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Laura Ubago
Granada
Viernes, 12 de marzo 2021, 01:12
Las obras en el recinto de la Alhambra son artesanales, minuciosas, a la antigua usanza. Ni entra maquinaría, ni materiales modernos que puedan alterar la conservación del monumento y claro, con estos condicionantes aumenta su complejidad. El Patronato alhambreño está reparando ahora el muro de la Cuesta de los Chinos y está resultando un trabajo propio de estos. La idea de construir un muro se convierte en engorrosa cuando tienes que salvar una cerca, trabajar a unos quince metros de altura y no alterar en nada el cuadro sombrío de vegetación, de agua y de historia que hay al otro lado de la cerca y que forma parte de la propia Alhambra.
Los excedentes de riego de toda la finca alhambreña constituyen un arroyo que cae en cascada al otro lado del muro de la Cuesta del Rey Chico. Salvo en verano que se queda debilitado, tiene la fuerza de un riachuelo que se va comiendo la tierra. A un lado de este 'río' la ladera se ha ido desprendiendo y ha empujado al curso del agua, que hace una curva y que, a su vez, choca contra este muro perimetral de la Alhambra.
Cuando se percataron, la erosión del agua se había comido la cerca por abajo y su sujeción era anecdótica, por lo que peligraba la estabilidad.
La obra de emergencia en la cerca de la Cuesta del Rey Chico, tiene un presupuesto de 374.045 euros y resolverá los problemas de «inestabilidad estructural muy graves detectados, tanto en la cerca como en el talud sobre el que se apoya».
Además recalzar la cerca y recuperar las zonas con pérdidas de volumen o disgregadas por debajo de la propia cuesta, la parte más llamativa de la obra es la construcción de un nuevo muro, pegado a la cerca, por su peculiaridad.
A un lado y a otro de la cerca se alza un inmenso andamio, anclado, desde el que realizar toda la operación de construcción del muro, que será de materiales naturales, del llamado 'conglomerado Alhambra'. Este muro se construye desde lo alto de este andamio mediante un sistema de lo más rústico. Los operarios suben una espuerta con alpañata (una especie de barro) ayudados con una pequeña grúa adosada al andamio. Van barreño a barreño y al día pueden subir, coger y meter en el espacio donde se está haciendo el relleno del muro, unas 500 espuertas diarias de unos 50 kilos cada una. No se podría subir más peso en cada viaje porque se comprometería la estabilidad del andamio.
Este material, lo meten en el encofrado y se va compactando hasta formarse la nueva pared de materiales naturales que protegerá a la cerca de la erosión del agua, según explica Maribel Zúñiga, responsable de la empresa que ejecuta esta obra.
También está presente el arqueólogo, Santiago Pecete, que vela por que todos los trabajos se ejecuten acorde a la zona.
El nuevo muro se construye con hormigón de cal, que utiliza dosificaciones de alpañata (la arena roja de la zona) y árido similares a la formación Alhambra que, una vez haya fraguado convenientemente, será picado superficialmente en su frente hacia el río, dando una aspecto similar al del terreno natural, según explica Antonio Peral, Arquitecto Conservador de la Alhambra.
«El principal problema que tiene esta intervención es la difícil accesibilidad de la zona, primero para llegar a este punto de la cuesta, con pendientes medias de más del 20%, después para poder trabajar desde el nivel inferior en todo el frente de terreno, 11 metros más abajo que el nivel de la cuesta, a lo que hay que sumar los 5 metros de altura de la propia cerca. Desde el exterior hay que subir unos 6 metros para volver a bajar otros 17 metros y así llegar al lecho del arroyo donde se apoya el andamiaje», apunta el arquitecto responsable de las obras en el monumento nazarí.
Cuenta Antonio Peral que previamente se tuvo que desbrozar y eliminar la abundante vegetación de unos 450 m2 de toda la pared hacia el arroyo, y se pudo apreciar entonces claramente la magnitud de la erosión del terreno y los agrietamientos y deterioros de la propia cerca.
También se realizaron más de 100 anclajes de acero inoxidable recibidos con cal hidráulica en la formación Alhambra –el terraplén natural que provoca la erosión– y, en la actualidad, se está realizando el muro natural de hormigón de cal, de 50 a 60 cm de espesor medio, que protege y suplementa el frente del talud, sirviendo como recalce de la base de la cerca. De los 100 m2 de frente previstos, se han realizado hasta la fecha unos 75 m2, labor muy lenta por tener que realizarse manualmente.
La Cuesta del Rey Chico, donde se sitúa esta obra, recorre el antiguo Barranco de la Aikibía, que separa las colinas en las que se sitúan la Alhambra y el Generalife. Se inicia en el río Darro, que se cruza por el Puente del Aljibillo, y comienza a ascender entre algunas viviendas. Una vez que se introduce en el barranco, la cuesta se encuentra flanqueada, por su margen derecha, por los restos de un molino y las murallas de la propia Alhambra, y por la izquierda por los balates de las huertas del Generalife, situadas a bastante altura.
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Inés Gallastegui | Granada
David S. Olabarri y Lidia Carvajal
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