Álvaro, a la izquierda, juega con uno de los que ha sido sus compañeros. Alfredo Aguilar.

Éxito educativo en Granada

Una educación sin ira para Álvaro

Un alumno del instituto Albayzín logra controlar sus trastornos de comportamiento tras pasar un año en el colegio de educación especial San Rafael y empezar FP Básica en el Sagrado Corazón de Maracena

Lunes, 27 de febrero 2023, 00:01

Libertad sin ira fue un mantra de la Transición política española. Educación sin ira es la receta que han aplicado en el Colegio de Educación ... Especial San Rafael, de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios de Granada, para integrar al joven Álvaro de nuevo en el sistema educativo.

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Es un caso especial. Es un tema novedoso. Y es un éxito educativo para el centro, para el joven Álvaro y para toda la sociedad, ya que abre las puertas a muchas soluciones a problemas que antes terminaban en fracaso escolar. Algo que hoy se traduce en un un futuro con el horizonte negro muy oscuro.

Álvaro tiene 15 años. Ingresó en abril del curso pasado en el colegio de Educación Especial San Rafael porque tenía ataques de ira, demostraba agresividad. En suma, no podía canalizar su nerviosismo ni comportarse socialmente. Hay que añadir que tiene diagnosticada una discapacidad del 33%. Concretamente, TDH (Trastorno Déficit Atención e Hiperactividad) y Trastorno Disocial.

Pero no es esta la razón por la que ha ingresado en el Colegio San Rafael. Javier Conde, director de este centro educativo, explica que «aquí vienen niños con un mínimo de 33% de discapacidad y hasta el 99%». La traducción es que para el nivel del centro, Álvaro tenía capacidades cognitivas sobresalientes.

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Una situación novedosa

Lo que ha sucedido, de ahí la novedad, es que se han generado una serie de circunstancias diferentes. «En los últimos años vienen al centro alumnos sin apenas discapacidad, sí; pero con graves trastornos de conducta. Son alumnos que cursan Secundaria en institutos y presentan diversos problemas, pero sin alta discapacidad médica o ninguna».

«En los últimos años vienen al centro alumnos sin apenas discapacidad, sí; pero con graves trastornos de conducta»

Javier Conde

Director del Colegio Educación Especial San Rafael

Sucede que hasta ahora, ante estos problemas, cuando existían conductas agresivas, se derivaban a centros de menores o directamente a sus casas. «Ahora hay una nueva vía. Es una readaptación para controlar sus trastornos para que puedan volver a integrarse en el sistema educativo». Es exactamente el caso de Álvaro.

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Álvaro llegó en abril 2022, en el curso 21/22. Por distintos motivos, en los centros de Secundaria tuvo problemas de conducta, agresividad verbal y contra objetos. Se trata de un trastorno disocial, y de atención e hiperactividad. «Su problema es que rechazaba las normas sociales. Sus frases han sido siempre del tipo 'no me apetece' o 'me voy'».

También son las formas. «Se comunicaba a voces y con puñetazos en la mesa, por ejemplo. Ha sido su manera de expresar lo que llevaba dentro». La ira que había que erradicar. Al final, recapacitaba. Había una salida a la situación. «'Dejarme que me desahogue', nos decía y al terminar, volvía y contaba 'quiero salir de aquí y ser algo en la vida. Ayudadme', y nos daba un abrazo hecho un mar de lágrimas».

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Enseñanza del autocontrol

En San Rafael ha aprendió a resolver estas situaciones gracias a la enseñanza del autocontrol. Además, una de las claves del proceso, estas nuevas herramientas le van a permitir labrarse un futuro y volver al sistema educativo ordinario.

«Este tipo de alumnado viene con capacidades cognitivas superiores a los matriculados aquí. Igual sucede con los conceptos, así que lo que hacemos es trato social, enseñarle a saber desenvolverse», explica el director del lugar. «Hay que recalcar que vienen porque todas las medidas de atención a la diversidad de los centros ordinarios se le agotan».

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«Educación se las ofrece y se las prestan, pero no se obtienen resultados. No dan respuesta adecuada y nos los derivan a centros como el nuestro. Somos su último recurso», explica Juana María Arroyo Avi, una de las dos profesoras de Álvaro y directora de estudios. «Antes no tenían esta oportunidad, este último paso». Pero ahora, pueden respirar tranquilos.

Para lograr esta educación sin ira, el colegio San Rafel ha tenido que innovar y adaptarse. «Trabajamos la conducta como algo muy específico, y establecemos un programa de modificación de la conducta». Para ello, han adaptado la programación para Álvaro con profesionales especialistas para atender sus necesidades a nivel social y conductual, sin dejar de lado los contenidos curriculares, ya que necesita también un refuerzo.

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«Se tomó su ingreso en el centro como un castigo, pero poco a poco se adaptó. La misión era volver a integrarlo en una educación ordinaria»

Juan María Arroyo

Profesor de Álvaro

Para ello, están siempre pendientes de atenderlo para que pille ritmo y el nuevo hábito social. Se evitan los riesgos de explosión de agresividad con el resto de alumnado. Se le hace sentirse integrado. «Por ejemplo, él se tomó su ingreso en el centro al principio como un castigo, pero poco a poco se adaptó con un objetivo claro. La misión era volver a integrarlo en una educación ordinaria», comparte Juana María.

Un nuevo destino

En su caso, su nuevo destino, esta misma semana es cursar un módulo de FP básico de Administración en el Sagrado Corazón de Maracena. «Ahora estará lo que queda de este curso, el que viene completo y seis meses de práctica. Y sale con un título de FP1».

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A partir de este momento tendrá tres salidas. Puede volver a hacer otra FP Básica de cualquier modalidad, pasar a una FP2 o buscar trabajo con el título que ya habrá conseguido. Hay un bonus. «Además, tendrá sus trastornos controlados». En caso contrario, «de aquí saldría con 21 años sin nada». Hay que tener en cuenta que en San Rafel no dan titulación, así que la vuelta al circuito educativo, es fundamental.

«Ha aprendido la lección de que hay que aprovechar las oportunidades». La frase es de Álvaro, quien lo tiene muy claro. Ya ha pasado el abismo de quedarse sin futuro y ahora es tremendamente consciente de que con esfuerzo y superación tiene un futuro por delante. «Es que tiene un fondo muy ueno», comenta Juana María, su profesora. «Siempre ayudaba a los compañeros, y aunque al principio fue reacio a estar aquí, enseguida se adaptó porque vio que avanzaba».

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Natalia, la madre de Álvaro, explica muy bien el susto que le entró cuando le dijeron que iban a ingresar a su pequeño en un centro de educación especial. «Me lo pensé tres meses, pero acerté, y ahora se lo recomiendo a todo el mundo en situaciones parecidas». La razón es sencilla. «Álvaro ha logrado integrarse en menos de un año y va a estudiar FP Básica, algo que le motiva. No tengo palabras».

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