Esto de «qué buen día hace» es ya problemático de afirmar. Lo que necesitamos es agua, mucha agua para aliviar la sequía; pero, en el corazoncito granaíno, el poder disfrutar de la fiesta de San Cecilio a lo grande, pues, emociona, qué les voy a ... contar. Lo afirmó el arzobispo José María Gil: «Hay que pedir la lluvia a San Cecilio»; y, esperando que la conceda, nada mejor que disfrutar del día romero acompañando al Patrón de Granada.
Se cumplieron todos los ritos, empezando por ceremonia eucarística y la tradicional visita de las autoridades a las Santas Cuevas. Encabezando la Corporación Municipal, la alcaldesa Marifrán Carazo, con la que intercambié alguna mirada en la que percibí mucha emoción. No es de extrañar; a mí misma me parecía que han pasado siglos desde que estuve por primera vez en la Abadía en esta celebración se sentaban en zonas separadas los hombres y las mujeres. Y ayer, una de ellas, era –y es– la mayor autoridad de la ciudad. Un orgullo, sin duda.
Había otras anécdotas desde el último año –ventajas de poder contarlo en cada edición–; por ejemplo que Marifrán era entonces consejera de Fomento, cargo que ahora ostenta Rocío Díaz, entonces directora de la Alhambra, que tampoco faltó al acto.
Las elecciones y otras circunstancias nos han dado cambios de responsabilidades o caras. Primer año, y le hacía mucha ilusión, para el teniente general jefe del Madoc, José Manuel de la Esperanza y su mujer Cristina Rubio, e igualmente para el coronel jefe de la Base Aérea de Armilla, Miguel Durán y para su esposa, Mª Ángeles Morenilla.
También se estrenaban otros participantes –aunque no tengan cargos públicos–, caso de Belén Campos, que se apostaba en uno de los laterales de la iglesia de la Abadía: «Los demás están fuera buscando sitio, pero yo quería escuchar la misa, que aún no conozco al arzobispo». Y, seguramente, no le defraudó. Bonita homilía en la que dejó titulares –de periodista a periodista– como su defensa de que «Granada no se puede entender sin la presencia del cristianismo»; añadiendo que «las personas con fe no deben ocultarla»; que «no nos acompleje ser cristiano» porque esta sociedad, parece «que es laica, pero la mayoría de las personas que la componen no».
En la ceremonia estuvo acompañado de Luis Marín, de la secretaría general del Sínodo, los comisarios sacromontanos y otros sacerdotes como Manuel Reyes. Y ya que hablo de curas –me encanta esta palabra– mis felicitaciones a David Salcedo –tantos méritos a pesar de su juventud que no los podría recoger aquí- por su nombramiento como secretario del Arzobispo. Que seguro el nombre es más exacto, pero ya se hacen cargo de la responsabilidad. Buena elección.
Como bueno era el lugar «desde aquí lo vemos a gusto»»elegido por la familia Fuentes. Aunque son más, yo saludé a Luis y Lolo con sus parejas, Ana y Nani; y sus hijos que, como no me enteré muy bien de quién era cada uno –alguno parece evidente–, los cito de forma conjunta: Álvaro, Ana, Carlos, Luis Javier, Fátima y Alberto. Y estaban abuelos, primos y una invitada especial, Alexandra, que está de intercambio»y nunca había visto ninguna fiesta típica».
Corporación
Aún no les he dicho que este año las comisarias de la Corporación han sido Elisa Campoy y Raquel Ruz; que no faltaron representantes de la Policía Nacional, Guardia Civil, Subdelegación de Defensa, Policía Local, Real Maestranza de Caballería; y cargos como el diputado Carlos Rojas; la senadora Inmaculada Hernández; la parlamentaria andaluza Rosa María Fuentes o el delegado del Gobierno de la Junta de Andalucía, Antonio Granados. Faltaron muchos –anda que no se nota cuando no es época electoral–, entre ellos eché de menos al nuevo subdelegado del Gobierno de España, José Antonio Montilla; tal vez porque su antecesora, Inmaculada López Calahorro era uno de los rostros habituales. Cuestión de cambios y de agendas. Y habitual es el rostro de la protagonista de una historia que dejé incompleta en mi Mirilla del pasado año. Puede que piensen que me había equivocado.
Contaba que»se pudo ver a alguien abrazarse a la piedra que –dicen– otorga a quien la toca el casarse en el año». Y ya no les conté más. Hasta ahora. Hubo boda, en el año, como dice la tradición, y lo hicieron como les apetecía, a su manera, porque, como dije, entonces, la persona»está más que feliz, con o sin boda».
Igual que su ya marido, cuyo nombre es Amador Enseñat, general de Ejército (JEME) y brillante Hijo Adoptivo de Granada. Ella se llama Eva Martín, ahora es senadora, pero sobre todo, una persona que disfruta de sus amigos y no cambia con los cargos. Decidieron llevarlo de una forma íntima; y han permitido que yo lo cuente, aunque sea un año después.
Y es que me gusta hacer seguimiento de lo que digo o contamos, para que todo tenga una relación lógica. Las historias tienen que tener principio y, cuando se puede, fin. Y, en medio muchas anécdotas y pequeñas historias que desde esta Mirilla queremos contarles.
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