El flautista que emocionó a tres hermanos de Granada
Historias desde el balcón ·
Ana, Laura y Nacho salieron disparados al balcón, para aplaudir a los médicos. No esperaban encontrarse con un concierto, al otro lado de la calleHistorias desde el balcón ·
Ana, Laura y Nacho salieron disparados al balcón, para aplaudir a los médicos. No esperaban encontrarse con un concierto, al otro lado de la calleNacho corría por el pasillo con un robot que le regalaron unos días antes de que se declarara la pandemia. Laura buscaba su Spider-Man favorito por las estanterías del dormitorio. Y Ana dibujaba en la mesa del salón, jugueteando con la ... lengua por los dientes mellados. Entonces, a las ocho en punto, los aplausos se colaron en la casa y los tres salieron corriendo al balcón. «¡Vamos mamá, vamos papá!». María Frasquet y David Domínguez, los padres, se unieron a la carrera para unir sus palmadas a las del resto del barrio, en José Recuerda, entre Camino de Ronda y Arabial.
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Los cinco disfrutaron del momento. Aplaudir se ha convertido en algo más que un reconocimiento, por eso duran tanto, porque es un instante de extraña felicidad. Sin embargo, unos minutos después, los aplausos cesaron, la familia volvió dentro y cerró la puerta del balcón. En ese preciso instante, el chico de enfrente, un estudiante que se ha quedado en el piso con sus compañeros, salió al balcón. Llevaba una flauta travesera que toca de maravilla. Pronto, los vecinos volvieron a abrir las ventanas para escuchar la música. «Era piezas improvisadas, especialmente bonitas y alegres. Mis niños aplaudían como locos», recuerda María.
«Nachete, recién cumplidos los dos años –sigue la mamá–, gritaba con su lengua de trapo ¡maaaa, maaaaa! Laurita, que cumple cinco años en esos días de #YOmeQUEDOenCASA silbaba intentando seguir un ritmo que contagiaba algo... bonito. Y Ana, con seis años, aplaudía como loca cada vez que paraba el artista del balcón». El joven estudiante terminó el programa que tenía planeado e hizo por volver a su casa. Pero no pudo. «¡Otra, otra!», le pedían desde los balcones, con alegría. El músico no pudo negarse y tocó una tercera pieza, «preciosa también». Al terminar, con los balcones llenos, sonó la segunda ovación de la noche.
Crisis del Coronavirus
«Mañana me preparo otra para esos niños», dijo el joven, mirando a Nacho, Laura y Ana, sonrientes y agradecidos con el concierto. Más tarde, cenando, hablaron de lo emocionante que había sido, de «lo bonito que es que cada uno ponga lo que tiene, lo mucho o lo poco, para dar alegría, para dar esperanza, para hacer las cosas un poquito más agradables a los demás».
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