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Y. HUERTAS
GRANADA
Jueves, 17 de agosto 2017, 11:48
Francesco Arcuri se defendió ayer de las acusaciones vertidas contra él por su expareja, Juana Rivas, la madre de Maracena que permanece en paradero desconocido con sus dos hijos menores desde el pasado 26 de julio. «Nunca he maltratado a nadie, nunca, en mi vida», ... fue la lapidaria frase que pronunció en una breve conversación telefónica mantenida con IDEAL.
Han transcurrido ya 22 largos días desde que los niños tenían que estar con él para retornar a su país por orden judicial. Durante este tiempo, el italiano ha pasado de ser una persona anónima que regenta una hospedería en una pequeña isla de Cerdeña a ser un rostro archiconocido, que aparece a diario en los medios con una etiqueta que niega categóricamente. Antes de despedirse de forma educada, negó ser un maltratador con voz cansada y con un rotundo «no». Esto sucedió al filo de las cuatro de la tarde. A esa hora, aún el Tribunal Constitucional (TC) preparaba la resolución con la que cerraba la puerta por segunda vez a Juana.
Durante la mañana, Europa Press se hacía eco de unas declaraciones remitidas por la expareja de Juana ante la carta abierta que su entorno hizo llegar a los medios el martes, en la que la mujer afirmaba que sus hijos, de 3 y 11 años, habían sido testigos de las situaciones por las que había huido de Italia, aprovechando unas vacaciones en España. En esas manifestaciones, Arcuri, condenado en 2009 por lesiones en el ámbito doméstico, afirma que no es un «terrorista» y anuncia que ha solicitado a la Fiscalía de Menores de Granada que active el protocolo internacional de desaparición para encontrar a sus hijos. «Todo esto es insoportable», indica. «Soy un padre con dos resoluciones judiciales a su favor que lleva más de un año sin ver a sus hijos, secuestrados ilegalmente». Se mostró confiado en que «este caso sirva para iniciar una profunda reflexión sobre cómo las campañas de difamación no pueden estar por encima de la ley».
«Sigo teniendo confianza en la justicia y estoy preparado a denunciar a todos los que han, intencionalmente, intentado calumniarme a través de mentiras y falsedades», agregó, incidiendo en que el objetivo era hacerle «pasar como un maltratador a los ojos de la opinión publica, en un proceso inquisitorial paralelo a la ley» en que, «de repente, sería el imputado y Juana Rivas la víctima». «Es terrible la indefensión a la que estoy sometido con algunos medios que se limitan a recoger testimonios anónimos en mi contra sin querer proporcionar otros que avalan mi papel de buen padre y pareja», explicó Arcuri, para quien «todas estas declaraciones son para reforzar la denuncia que puso Juana en julio de 2016», dos meses después de su llegada a Granada «y poco días antes de comunicarme su voluntad de no retornar, denuncia considerada solo instrumental para sustraer a mis hijos», especificó.
La denuncia a la que se refiere, que recayó en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer 2 de Granada -aunque los hechos deberían haber sido denunciados enItalia-, ya ha sido traducida y remitida a Italia por el Ministerio de Justicia. Fue enviada el pasado día 10 de agosto.
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