Pasear por la ruta del colesterol de Granada, así conocido el entorno de la Fuente de la Bicha que conecta la Bola de Oro con Cenes y Pinos Genil a la vera del río, es uno de los mejores planes para desconectar, para hacer deporte o para sacar a los perros.
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En invierno, en las horas en las que aún el sol se deja ver, o en verano precisamente cuando lorenzo se va apagando, ofrece un escenario plagado de actores. 'Runners', paseantes, bicicletas y perros conviven en armonía, con un orden que permite que todos disfruten de este espacio natural al lado de la ciudad.
Pero también es parte del recorrido, cada vez más habitualmente, de otros animales, en este caso salvajes. Los jabalíes han hecho de este espacio su propia ruta en busca de comida. Este lunes una madre con tres jabatos fue capturada cruzando el camino por uno de los viandantes. Aunque los jabalíes acuden con frecuencia desde Cenes para encontrar alimento, suelen hacerlo cuando el camino está menos concurrido.
José María Gil, investigador a cargo de proyecto en el departamento de Zoología de la Universidad de Granada, ha aclarado en algunas ocasiones a este periódico que «existen evidencias de su presencia constantes» a lo largo de la ruta del colesterol. Viven en espacios cercanos y suelen bajar para buscar comida. Lo que sí es cierto es que, habitualmente, merodean por aquí de noche, cuando los granadinos desaparecen del mapa y el silencio es el protagonista.
El hecho de que se haya podido ver a un animal salvaje de este tipo y a esas horas puede deberse a múltiples opciones. La más lógica es pensar que «al no estar amenazado por la caza -como ocurre en otros lugares-, se va habituando a convivir con el hombre y pierde el miedo». También podría ser un síntoma de que se trata de «un animal enfermo», aclara el zoólogo de la UGR, aunque en este caso, una madre con sus tres hijos, no parece el caso.
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José María Gil apunta que los jabalíes no necesitan un hábitat particular para vivir, solo «comida y que los dejen tranquilos», por eso cada vez se acercan más a la ciudad. El experto advierte de que no se les debe dar de comer si los ven, ya que «en este caso sí que se pueden volver agresivos» si no reciben más comida de la que quieren.
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