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El de ayer estaba lejos de ser un martes cualquiera de marzo en los polígonos industriales de Granada pero tampoco fue un domingo del mes de agosto. A las nueve de la mañana la actividad bullía en el interior de la mayoría de las empresas ... de Asegra, centros de producción y de distribución mayorista, que trabajaron a puerta cerrada y bajo la vigilancia de patrullas de la Guardia Civil y la Policía Local, de Peligros en este caso, que estuvieron haciendo rondas continuas para informarles de que no está permitido atender al público.
«De verdad que no podía dejar colgado a un camionero que viene de Galicia. Lo que tardemos en cargar el camión y engrasar máquinas cerramos», aseguraba un responsable de Maderas Alfonso a cuatro agentes de la Guardia Civil y dos de la Policía Local mientras varios carpinteros de la provincia, que habían llegado a cargar material, observaban la escena desde la calle. «Por el bien de todos, hay que cerrar», se despedían los agentes, que recorrieron las empresas protegidos con guantes y mascarillas. La intensa labor de vigilancia, que se extendió también a los accesos desde la autovía para controlar la entrada de vehículos, consiguió que los establecimientos minoristas que sí abrieron sus puertas el lunes en el polígono, ayer permanecieran ya cerrados.
«Hay menos negocios abiertos que ayer pero más que mañana. Se nota que está cayendo la actividad y aumentando la concienciación, las empresas piensan en ellas y en su personal. En Juncaril quedan solo los que tienen que estar», aseguraba a IDEAL Leandro Galdón, presidente de la Asociación de empresarios del polígono de Albolote.
Crisis del Coronavirus
Solo los «imprescindibles» como Inoxcenter, ésta en Asegra, «porque suministramos material de acero a hospitales, empresas alimentarias». «Nosotros tenemos que seguir abiertos pero solo entregamos pedidos con citas para evitar al máximo el contacto», explicaba desde la puerta y guardando la preceptiva distancia Inma, una de las empleadas de esta empresa del Grupo Acerinox.
Crisis del Coronavirus
«Además trabajamos con jornada intensiva para evitar desplazamientos y no se hacen pagos al contado, todo operaciones bancarias», apuntaba.
A pocos metros de ellos, en Genial Envases, también en Asegra, los 21 profesionales de la empresa –toda la plantilla excepto los comerciales que trabajan desde casa– también se protegían con mascarillas y guardando las distancias. «Nuestra actividad es necesaria, suministramos envases a hospitales, supermercados... No queda otra que seguir aquí por responsabilidad», contaba una de las empleadas, Esperanza Martín.
En el polígono de Escúzar también se mantuvo ayer la actividad e incluso las obras en algunas de las parcelas. Ocho veces más grande que Asegra pero menos poblado, en sus calles se veían eso sí muchos menos coches aparcados que en los polígonos del Área Metropolitana donde el movimiento de transportistas también fue continuo. Entre ellos, Amable Pinzón, que llegaba desde Alicante a descargar en Asegra y reivindicaba el papel de los camioneros «olvidados» en esta crisis. «¿Quién piensa en nosotros? Las autoridades no, desde luego. Nos dejan tirados. No hay bares donde parar a comer, las áreas de servicio donde nos duchamos están cerradas y las empresas a las que llegas ya ni te dejan entrar al baño», protestó.
«Necesarios» como los fertilizantes que produce Herogra, en Juncaril, donde los alrededor de 30 trabajadores del centro de producción, de una plantilla de 170, utilizaban el desinfectante de manos que han fabricado ellos mismos «con la receta de la OMS».
En Cash Zurita, la tienda central de Industrias Cárnicas Zurita en Juncaril, también trabajaban ayer extremando las medidas de seguridad para los trabajadores y clientes, con guantes de un solo uso, desinfecciones y recomendaciones por megafonía. «Las ventas se han multiplicado, compran mucho y rápido pero el cliente está dejando la histeria inicial porque se está dando cuenta de que esto va para largo», observaban desde la empresa.
También al pie del cañón, en Asegra y separados por culpa del coronavirus, estaban ayer los 24 empleados de Ruca, empresa de especias y condimentos con 72 años de historia.
«Salvo una baja preventiva porque es grupo de riesgo estamos toda la plantilla. Unos hemos asumido que nos va a tocar a todos contagiarnos y otros compañeros están más asustados», relataba el joven Carlos Martín, responsable de Marketing. «Para que en los supermercados haya salchichón o productos precocinados nosotros tenemos que seguir aquí. Vamos a aguantar hasta el final», garantizó estoico.
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