Lápidas en el claustro. Una de las tumbas, con su epirafio, con fecha de 1812 Alfredo Aguilar

Epitafios bajo las estrellas de Granada

Desde el siglo XVII. Las necrológicas grabadas en las lápidas de las tumbas de las monjas del convento de Santa Paula suponenun atractivo más para el lujoso hotel de la Gran Vía

Lunes, 5 de abril 2021, 00:44

El necroturismo o turismo de cementerios despegó con éxito con el siglo. Esta modalidad de conocer un lugar permite descubrir la historia desde historias fantásticas y con el concurso de personalidades ilustres. En el caso de la ciudad de Granada, hay personajes históricos enterrados por ... doquier. La ciudad de la Alhambra, que alberga el segundo camposanto más antiguo de España, cuenta además con todo tipo de monasterios, iglesias y conventos con enterramientos que permiten, piedra a piedra, descubrir la rica historia de la ciudad, que es también la de España.

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La ruta turística por el cementerio San José se puso en marcha a mediados de 2008. La ruta por el recinto incluye un recorrido por los patios I, II y III, la ermita, y los miradores con vistas a la Vega y Sierra Nevada.

El cementerio de San José, que se encuentra enclavado en la dehesa del Generalife, por encima de la Alhambra, está incluido dentro de los Bienes de Interés Cultural (BIC) de la ciudad. Reúne importantes muestras de la arquitectura funeraria de la época romántica y de épocas posteriores, además de destacadas obras de imagineros locales.

El valor artístico de algunas de las tumbas incluidas en el recorrido coincide con personajes relacionados con la historia de Granada. Destacan el escritor Ángel Ganivet, el pintor Rodríguez Acosta o el científico Emilio Herrera.

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De los terrenos alhambreños al Centro de la ciudad de Granada, la Capilla Real ofrece la gran historia de lo que se ha denominado la Reconquista de España, aunque todo empezó, igualmente, en el perímetro nazarí. Fue ahí donde Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, los ínclitos Reyes Católicos, descansaron en la cripta del convento de San Francisco de la Alhambra, el actual parador nacional del mismo nombre, de forma temporal. Una lápida deja hoy fiel testimonio del hecho histórico.

Una vez finalizada la construcción de la Capilla Real, sus restos mortales, junto con los de Juana la Local y Felipe el Hermoso, fueron trasladados.

De la Capilla Real a la Catedral, sucedió de forma parecida con Mariana Pineda, la libertaria contraria al régimen absolutista de Fernando VII que fue ejecutada con el método de garrote vil en 1831. Su cuerpo se depositó en el cementerio de Almengor, cercano al río Beiro. Más tarde, tras recibir el título de Heroína de la Libertad, se le concedió un lugar en la cripta de la catedral en 1856.

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Alfredo Aguilar

Sufrimiento y resignación

Más modesto que los lugares anteriores pero igualmente bello y rico en historia es el claustro del monasterio de Santa Paula, en la Gran Vía de Granada. Actualmente, y tras su completa rehabilitación, es un hotel de lujo con una categoría de cinco estrellas. Igual que las que salpican de noche el cielo de la ciudad y se dejan ver desde el establecimiento. Merece la pena detenerse en el lugar, ya que el suelo del claustro está cuajado de lápidas con mucha historia y muchas historias.

Las tumbas no se encontraban originalmente en el patio, donde actualmente están, sino en la cripta del convento, un lugar cerrado fuera de la vista de los clientes y visitantes del hotel, y algunas de ellas incluso en los bajos de las galerías del claustro.

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Los responsables explican que a raíz de la rehabilitación del edificio, catalogado en su conjunto como patrimonio nacional, la Dirección General de Patrimonio recomendó que reubicaran las lápidas en el claustro, actualmente convertido en patio, para que pudieran estar a la vista de clientes y visitantes.

Y ahí se encuentran, a a vista de todos, con sus epitafios bajo el cielo y las estrellas. De esta forma, las inscripciones de las lápidas constituyen, en algunos casos, auténticas crónicas necrológicas, que también dejan entrever cómo el sufrimiento y la resignación de las religiosas eran considerados un pío comportamiento alabado por la Iglesia.

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Tal es el caso de la lápida que reza: «Aquí yace la monja Sor Filomena de los Dolores Lozada, que falleció el 17 de abril de 1883, a los 64 años de edad, habiendo sufrido vómito de sangre con la mayor paciencia, y en el último día espiró».

De las citas de las lápidas, que datan de entre el siglo XVI al XX, llama también la atención del visitante, por su antigüedad, otra fechada en el siglo XVI, con una inscripción en castellano antiguo, que reza: «Aquí yaze la exemplar sierva de Dios Teresa Nicola, que falleció en el 3 de enero de 1776». O la más antigua de todas, en la que se puede leer, con dificultad, «Inés de San Fabián falleció a tres de agosto de 1.643».

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