarnos. El niño que tiene nueve años es el más sensible. Lloraba y gritaba, decía que se iba a morir. Fue muy duro», asegura. En la habitación, un día después, descansa en el suelo el martillo al que le confió su suerte.
Y los superhéroes llegaron. Bomberos de Granada instalaron ventiladores para sacar el humo y poder entrar a por ellos. «Si tardan 10 minutos más se me mueren los niños, porque ya no soportábamos el humo, se había metido en el cuarto. Los pequeños estaban muy asustados, pero salieron con cara de felicidad al ver que nos habían salvado. Hemos vuelto a nacer», declaró el afectado. Según su testimonio, les salvaron tres factores: los Bomberos, la precaución y la valentía de su hijo mayor. Por supuesto, su actitud calmada en un momento crítico fue decisiva. «Hay que tener un temperamento de acero para calmar a los niños», admite. La ventana está destrozada y el olor a quemado invade el lugar, pero están sanos. Y ayer quedaban regalos de Reyes por abrir, una recompensa para unos niños que vivieron un infierno inmerecido.
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