Domingo, 10 de julio 2022, 23:32
Ya no son las obras que se están ejecutando, sino lo que prometen ser una vez se haya retirado hasta el último operario. Es la amenaza de desnaturalizar el entorno de una de las últimas corralas que quedan en la capital. Ubicada en el barrio ... de Bola de Oro, concretamente en la plaza Puntal de Vacares, los vecinos de estas casas bajas llevan un mes y medio que casi no pueden dormir por las noches pensando en la que se les viene encima. Y para colmo, tras noches de desvelo, las mañanas no son mucho mejores: huelen a gasolina y saben a polvo. El suelo vibra mientras un ruido ensordecedor se instala en sus oídos durante todas las horas que dura la jornada.
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María Luisa es una de estas vecinas, y se siente agraviada en lo más hondo de su corazón:«Nos están humillando como personas», dice. No entiende cómo el Ayuntamiento ha permitido que les engullan dos promociones de viviendas de nueva planta por puro «interés especulativo». A ellos, moradores de casas que tienen «100 años» de vida. «Por un lado, Nos van a encajonar, dejándonos sin vistas y poniendo un mamotreto enfrente, a escasos metros de nuestras casas.Por el otro, se han apropiado de parte de nuestra propiedad. Casi 40 centímetros han invadido con la construcción de otro bloque», señala esta vecina, con un cabreo de aúpa.
Un sentimiento que comparte con Quico, otro de los vecinos, quien se está encargando de dar la guerra urbanística. AIDEAL le explica que llevan ya varios años peleando con la administración a cuenta de esta situación. Su relato de los hechos se extiende por varios mandatos municipales. La obra que amenaza con robarles las vistas y la luz, la preciada luz del sol, comenzó a tramitarse burocráticamente en 2004. Fue el primer embate y lo libraron con alegaciones y, sobre todo, gracias al estallido de la crisis económica, que paralizaron la obra, cuenta este vecino.
Sin noticias de la actuación, siguieron llevándose bien con el solar frente a sus viviendas, donde históricamente había cuatro casas bajas que no interferían ni por altura ni por distancia con su vida. Abandonadas, se demolieron y así ha estado el solar sin tocar hasta hace un mes y medio, que es cuando han vuelto las obras después de una modificación del proyecto.
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Estas familias se quejan de que este trámite lo hicieron durante el estado de alarma de 2020 y sin notificárselo, cuando eran parte implicada. A partir de ahí solo han podido verlas venir. En diciembre del año pasado aprobaron la licencia de obras y hace un mes y medio, como se ha dicho, entraron las máquinas. Jacobo, otro vecino, denuncia que en muchos preceptos el proyecto no cumple el Plan General de Ordenación Urbana.
Lo dice porque se va a establecer una calle, que ellos llaman «foso», de tres metros de ancho «cuando en el PGOUse establece una sección mínima de seis», dice este hombre. Además, según explica, la entrada de coches, que da a un montacargas que llevará a un garaje subterráneo, se ha planteado «reduciendo el espacio peatonal a la plaza Puntal de Vacares». Aseguran que se come un espacio que siempre ha sido peatonal y que además se encuentra junto a sus viviendas.
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Una «ratonera» de entrada que quebrará la tranquilidad de este mini barrio. A todo esto hay que sumar otras reclamaciones, las que tienen que ver con una ejecución de obra que promete prolongarse hasta noviembre de 2023. Entonces tendrán que estar construidos tres bloques con cinco pisos de lujo cada uno. «Nosotros no decimos que no se construya nada, pero que levanten lo que había, nada más que eso», dice María Luisa. Los vecinos han pedido la paralización de la licencia de obra inmediatamente. En los últimos días se están moviendo para hacer presión: han puesto sábanas denunciando la situación. Dicen que en la Granada que «respira», el lema del actual Gobierno municipal, los tienen «asfixiados».
De momento, han sido capaces de paralizar, junto a otros vecinos afectados, la otra obra problemática. Es un edificio que no está enfrente sino pegado a su medianera izquierda. Los promotores ya lo han levantado, pero haciéndolo han invadido parte de las lindes de estos vecinos, además se han 'comido' también unos 40 centímetros de parque. Y el Ayuntamiento, tras comprobarlo, ha detenido los trabajos, que tendrán que ser subsanados. Desde el vecindario esperan hacer lo mismo con el otro edificio ya en obras. Y para ello ya tiene el apoyo de partidos como Unidas Podemos.
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Desde el equipo de gobierno, que también ha mandado allí a sus funcionarios, recuerdan que cualquier licencia, si se aprueba, es porque ha sido visada previamente por los técnicos de urbanismo y del gabinete jurídico. Por lo que si hubiera algún incumplimiento de las normas, las obras ya se habrían paralizado. Pero estas familias no se conforman y prometen guerra, pues son conscientes de que es el último recurso que les queda para recobrar la paz.
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