–Con las primarias se abre un nuevo ciclo en todos los términos. Tampoco debemos tener ningún miedo a reconocer nuestros errores. En mis 30 años de vida pública no he ido a declarar ... ni una sola vez ni como testigo. A Juan Espadas le sucede lo mismo, es imposible encontrarle un herido en su armario.
–¿Qué ha hecho mal Susana Díaz para dilapidar tanto poder en tan poco tiempo?
–Susana, que tiene unas enormes cualidades políticas, es como el anuncio ese de potencia sin control. La obligación de un político es leer la realidad. Cuando llevaba un tiempo en la Junta entendió que su principal tarea era abordar la secretaría general federal. Estuve en eso y luego me di cuenta de mi error, tarde.
–Pero usted la votó.
–Sí. Ahí hubo una lectura errónea de la realidad. La base de apoyos no era la que parecía. Es como si saltas de un balcón pensando que caerás en el suelo y en lugar del primero estás en el quinto.
–¿Los que estabais en el entorno le diríais que podía saltar?
–Al revés. Los que manejaban la información nos dijeron que se podía saltar. El primer error tuvo unas consecuencias todavía no resueltas, y es que el PSOE de Andalucía, que ha sido columna vertebral en la tradición del PSOE, es un partido periférico. Por primera vez, el PSOE de Andalucía salió fuera del PSOE federal. El segundo error fue la convocatoria de las elecciones. Ahí empecé a discrepar. Corríamos para tener sed. Lo mismo que el primer adelanto fue un éxito porque frenó a Podemos, el segundo no lo veía claro. Ella fue a Madrid, no la votaron, y después dijo que lo primero era Andalucía… Aquí, el que menos, ha leído un libro y la gente nos toma la matrícula. Se convocaron unas elecciones en un momento en que no había obligación. Protegernos en que ganamos es absurdo porque lo que cuenta es quien gobierna. Lo dije desde el primer día, otra victoria como esta y estamos perdidos. Y el tercer error: no leyó que hay que asumir responsabilidades políticas; sobre todo, cuando los hechos que suceden bajo tu responsabilidad no habían sucedido antes.
–¿Cree que debió dimitir el 2 de diciembre de 2018?
–Sin duda. Hubiéramos ganado algo. Yo hubiera hecho lo que Almunia, no me habría refugiado en que había ganado las elecciones. Felipe González se fue después de perder. Y, por último, hizo una lectura equivocada de las primarias. Planteó una campaña para ganarle a Juan Espadas y Juan Espadas hizo una campaña para ganarle a Juanma Moreno. Y el militante lo leyó correctamente.
–¿Cómo ha visto la crisis del Ayuntamiento de Granada?
–Estoy estupefacto. Si no tiene mayores consecuencias quizás sea porque, con la pandemia, la sociedad ha puesto en segundo plano a esta compañía de bufones. Si quieren sobrevivir con dignidad, sus partidos deberían decir que no volverán a presentar a ninguno. Lo que ha ocurrido ahora debió pasar en 2019, nos habríamos ahorrado que la ciudad de Granada hubiera sido protagonista de la peor campaña de imagen a nivel nacional que ha tenido nunca.
–¿Esto es la nueva política?
–No solo la nueva política. ¿Puede haber algo menos decente en un partido democrático que ponga a un candidato que no quiere que gane? ¿Qué explicación le dan a los votantes del PP si pusieron a un candidato [Sebastián Pérez] que no querían que fuese alcalde? Estamos pagando las consecuencias de algunos personajes de la derecha. Mientras en Granada algunos de los dirigentes más relevantes de la política local del PP pasean por los juzgados, los del PP de Málaga pasean por los museos. Los ciudadanos de Granada fueron tan inteligentes que no querían que Luis Salvador fuera su alcalde y por eso le dieron cuatro concejales y no 24 o 14.