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Pedro Morilla, exentrenador del Granada CF, es un experto en cuarentenas. El debut de lo que luego ha desembocado en una pandemia le cogió en la ciudad china de Wuhan, la 'patria chica' del coronavirus. Estuvo aislado en su apartamento de la megalópolis china durante ocho días. Las condiciones eran más duras que las que se han implantado en España. «No podíamos salir a la calle para nada. Traían la comida a la casa. Luego se suavizó un poco y podía salir una persona por casa cada tres días», recuerda Morilla, que había emigrado al gigante asiático para trabajar de lo suyo, de preparador de la cantera de fútbol de la ciudad, que tiene más de once millones de habitantes.
Solo información veraz
Las autoridades españolas lo sacaron de Wuhan junto a otros compatriotas, pero al llegar a Madrid le aguardaba otro confinamiento de catorce días en el Hospital Militar Gómez Ulla. Recuperó la libertad de movimientos el pasado 15 de febrero. Por aquel entonces, el COVID-19 era algo que le sucedía a otros países, un germen extranjero y lejano.
Pedro volvió a Granada, donde le esperaban su mujer y su hijo, con un diploma que acreditaba que no estaba contagiado ni nunca lo había estado. Era su salvoconducto para evitar que alguien tuviera la ocurrencia de tratarlo con un apestado. Nadie podía imaginar que ese documento iba a convertirse en papel mojado en breve.
Crisis del Coronavirus
IDEAL conversó con él nada más llegar a la capital de la Alhambra y pronunció unas palabras premonitarios todavía impresionado por el cierre total de Wuham. «Me he informado y parece que nunca se había hecho algo así en el mundo. ¿Qué hubiera ocurrido si hubiera pasado en Madrid, que tiene la mitad de población? ¿Qué hubiera pasado en Madrid si nadie pudiera ni entrar ni salir de la ciudad?».
El tiempo se ha encargado de responder a esas preguntas con una rapidez inusitada. Pedro está en su tercera cuarentena, todo un récord. Habla desde Cataluña. Ha hecho un viaje exprés hasta allí por motivos de trabajo. «Teníamos un centenar de chavales de Wuhan en un alojamiento de Barcelona y los hemos trasladado a Girona, a una zona de monte. Ahora son ellos los que se ponen a salvo del coronavirus. Se ha dado la vuelta a la tortilla», comenta.
Seguramente por su abundante experiencia en materia 'vírica', Pedro se siente autorizado para dar ánimos a los granadinos y los españoles. En este sentido, se fija en que China están volviendo a la vida sin prisa pero sin pausa. «En Wuhan todavía hay restricciones, pero la mayor parte del resto del país está empezando a recuperar la normalidad. Si cumplimos las normas como han hecho ellos, nosotros lo lograremos pronto. Tenemos un espejo en el que mirarnos. Además, son unas normas claras: no salir de casa salvo que sea imprescindible, lavarse las manos con frecuencia y mantener la distancia social», detalla.
Y concluye con un dato más para la esperanza: «Wuhan se cerró como se ha cerrado ahora España el 23 de enero y el 13 de marzo, los médicos de allí hicieron vídeos quitándose las mascarillas para demostrar que lo peor había pasado. Y estamos hablando del foco principal de la pandemia».
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