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Romera defiende que la imaginación y la emoción siempre ganan a la razón
«Cada docente debe tomar conciencia de la profesión que ha elegido y su trascendencia»

«Cada docente debe tomar conciencia de la profesión que ha elegido y su trascendencia»

Mar Romera. Pedagoga y Psicopedagoga ·

Autora de veinte libros, da nombre a un colegio y cree que ha llegado el momento de decir «basta» a un sistema de enseñanza obsoleto que no piensa en la infancia

Andrea G. Parra

Granada

Miércoles, 9 de diciembre 2020, 00:22

«Soy de Granada, vivo en Granada; amo Granada». Mar Romera, pedagoga y psicopedagoga, menciona su tierra repetidamente. Es presidenta de la Asociación pedagógica Francesco Tonucci y autora del modelo pedagógico 'Educar con tres ces: capacidades, competencias y corazón'. Realiza formación permanente del profesorado en diferentes comunidades autónomas en colaboración con las consejerías de educación, y es ponente en multitud de cursos, jornadas y congresos. Participa, además, en el webinar de EduCaixa.

Romera se considera ciudadana del mundo. Recuerda que en Granada fue a la escuela. «Aunque se equivocaron conmigo, se equivocaron mucho. Jugar en la calle, 'hacer pellas' en la Alhambra me dio todas las oportunidades que me quitó la escuela». En esta Universidad (la de Granada) hizo Magisterio, Pedagogía, Psicopedagogía y algunas cosas más. Encontró de todo y aprendió también de todo. «Dicen que nadie es profeta en su tierra y, aunque esto tiene algo de verdad, sé que también aquí hay muchas personas que admiran mi trabajo. Acompaño centros educativos en su proceso de transformación e innovación y lo cierto es que ninguno es en Granada; quizá sea ahora. Un centro público lleva mi nombre y es en la provincia de Málaga», comenta. Ha escrito más de veinte libros.

–Es autora del modelo pedagógico 'Educar con tres ces: capacidades, competencias y corazón' ¿Es más importante el corazón que las capacidades?

–Lo más importante es la persona en su totalidad, no por partes ni con interpretaciones parciales. La función neurológica posee dos mecanismos estrechamente relacionados, uno de naturaleza cognitiva y otro emocional. La función neurológica emocional es siempre más importante que la cognitiva. La actividad cognitiva es movilizada siempre por la emocional. La emocional (el corazón-las emociones) siempre va primero, siempre deciden. La imaginación y la emoción siempre le ganan a la razón.

–Defiende que los maestros deben enseñar lo que son. ¿Cómo se trabaja para que esos docentes sepan lo que son?

–Nuestro alumnado no aprende lo que le enseñamos, nos aprende a nosotros, a sus referentes adultos. Cada docente debe tomar conciencia de la profesión que ha elegido, de la trascendencia que implica y de la importancia social que conlleva; desde aquí y desde la responsabilidad individual, cada docente no puede seguir siéndolo sin estudiar cada día, sin leer, sin evolucionar, sin cambiar, sin desaprender para aprender, sin construir su yo personal cada vez más íntegro y más equilibrado. Las administraciones deberían ser conscientes de esto. Cada docente debe 'cuidarse' y debe ser cuidado; quizá todo empieza por dejar claros los términos de 'cuidado'. Quizá ha llegado el momento de repensar la formación inicial, la formación continua, el acceso a la función pública y, en general, la política de recursos humanos de nuestro sistema. Desde el convencimiento de la existencia de un gran ejército de docentes maravillosos, entregados y preparados que son los que están manteniendo un sistema desastroso y obsoleto que nunca piensa en la infancia; creo que ha llegado el momento de decir ¡Basta!

–¿Qué estrategias enseñan para fomentar el autoconocimiento de los docentes?

–No puedo contestar a esta pregunta con un listado de estrategias, siempre se quedaría incompleta. En el mundo de la educación no existen recetas elaboradas, es un mundo de corazón y de imaginación, de relaciones humanas únicas y no transferibles. Teniendo esto en cuenta creo que es necesario un proceso de alfabetización emocional (necesario estudiar), conciencia emocional (necesario practicar) y un proceso de socialización emocional (necesario vivir). Mi propuesta para las aulas es un programa de educación emocional y emocionante que ayude al profesorado a la vez que al alumnado a conocerse mejor. Este empieza por la necesidad de conocer lo mejor posible el funcionamiento de nuestro cerebro.

–¿En qué mejora la formación del alumnado con estos métodos?

–En todo. Las personas somos un todo integrado.

–Usted realiza formación permanente del profesorado en varias comunidades autónomas ¿Es más complicado formarlos a ellos o a los niños?

–Me apasiona mi trabajo y las dificultades me ayudan a mejorar. Cada circunstancia tiene sus dificultades. Trabajar con la infancia es muy gratificante y los frutos son evidentes muy pronto. Con los docentes el trabajo es muy lento, las jornadas maratonianas, la desmotivación de una parte importante del colectivo, importante; pero también es verdad que cada docente 'enganchado' significa la mejora en la calidad de vida de un grupo completo de alumnado, y esto es gratificante. No podemos perder de vista que la escuela, en muchas ocasiones es la segunda oportunidad de una persona.

–Con la pandemia, ¿qué nuevas necesidades han surgido tanto en los docentes como en el alumnado?

–Contestaré a esta pregunta desde la ironía... ninguna. Todas las necesidades ya estaban, el fracaso escolar ya existía, prácticamente estamos en los mismos rangos que antes de la pandemia; chicos y chicas sin internet o artefactos digitales en el siglo XXI, ya estaban en febrero de 2019; profesorado sin correo electrónico...; esto me lleva a un largo etcétera. Por eso, me atrevo a decir que la gran necesidad es estar con otros iguales, no dar la oportunidad a que se cuele en nuestras escuelas el formato de sistema que Pink Floyd en los 70 quiso destruir con 'El Muro'; y se está volviendo a instalar. La gran necesidad son los abrazos, la escucha y la mirada.

–¿Cuál es la principal carencia en la formación del profesorado en las facultades?

–No conozco todas las facultades y universidades, y no me gusta generalizar, pero de las que conozco me atrevo a decir que la gran carencia es la formación del profesorado (ni de los que son, ni de los que están, ni de los que serán y estarán).

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