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Para los turistas puede pasar desapercibido, pero a los granadinos les resulta llamativo que, en la plaza de la Encarnación, un edificio lleve tanto tiempo en obras, pero sin obreros. La reforma del inmueble del número 5 lleva tres años paralizada por orden del Ayuntamiento. ... Sin embargo, la vida se acabó mucho antes este rincón de la ciudad de la Alhambra.
Poca gente recuerda hoy lo que hace medio siglo ocupaba este bloque con vistas al convento de la Encarnación. Frente a la casa de monjas clarisas, Maderas Bonal levantaba la persiana cada mañana desde 1966. Este almacén de palos fue durante veinte años proveedor de muchos constructores en la ciudad. Pero cerró y su propietario lo puso en venta. En el 86, un joven Miguel Ángel Atienza de Moya encontró allí una oportunidad.
Este abogado y asesor fiscal granadino pasaba con el coche por la Facultad de Derecho cuando vio que se traspasaba. Por aquel entonces, en la plaza de la Encarnación aún circulaba el tráfico e incluso se podía aparcar, y él tenía 26 años y ganas de emprender. «Daba clase de Derecho Financiero, primero en mi casa y luego en una academia. Era una asignatura que casi todos los alumnos tenían atrancada», comparte con IDEAL.
El joven letrado había logrado «algo de fama», así que diseñó un curso de Inspección de Trabajo y un Máster en Asesoría Fiscal y montó su propio negocio, el Centro de Estudios Fiscales. De primeras, solo se interesó por el bajo, pero acabó comprando el edificio entero. «Hice una pequeña obra en la primera planta para varias clases y un despacho. Ya en el 91, reformé el resto. Entre las cuatro plantas, puse nueve aulas y un departamento de Administración», señala.
En ese tiempo, peatonalizaron la plaza de la Encarnación. Había una copistería «muy famosa», Don Pepe, «todo el mundo hacía fotocopias ahí». «Teníamos un acuerdo para sacar tiradas grandes, incluso intenté comprar su local para ampliar mi academia», recuerda. También estaba, entre dos bares, la funeraria Del Moral. Allí pasó Atienza treinta años formando en Derecho, hasta que «unos abogados montaron un máster parecido y empezó una competencia desleal muy dura».
En 2015 el edificio se vendió «a un arquitecto que trabaja en Dubái y tiene dos hermanos ingenieros». «No vino, le firmó un poder notarial al padre. Parece ser que, a su vez, se lo alquilaron a otra empresa para, cuentan los vecinos, montar viviendas turísticas, sin permisos ni licencias», subraya. Pararon la obra e incluso –apunta– encontraron restos arqueológicos.
El estudio de arquitectura AOS, ubicado en Gran Vía, tiene desde 2021 adjudicado el proyecto de ejecución y dirección de obra de este edificio para construir «apartamentos». Así lo ha trasladado a esta cabecera su fundador y CEO, Carlos Adulfo. Según él, el actual propietario quiere licitar la obra «capítulo por capítulo» y hay trámites y permisos «que tardan». Entre unas cuestiones y otras, ya son nueve años vacío en la plaza de la Encarnación, casi una década sin vida en pleno corazón de Granada.
El Ayuntamiento de Granada establece que la resolución de una licencia de obras debe dictarse y notificarse en un plazo máximo de tres meses, «salvo otro distinto en la legislación sectorial». El silencio administrativo significa que la solicitud ha sido desestimada. En el inmueble de la plaza de la Encarnación, la licencia a la vista ofrece información desactualizada, incluso errónea. La fecha de inicio (2021) es posterior a la de finalización (2020).
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