Una sentada frente el bloque okupado en Azacayas «para que el centro social La Madriguera resista». Los jóvenes llevan toda la noche de guardia. En ... el otro extremo de la calle, tres trabajadores de la empresa de desokupación A.M.A no le quitan ojo al edificio. Aseguran que han tenido infiltrados en la organización, que actualmente algunos okupas les dan imágenes a cambio de dinero y que desde hace una semana controlan los movimientos de los moradores con un piso que han alquilado en el bloque de enfrente.
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Una calma chicha inunda la calle después de momentos de tensión. Los jóvenes llevan casi un día de guardia intensa, desde que comunicaron a las 16.30 horas su decisión de permanecer en el edificio. Consideran que la empresa ha faltado a su palabra y que el bloque no se destinará a vivienda particular. Los okupas se turnan para permanecer en los alrededores y en el interior del edificio. Relatan a IDEAL que el centro social está en marcha, tiene intención de quedarse en el barrio y operan con bastante éxito. Organizan talleres deportivos, costura, serigrafía, yoga, sobre el consentimiento sexual, de otras masculinidades, de títeres, máscaras, emocionales… El precio es libre y cada participante aporta lo que puede; llenan todas y cada una de las plazas que sacan.
Los jóvenes comentan que tienen conocimiento de que podría haber alguien infiltrado y lamentan que los desokupas les han estado arrojando mandarinas y les intimidan, cuando su resistencia es pacífica. Conocen que desde hace una semana han alquilado el tercer piso del bloque sobre el hostal Atenas. Marion, la portavoz del colectivo, destaca que consideran roto el pacto por su carácter amenazante. «Tras varias investigaciones, hemos encontrado que la propietaria forma parte de empresas dedicadas a la especulación inmobiliaria y que favorecen la gentrificación de la ciudad.
Por su parte, la empresa desokupa explica a IDEAL que la negativa de abandonar el edificio les pilló por sorpresa y la propietaria se encuentra muy afectada. Aún barajan qué actuaciones tomar, pero mientras tanto mantendrán la intervención el tiempo que sea necesario. «Esto es una batalla más, no perderemos la guerra», resumen los trabajadores.
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Sobre si continúan en negociaciones con los moradores, manifiestan que «no tienen palabra ni honestidad y se contradicen. Con estas personas no se puede hablar». De igual forma, señalan que algunos okupas colaboran con ellos e intercambian supuestamente fotografías por dinero.
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