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Alina y Anna, en un parque en Granada. Alfredo Aguilar
«El futuro se ha roto en Ucrania»

Alina y Anna

«El futuro se ha roto en Ucrania»

La mirada de Alina Kuts sobre el futuro de su patria, tras escapar a Granada e intentar volver dos veces pese a las bombas, es tan oscura como el humo de los cañones que bombardean Melitópol

Jueves, 23 de febrero 2023

Alina Kuts, 29 años, madre de Anna, de 10 años, tiene como su hija esos ojos de colores entre azules y verdosos como el color de la miel, el producto estrella de su ciudad, Melitópol. Pero sin embargo su mirada es tan oscura como el humo de los cañones rusos que bombardean a los ucranianos desde hace un año.

Alina era feliz con su hija y su trabajo en Melitópol, donde trabajaba en una casa de compra venta de oro, joyas y metales preciosos. «Me encanta mi trabajo. Me gusta el oro y aquí en Granada me gustaría encontrar trabajo en una joyería. Soy muy buena en esta profesión», explica y ahora sí, una chispa se ilumina en sus ojos.

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Anna es una niña llena de amor a su madre. Anna, de diez años, cruzó Ucrania de la mano de su madre de norte a sur, desde el mar de Azov hasta la frontera con Polonia, «esquivando los drones de combate que bombardean todo lo que se mueve», comparte horrorizada Alina. La pequeña, vivaracha y encantadora, está escolarizada en Granada en el colegio Cristo de la Yedra, ha empezado a chapurrear el español y se le ve perfectamente integrada.

Pero hasta llegar a este momento, un año después de la invasión rusa de Ucrania, un 24 de febrero a las cuatro de la madrugada, según consta ya para los libros de la historia de la infamia, Alina y su pequeña Anna han salido de Ucrania, llegaron a Granada vía Málaga, trataron hasta dos veces de regresar a Ucrania y, finalmente, residen de nuevo en Granada. Un vaivén lacerante que agota el alma. Un zig zag de la vida que puede dejarles perdidas en un limbo sin sentido.

«Escapamos porPolonia, esquivando los drones de combate rusos que bombardean todo lo que se mueve»

La historia no ya por común es terrible. «Mi ciudad fue ocupada por los rusos. La guerra llegó a la puerta de mi casa». Así que decidió escapar. «El 22 de marzo salí de Ucrania, con Anna, por Polonia. Y desde la frontera polaca, directa a España. A Granada llegó en el mes de junio con Anna. Resulta que aquí en la ciudad de la Alhambra tenia amigas y algún familiar, así que la opción estaba clara. Pasó del tirón todo el verano. Pero ya en septiembre echaba de menos su patria e intentó volver. Comenzó entonces una peripecia más ardua y dura casi que la que supuso escapar de un país que estaba siendo invadido por los tanques rusos.

«Quise volver y estuve un mes y medio intentando entrar en Ucrania». Su destino era Zaporiyia o Kiev, la capital. Fue entonces cuando todo se fue al traste porque empezó una ofensiva bélica rusa más fuerte todavía. Entonces cambió de ruta.

Abandonó la idea de entrar por Crimea, totalmente ocupada por los rusos, y se trasladó de nuevo a Polonia, por donde había escapado la primera vez. «Llamé a mi familia y les dije que era imposible volver a Melitópol porque está ocupado por las tropas rusas y no nos dejaban entrar». Los sollozos hacían entonces más ruido que la explosión de las bombas.

«Quería volver a Ucrania porque echaba mucho de menos a mi familia, a mi abuela, a mis padres. Quiero estar con mi familia. Y todo esto, con Anna por compañía, una niña de diez añitos, que no hacía más que llorar y llorar porque quería ver a su abuelita».

–¿En Granada estaba bien?

–Sí, me gusta Granada, por eso volvimos aquí. Estoy dentro del programa de refugiados de cruz Roja perfectamente atendida.

–¿Qué planes tiene para este año?

–Aprender bien el idioma y buscar un trabajo que me guste. Por ejemplo, una casa de empeño, o una joyería, que me gusta y se me da bien.

–¿Qué piensa ahora, un año después de la invasión rusa?

–Quiero mucho a mi familia y a Ucrania. Espera que termine la guerra muy rápido, pero parece que va a seguir y seguir durante mucho tiempo. Los rusos son unos cabrones, porque están en nuestra tierra y matan a nuestra gente, bombardean nuestras casas, nos dejan sin alimentos. No hay futuro en la guerra. Muchos niños no tienen futuro en Ucrania. El futuro se ha roto en Ucrania. Nunca hay luz, como mucho dos o cuatro horas al día, y la comida es muy cara. Tampoco hay trabajo. Siempre esperan que caiga una bomba en su casa. La gente vive con miedo.

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