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La poesía muere bajo la Alhambra. Quién lo diría. El lugar más lírico y evocador de Granada, Andalucía, España, Europa y el mundo sucumbe ante al vándalo sin nadie que le plante cara, le corrija, le eduque, le enseñe a amar lo público, lo que es de todos, nuestras raíces. La cultura. Y, de paso, tampoco hay administración alguna que sea capaz de mantener distinguidamente la palabra viva de los referentes culturales de la ciudad. El conjunto, finalmente, es demoledor para el alma, para los ojos y para todos los sentidos.
Este desastre comienza a apuntar maneras hace quince años, cuando en el año 2003 la Fundación Albaicín convertía el camino hacia la Fuente del Avellano en un paseo poético a través de las obras de doce autores granadinos y extranjeros. La idea, preciosa, pretendía conjugar lo mejor de Granada. La belleza natural del entorno con el bagaje cultural de sus gentes más ilustres para contagiar a todos los que decidieran pasear por el lugar, por la Fuente del Avellano.
Las obras que el paseante podía leer -ya no, porque con las pintadas son prácticamente ilegibles-, son en primer lugar del poeta granadino Justo Navarro y en segundo lugar de Henry David Thoreau (elegido de José Carlos Rosales).
El itinerario poético continúa con el 'Poema de Valparaíso', de Antonio Carvajal. Posteriormente aparece el poema de Rafael Alberti 'De ayer para hoy' (elegido por Luis García Montero). Francisco Acuyo es el autor del siguiente poema, titulado 'La música del agua'. Emily Dickinson aparece con uno de sus poemas más conocidos: «Si no estuviese viva cuando vuelvan / los petirrojos, al de la encarnada / corbata, en mi memoria/ echadle una migaja».
Sigue Antonio Muñoz Molina con un texto de 'La huerta del Edén', donde evoca sus recuerdos infantiles de fuentes y de agua. José Carlos Rosales se encuentra representado con el poema titulado 'Casa escondida'. Al granadino le sigue un poema de San Juan de la Cruz, de su conocido 'Cántico espiritual', que fue escogido por Justo Navarro.
El camino prosigue hacia la poesía de Ángeles Mora recogida en el poema 'Summertime', del libro 'La dama errante'. Próximos ya a la Fuente del Avellano se sitúa la poesía de Jorge Luis Borges con 'Las cosas', de 'Elogio de la sombra'.
Cierra este itinerario-lectura el poeta Luis García Montero, quien se decidió en su día por publicar sobre una de las piedras el inédito titulado 'Contigo'. Es justo haber recordado ahora estos versos, palabras al viento, porque en la Fuente del Avellano, ahora, apenas se pueden ya leer, fruto del abandono y del vandalismo.
El camino de la Fuente del Avellano ha pasado por todo tipo de problemas. En agosto de 2004, un año después de ser inaugurado, finalizó el plazo que dio el Ayuntamiento a la empresa que trabaja en la zona para restaurar el entorno, ya que por unos derrumbes y los actos vandálicos, el camino estaba cerrado y las losas con los poemas llenas de pintadas.
Tres años después, en 2007, el PSOE denunciaba que el PP no había hecho nada por cuidar y mejorar un espacio que los socialistas recuperaron con gestión de la Fundación Albaicín, y que las pintadas, empedrados destrozados, suciedad e inseguridad eran los problemas que habían provocado que casi nadie se aventure por el lugar.
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