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Pablo Dorador (derecha) y su empleado Fernando López, en su quiosco entre Recogidas y la Redonda. PEPE MARÍN
Estado de alarma por el coronavirus en Granada | Una explosión de luz y color en nuestras calles

Una explosión de luz y color en nuestras calles

Abierto por cuarentena ·

Rodeados de chapas metálicas, puertas cerradas, persianas y candados; los quioscos de prensa son el faro que nos guía

Jesús Lens

Granada

Jueves, 19 de marzo 2020, 01:38

Las portadas de los periódicos del domingo y el lunes, cuando el Gobierno decretó el estado de alarma, ya forman parte de la historia. '#Este virus lo paramos unidos', en grandes letras amarillas y negras, era la consigna unánime de todos ellos.

-¿Cómo reaccionó la gente a esa portada?- preguntamos a Pablo Dorador dueño del quiosco de Recogidas con la Redonda

-Llamaba mucho la atención y la gente se paraba a mirarla.

Los quioscos de prensa son algunos de los negocios considerados como esenciales por el decreto que dictó la alarma. Sus portadas, bien expuestas a la vista, permiten hacerse de forma rápida una idea precisa sobre el estado de la cuestión, más allá de audios bienintencionados, bulos infames y fake news criminales.

«La gente ha reaccionado muy bien», señala Dorador. «Para nosotros es muy rara esta calma. Aunque sólo llevamos aquí dos semanas, que hemos pasado muchos años reinstalados en Pedro Antonio de Alarcón por las obras, nos habíamos acostumbrado al bullicio del paso de la gente. Al estar junto a una estación de metro, esto era un no parar. Ahora es otra cosa. Es una sensación como de ciencia ficción».

Efectivamente, los clientes van de uno de uno, guardan la distancia y cogen los periódicos y, o bien pagan con el dinero justo para no esperar el cambio, o lo hacen con tarjeta. «Hemos tenido un incremento de cerca del 40% en facturación electrónica». Ahora se vende más prensa local, los nacionales están en cifras equivalentes a las de antes del confinamiento.

«Ha subido mucho la venta de revistas de pasatiempos. También las de historia. Y los libros. Está claro que la gente tiene ahora más tiempo para leer».

Este quiosco de Recogidas abre todos los días a las 6 de la mañana. Durante la cuarentena, cierra a mediodía y por las tardes. «Por la mañana pasa la gente que compra el periódico, las medicinas, el pan y se va a casa; por las tardes está todo más desierto», señalan Pablo y su empleado, Fernando López.

Lo primero que hacen al abrir es atender las suscripciones a particulares que mantienen, haciendo el reparto puerta a puerta. «Quien lo necesite, que nos lo diga. Sobre todo, las personas mayores, que no deberían salir. Nosotros les servimos el periódico en su casa». Compren o no compren, varias de las personas que pasan por la calle saludan a los quiosqueros. Gusta y anima escuchar los optimistas «hasta mañana» de clientes y viandantes. Una señal de que la vida sigue. Mientras esperamos a que sigan pasando clientes, miro de lejos -sin tocar- algunas revistas de los expositores. Flipo con el sentido de la anticipación de una de cine, que trae un 'Especial Terror' que no puedo evitar llevarme.

El número de Gigantes del Básket de Kobe Bryant, que me ha encargado mi cuate Pepe, sin embargo, ya está agotada. Pero sí tienen la revista Alhóndiga, con una sensacional portada dedicada a Emilio Herrera y un especial sobre los dibujantes granadinos, de Enrique Bonet. Ahora que no podemos disfrutar físicamente de nuestra Granada es una magnífica ocasión para leer sobre ella y sus monumentos, calles y personalidades ilustres, de hoy y de siempre.

«Ya no hay tertulias alrededor del quiosco», nos dicen Pablo y Fernando. «La gente, como decíamos, es muy respetuosa, pero si alguno se entretiene más de la cuenta, le animamos a marcharse rápido». Y es que los quioscos tienen efecto imán para la gente con ganas de charlar sobre el último partido del Granada, los presupuestos del Ayuntamiento o el calor que hace para esta época del año.

«Menos algún coleccionable que se ha retrasado, de momento todo sale, indican los quiosqueros. Entre su oferta, películas en DVD. Como 'La trinchera infinita', especialmente indicada para estos tiempos de encierro obligatorio, aunque «no se venden mucho. Con el streaming, se acabó la venta de películas».

¿Y muñecos y coleccionables para críos? «No demasiado. Al no salir a la calle, no tienen el impulso de llevárselos». No salen los niños y no salen sus abuelos, los grandes consentidores de sus inocentes caprichos y aficiones.

Pablo y Fernando sí extraen una lección de todo esto: «Que las administraciones se tomen en serio nuestro papel. Si los quioscos somos servicios esenciales en esta crisis, que también lo seamos todo el año. Que nos den utilidad de verdad porque somos un servicio público. Podemos vender entradas o tarjetas de transporte. De hecho, antes del confinamiento, decenas de personas nos pedían cada día cambio para los billetes de metro. ¿Por qué no podemos venderlos nosotros también? Abrimos a las 6 de la mañana y lo hacemos todos los días de la semana. ¿Puede haber un mejor punto de venta?» Y es que, cuando todo esto pase, la vida seguirá. Aunque no sabemos si igual.

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