Una familia devuelve la vida a un pequeño pueblo de Granada con un supermercado

Los vecinos de la localidad tenían que desplazarse hasta Moreda o Torrecardela, a unos 10 kilómetros de distancia, cuando querían comprar cualquier producto de primera necesidad. Esta situación generaba un problema sobretodo a las personas mayores, que no disponen de vehículos o carnet de conducir. «Dependíamos de nuestros hijos o de otros habitantes», cuenta Ángeles. Ahora, la vida le ha cambiado. Entra en el Supermercado de Sara -como se llama la tienda- y busca todo lo que necesita. El establecimiento cuenta con todo lo necesario. Alimentos, productos de limpieza y aseo personas e incluso un espacio con chucherías y helados para los niños. «No podían faltar», detalla la propietaria.

Los vecinos acuden desde el sábado al local en busca de todo lo que necesitan. Si algo no está, Sara lo apunta para recibirlo en el próximo pedido. Reconoce que la prioridad es adaptarse a sus clientes. Por el momento, el supermercado tiene diversos estantes en los que la dueña dispone los productos. Arroz, pasta, legumbres, algunas verduras, carne y pescado. «A este ritmo, voy a tener que agrandar las instalaciones», añade.

No hay en Gobernador un habitante que no haya ido ya al nuevo supermercado. Compran agua o lo que necesitan para cocinar a diario. «Esto nos ha devuelto la vida», explican mientras se encuentran con otros vecinos en el interior del establecimiento. «Hemos ganado todos», expresan. Los habitantes se turnaban para ir a comprar a otros pueblos vecinos o se encargaban los unos a los otros enseres. También se las arreglaban prestándose alimentos cuando algo les hacía mucha falta. «Así era nuestro día a día», relata Ana, otra de sus vecinas. La ayuda entre ellos era fundamental para la supervivencia, aunque ahora acogen con positividad la apertura del supermercado por lo que esto supone para el pueblo. «Hay que mantener los servicios esenciales con los que contamos», destacan.

El regidor fue el último que abrió un supermercado en el pueblo hace ya seis años. Tuvo el negocio durante una década, pero tuvo que cerrarlo por motivos personales. El Ayuntamiento intentó recuperarlo desde entonces, pero hasta hace unos meses nadie se había interesado en su reapertura. Sara, la propietaria, acudía desde hace varios años a Gobernador para vender alimentos en un camión. Fueron los propios vecinos y el alcalde quienes la animaron a quedarse con el local. «La acogida y el recibimiento de los habitante ha sido increíble. Nunca llegué a imaginar nada igual», asegura.

Esta bienvenida por parte del pueblo ha hecho que la mujer pretenda instalarse junto a su familia en el pueblo. Sus dos hijos, Ángela y Álvaro, acogen esta idea también con ilusión. Les gusta la libertad y tranquilidad que hay en el municipio en el que apenas residen 200 habitantes. «Aquí pueden entrar y salir a jugar, ir al parque solos o salir por las noches», expresa su madre, al tiempo que reconoce que está en busca de una casa para alquilarla. Pero no solo sus hijos se han enamorado de Gobernador, también lo ha hecho ella. Con un bar, una farmacia y un colegio, lo único que le faltaba a la localidad era una tienda. Y Sara no ha dudado en proporcionársela en el proyecto que admite «ha sido todo un reto».

El municipio no solo ha ganado un supermercado, también una nueva familia que vivirá en el pueblo con dos niños. «Gobernador sufre la despoblación desde hace años», determina su alcalde. Afortunadamente, también saben cómo hacerle frente.