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Maite Araluce, en su terraza del Realejo. IDEAL
«Es fundamental saber que hay una voz amiga para acompañarte»

«Es fundamental saber que hay una voz amiga para acompañarte»

Mi aislamiento · Maite Araluce ·

Sin desatender su tarea como presidenta nacional de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, disfruta de la cocina y de la compañía de cuatro de sus ocho hijos

ENCARNA XIMENEZ DE CISNEROS

Martes, 7 de abril 2020, 02:53

Tiene cuatro varones y las cuatro niñas que son, junto a su marido, Ramón, el grupo que comparte estos días la casa familiar situada en el Realejo. Allí, como viene siendo la norma en muchos hogares, pasan el tiempo «hablando mucho», algo que, en el día a día, era más complicado por las distintas obligaciones que cada cual tiene.

Esas que, ahora, les hace vivir la situación de forma distinta y compartir incertidumbres, sobre todo una de su hijas que «está esperando a ver qué pasa con la selectividad», mientras que otra de ellas «se ha venido de Madrid, donde estudiaba en la Universidad», pero sigue, sin problemas, las clases on line y hasta continúa sus prácticas en una empresa.

Están acostumbrados al orden y la organización, así que el reparto de tareas «las tenemos ya asumidas –explica– y lo hacemos como siempre». Eso sí, se permiten cosas nuevas como «hacer el pan en casa», porque a Maite Araluce, como buena vasca, le gusta mucho la cocina, algo que han heredado sus hijos, sin distinción de sexo, y está afanada en recetas «de aprovechamiento», para no tener que salir mucho a la calle.

Familia repartida

El resto de la familia, los chicos, están repartidos, «dos en Madrid, uno en Fuengirola y otro en Inglaterra». Este último es el que le ha hecho abuela por seis veces y, con esa excusa, aprovecha «para aprender inglés», todo un reto «porque yo en el cole –confiesa– solo daba francés». Pero le apetece poder comunicarse mejor. Hay otro nieto más que se ha incorporado a la ya extensa familia, y a todos ellos les dedica otro de sus ocios, la costura: «Estoy haciéndoles chaquetitas de punto». Y aún le queda tiempo para leer.

Días intensos, porque tampoco ha dejado de trabajar como presidenta de la AVT. «Estamos mandando videos de nuestros psicólogos dando pautas, no sólo a nuestros asociados», indica. Tienen tras de sí bastante experiencia ante casos que generan ansiedad y sabe que es importante que nadie se sienta solo. Por eso, «no paramos» y, además de la atención psicológica, dan muchas opciones, como los talleres que ofrecen on-line ante la imposibilidad de hacerlos presenciales, y se está apuntando mucha gente. Ayudan a difundir las normativas que van saliendo, actividades culturales y, lo más importante, atiende a sus asociados con llamadas telefónicas para que sepan «que hay una voz amiga que está pendiente de ellos».

El tiempo lo organizan con un horario de lo más apretado, que respetan, como la disciplina del vestuario: «He prohibido los pijamas en la casa, aquí todo el mundo arreglado como si fuéramos a trabajar», porque «no estamos de vacaciones», y, además, «es mucho mejor para el ánimo».

El que transmiten a la hija mayor, que es auxiliar de enfermería y trabaja algunos días en una residencia de monjitas. «Es la más expuesta», pero «lo está haciendo fenomenal, está contenta». Para darle ánimo, cada vez que vuelve del trabajo, «le hacemos un pasillo, con aplausos», revela. Los mismos que comparten cada día a las ocho de la tarde desde su terraza.

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