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Vanessa Sánchez
Granada
Miércoles, 13 de marzo 2019, 23:49
En los últimos cuatro años organizaciones como Cruz Roja y Cáritas, que ofrecen programas de empleo, han registrado un incremento del número de personas mayores de 45 años que requieren este tipo de asistencia. En 2018, el 18% de los usuario que recurrían a ... sus proyectos para encontrar trabajo eran mayores de 45 años, según informa la responsable del Plan de Empleo de Cruz Roja, María Ruiz. En Cáritas, el responsable de los programas de empleo, Miguel Ortiz, describe el perfil más habitual con el que se encuentran: mujer de entre 45 y 55 años, española, con carga familiar no compartida.
Manuel Maroto no encaja en ese perfil de usuario pero sí en el de los mayores de 55 años en los que la situación de desempleo se cronifica, término que utilizan los sindicatos para hablar de los parados que llevan más de cuatro años en esta situación. Manuel tiene experiencia en restaurantes, cafeterías, pubs, bares; también en mantenimiento e incluso en una funeraria de forma eventual. Pese a sus más de 28 años trabajando, no le contratan y el motivo es su edad, tiene 56 años. El responsable de empleo en Cáritas afirma «que muchas empresas consideran que un trabajador con 40 años es viejo y no tienen en cuenta la experiencia y estabilidad que aporta la edad a la organización».
Desde que Manuel Maroto cerró su negocio en 2011, un bar en el que trabajó como autónomo unos 15 años, no ha sido contratado más que de forma esporádica, «días sueltos para campañas concretas» según explica. Tiene dos hijos de 16 y 15 años; su mujer es la que mantiene el hogar desde que está desempleado. Mientras responde a esta entrevista por teléfono prepara un bizcocho por el cumpleaños de su esposa. No es la única tarea que hace en casa. Antes se repartían las labores del hogar al 50%, comenta Manuel, pero ahora «como es lógico» lo hace todo.
Este desempleado de 56 años no ha cejado para volver a aportar ingresos a la economía familiar. Es la cuestión que más le afecta a nivel personal. «Me siento un poco inútil al no colaborar económicamente en casa». Intentó emprender con otros socios una residencia para enfermos de alzhéimer que tuvo que cerrar, ha trabajado como autónomo para una empresa aseguradora y, después, trabajos esporádicos de todo tipo en las ETT. Solicitó el subsidio de desempleo hace unos meses aunque aún no lo recibe. En las últimas semanas ha recurrido a los programas de empleo de Cruz Roja, Andalucía Orienta, la fundación Don Bosco y, hace unos días, ha acudido a Cáritas. «Viendo que pasa el tiempo y que no encuentro trabajo, puede ser que algo no haga bien», comenta Manuel resignado.
Recibir el subsidio de desempleo para este hombre va a ser un alivio porque aún tiene que pagar la hipoteca del inmueble que compraron para la residencia y la familia está «ahogada, es una ayuda para poder subsistir», explica.
No obstante, el objetivo es conseguir un empleo. En Cruz Roja y Cáritas disponen de diferentes programas específicos para ayudar a a personas desempleadas desde hace más de un año a lograr este objetivo. Ofrecen itinerarios de inserción sociolaboral, orientación, formación e incluso son intermediarios entre los demandantes de empleo y las empresas contratantes. Con todo, el porcentaje de éxito en Cruz Roja es del 38%. Ambas organizaciones reconocen que la edad es el principal problema para lograr la contratación. En el programa Apoyo Empleo +45 de La Caixa de los 190 asistentes en 2018, 148 eran parados de larga duración. Tras la edad, la formación es el otro factor: el 44% tienen estudios equivalentes a Primaria.
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