Ramírez muestra la placa recibida junto a su mujer, la familia propietaria y los compañeros de trabajo. IDEAL
La mirilla

Toda una vida en la hostelería de Granada

Manuel Ramírez se jubila de La Nueva Bodega, tras más de cuatro décadas, con un almuerzo homenaje de «mi otra familia»

Encarna Ximénez de Cisneros

Lunes, 30 de diciembre 2024, 23:32

En esta ocasión, no tuvo que atender el servicio, ni estar pendiente de la clientela. La persiana del restaurante se echó para que Manuel Ramírez y su mujer, Ascensión Expósito, presidieran la mesa en su fiesta de jubilación. Ha estado 42 años en La Nueva ... Bodega, con «muchos ratos buenos» y otros de «mucho estrés», pero siempre con el corazón y con la ayuda de sus jefes, Angelita de la Higuera, de la que «no tengo ninguna queja» afirmó con cariño; y Gregorio Rodríguez, que es «como un padre», palabras que se rompieron en su garganta. También habló de los tres hijos de los propietarios, «mis hermanos», Gregorio, Ángela y Conchi, a los que ha visto formar sus respectivas familias, con Inma, Jesús y Francisco, nuera y yernos, y los nietos. Allí estaban Gregorio jr., Francisco, Ángela, Alba y Jesús. Nadie se lo quería perder, incluidos Adrián y Ramón, otros buenos amigos de la familia.

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Ramírez podría contar muchas cosas de tantos años volcado en la hostelería. Pero no suelta nada más que su eterna sonrisa. El resto se lo queda para él. Ahora sabe que debe acostumbrarse a esta nueva etapa –«¿qué voy a hacer?»–, pero, seguro, que dedicará más tiempo a sus hijas, Jennifer y Ana y a sus «perdiciones», Valeria y Manuel, sus nietos. Los tiene en su corazón, como a su yerno, José Manuel, guardia civil, que no ha podido estar ni en Nochebuena, porque anda de servicio en tierras valencianas, que allí todavía queda mucho por arreglar después de la DANA.

Han sido muchos años de renuncia, como hablaba con Ascensión, la esposa del homenajeado que ha sabido entender su dedicación «es muy trabajador», su entrega «nunca ha llegado con mala cara a la casa», y las poquitas fiestas compartidas. Se casaron en el año 81, pero están juntos desde siempre: «Yo tenía catorce años cuando le conocí». Se fueron a trabajar a Ibiza y cuando su primera hija era aún pequeña, retornaron a la tierra. Desde entonces Ramírez ha estado ligado a este establecimiento situado en pleno centro.

Estaba emocionado y contento en el almuerzo de despedida, en el que se le entregó una placa –y alguna cosilla más– y mostró su cariño a los compañeros que «se han desvivido por mí»: Marco, Luis, Antonio Jesús, Fermín, Jonathan, Álvaro, Walter, Daniel o Freddy. «Todo esto –dijo Ramírez– sólo lo puedo pagar con la gratitud que siento». Y la voz se quebró de nuevo.

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