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Lo que antes era un monte plagado de olivos cerca del vergel que envuelve al río Velillos es hoy un erial en el que se mueven máquinas pesadas, decenas de trabajadores, entran y salen camiones, y apenas quedan algunos árboles como recuerdo de lo que ... fue la finca. Al otro lado del cauce, la imagen que se percibe desde la carretera es similar. En esas 'calvas' en mitad de los vastos olivares habrá, dentro de unos meses, cientos de placas solares que ocuparán 243 hectáreas divididas en tres perímetros distintos. La instalación, como denuncian las ocho familias del cercano núcleo de Búcor, está generando un importante prejuicio en este entorno.
La Junta de Andalucía asegura que la instalación y las obras tienen todos los permisos necesarios, y que no consta ninguna denuncia de los agentes de medio ambiente. Los proyectos y las autorizaciones son públicos. Pero el daño en la zona, insisten las familias con propiedades en el cortijo de Búcor, es incontestable.
Las primeras muestras, explica Pilar Heras sobre el terreno, están en la propia carretera que va desde Pinos Puente hasta Tiena (Moclín). El vial está lleno de tierra y piedras y la entrada a los cortijos, con 200 años de historia, está reformada para el trasiego de máquinas. Los trabajos, según la familia, empezaron a principios de año pero se han intensificado durante el verano.
Los inmuebles de Búcor –muchos de ellos en ruinas– se diseminan paralelos al Velillos y quedan justo a medio camino entre dos de las granjas solares y la tercera. Al estar justo al lado de la carretera, es el punto de paso para los todoterrenos y camiones. Además, un sendero cruza el río. Según denuncian estos vecinos del núcleo, que pertenece a Pinos Puente, han ensanchado y movido caminos privados sin avisarles. E incluso han colocado montículos de tierra.
Lo peor está en el punto en el que este sendero atraviesa el cauce del río. Las máquinas han tapado un pequeño barranco que suele bajar cargado de agua cuando hay lluvia intensa –hay previsión de tormentas para este fin de semana–. Más adelante, en el propio Velillos, los movimientos de tierras para pasar tuberías y el tránsito de vehículos pesados por el camino han invadido el propio cauce. Las entradas y salidas de las canalizaciones han quedado al aire en mitad de una especie de lodazal en el que llegan a pasar un camión y dos todoterrenos en menos de diez minutos.
Junto a las huellas de las ruedas hay restos de cangrejos muertos –un animal habitual en el río– e incluso tortugas. Las familias de Búcor aseguran que las máquinas están aplastando a los animales. Y que todo esto ocurre en un espacio privilegiado, un bonito vergel que forma parte del Camino Mozárabe de Santiago.
«Para hacer una obra nos piden mil papeles. No podemos ni poner una chincheta, pero aquí las máquinas han hecho lo que han querido», cuentan. En esta zona que han tratado de conservar de la mejor forma, heredada de dos abuelos hermanos, han pasado sus infancias. Les duelen los efectos sobre el medio ambiente –insisten en que no se oponen a los proyectos de las placas, solo a los efectos que están provocando las obras–, pero también protestan por el valor sentimental de este entorno que ven deteriorarse.
Han contactado con el Ayuntamiento, pero por ahora no han recibido respuesta. Y confían en que las máquinas lo dejen todo como estaba antes de retirarse de la zona, pero han empezado a movilizarse antes de que sea demasiado tarde y el río ya no se parezca al de siempre.
Desde la empresa promotora, Ignis, aseguran que están realizando los trabajos de las plantas fotovoltaicas "de acuerdo con los requisitos establecidos en la autorización ambiental con la que cuentan los proyectos y las autorizaciones y permisos otorgadas por los organismos competentes". "Ignis ha desarrollado estos proyectos buscando siempre minimizar los posibles impactos y mantiene una estricta vigilancia ambiental durante la ejecución de las obras para garantizar que esto sea así en todo momento. Estamos abiertos a escuchar a todas las partes, tanto las autoridades públicas como vecinos, y tenemos el compromiso de atender y resolver cualquier incidencia que pueda surgir durante el desarrollo de los trabajos".
Según los documentos técnicos, las obras para estas tres granjas –cercanas a otro gran parque solar de 161 hectáreas inaugurado a finales de 2022– afectarán a olivos, encinas y fresnos en el entorno del río. El río estará atravesado por una línea de media tensión. También será necesaria la construcción de una subestación eléctrica. La instalación se conectará a la red de transporte nacional en la subestación de Caparacena.
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