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ÁLVARO LÓPEZ
Domingo, 14 de febrero 2021
Verónica Carpio, que es esquizofrénica y plenamente consciente de su enfermedad, no se lame las heridas y cuenta sin tapujos un relato vital que le ha llevado a dar con la Asociación de Familiares y Enfermos Mentales del Altiplano de Granada.
Baza, Barcelona, Alicante y Olula. Ese es el camino que ha llevado a Verónica Carpio a vivir mil vidas, o más, en solo 37 años. Padece esquizofrenia y trastorno esquizoafectivo, dos patologías neuronales que han estado con ella desde que nació, pero que no descubrió hasta que con 24 años pensó que era Dios y acudió a que le hicieran un análisis de sangre para descartarlo. Verónica, que toma medicación para frenar sus impulsos, sabe lo difícil que es vivir así, por eso se siente orgullosa de tener el apoyo de esta asociación.
Aunque hace su vida en un pueblo de Almería por circunstancias de la vida, su corazón pertenece a Baza, el lugar en el que nació. Madre soltera con solo 15 años, hoy tiene dos niñas que entienden sus problemas y le acompañan para superarlos. «He sentido el rechazo de la sociedad, de mi propia madre al principio y llegué a perder a mi mejor amiga», cuenta. Pero también ha sentido el respaldo de quienes no la juzgan por ser esquizofrénica. «Desearía que la gente me viese como una persona como otra cualquiera y que pudiera optar a un trabajo y decirlo sin miedo a que me echen». Una apuesta vital que está consiguiendo gracias a la asociación. Ellos están con ella dándole apoyo y haciendo incluso que la pandemia de la covid-19 haya pasado a un segundo plano. «Durante los peores meses hicimos un concurso de poesía y fue muy bonito», recuerda.
El respaldo de su entorno le ha motivado tanto como para escribir un libro titulado 'Testimonio de una esquizofrénica'. En él cuenta, con lenguaje sencillo, cómo es padecer episodios en los que sientes que el mundo conspira contra ti y que hay alguien que te persigue. «He llegado a gritar y huir en plena calle, porque en mi cabeza me parecía que algo malo estaba pasando», relata Verónica.
Su obsesión es dar a conocer al mundo sus enfermedades mentales y normalizarlas hasta el punto de que parezcan triviales. Ella pone de su parte riendo al recordar algunas anécdotas provocadas por su esquizofrenia. Y como no quiere que el estigma forme parte de su vida, todo lo que es lo pone al servicio de quien quiera escucharlo. O leerlo. Porque Verónica está escribiendo otro libro. Aunque su mejor novela es su propio relato. El relato diario de una luchadora.
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