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Quien juega con fuego puede quemarse... o quemar a otros. Un adolescente ha aceptado una condena de un año de encierro en un correccional y seis meses más de libertad vigilada por haber prendido fuego a un hombre que dormía en una plaza pública de una localidad de la Costa granadina. Afortunadamente, unos vecinos que presenciaron el incidente despertaron a la víctima, que, al parecer, vivía en la calle cuando ocurrió el suceso, y la cosa no pasó a mayores. Con todo, las llamas llegaron a abrasar parte del cabello del perjudicado, así que la rápida intervención de los testigos fue providencial.
El procesado, muy conflictivo y con serios problemas de adicción a las drogas, solía merodear por lugares en los que descansaban vagabundos y, según algunas fuentes consultadas por IDEAL, acostumbraba a incordiarlos. El 11 de septiembre de 2017, se le fue la mano. Eran las diez de la mañana y observó que había una persona profundamente dormida en un banco de una plaza de un municipio de la Costa de Granada. El hombre había colocado su mochila a modo de almohada.
Tras constatar que la víctima estaba sumergida en el sueño y no se percataba de nada de lo que pasaba a su alrededor, el menor se acercó hasta ella. Con sigilo, pero sin disimulo, arrugó unos papeles y puso dos montoncitos junto a la cabeza y los pies del damnificado. Luego les pegó fuego. Las llamas prendieron en el macuto del hombre y saltaron a su pelo, que quedó chamuscado.
Alarmados por lo que estaban viendo, varios testigos que se encontraban en las proximidades despertaron a voces al perjudicado, lo que evitó que el suceso pasara a mayores.
Por su parte, el chaval -que podría haber actuado en compañía de otro muchacho que, sin embargo, no pudo ser identificado- aprovechó el tumulto para escapar.
Poco después, las fuerzas de seguridad iniciaron una investigación por la presunta comisión de un delito leve de daños -por el destrozo que sufrió la mochila- , pero las pesquisas posteriores determinaron que lo ocurrido era bastante más serio. En este sentido, la Fiscalía de Menores de Granada -que es la institución encargada de instruir los casos criminales cuyos autores tienen entre 14 y 17 años- acusó al chico de un delito de incendio, que castiga a quien prende un fuego y pone «en peligro la vida o la integridad de las personas», según determinó el ministerio público.
No fue necesario celebrar la vista oral del juicio. El adolescente se conformó con la pena que solicitaba la fiscalía para él: un año de internamiento en un correccional, «seguido de un segundo periodo de seis meses de libertad vigilada».
La sentencia, dictada ahora, indica que, durante el tiempo que permanezca encerrado, el procesado tendrá que someterse a terapia para superar su adicción a las drogas.
No era su único problema. Los expertos que asesoran a los jueces y fiscales de menores constataron que el joven es «impulsivo» y «reincidente en conductas disociales».
La resolución judicial establece también que el agresor abone cien euros a la víctima por los daños que produjo el fuego en su mochila.
Cuando salga a la calle, el chaval estará controlado permanentemente por los juzgados durante medio año más y si vuelve a las andadas, regresará a una celda.
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