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Vox ya se presentó a las elecciones municipales en Granada capital en mayo de 2015 y obtuvo 989 votos; sólo sesenta papeletas más que el Pacma y menos de la mitad que UPyD. En las generales de junio de 2016 le fue todavía peor: 984 votos en toda la provincia. No hablamos de la época de Jarcha: hace tan sólo tres años, Vox era poco más que un grupo de amigos. La eclosión vino en las andaluzas de 2018, hace menos de un año. Aquella noche, Vox entró por primera vez en una institución y se disparó en Granada a 46.952 votos. El partido fue el primer sorprendido. Ni siquiera tenía estructura en la comunidad y los doce parlamentarios electos tuvieron que citarse en un hotel de Sevilla para conocerse entre ellos.
El pasado 10 de noviembre, 99.505 granadinos dieron su apoyo a Vox, que estuvo a menos de un punto y a 4.730 papeletas de convertirse en segunda fuerza política en la provincia. Lo ha sido en 76 municipios y la opción más votada en Vegas del Genil y en Nívar; prácticamente, sin pegar un solo cartel.
¿Quiénes están detrás de este fenómeno? Pues la estructura interna de Vox sigue siendo –sin exagerar en exceso– poco más que un grupo de amigos. El jueves por la tarde, la gestora se reunió en un bar de la calle Pedro Antonio y cabía en una mesa. Pero el partido ha superado el millar de afiliados, que pagan una cuota mensual de nueve euros. Busca una nueva sede –la actual está en el Camino de Ronda– y cuenta con 40 agrupaciones locales. De los pueblos grandes sólo le falta implantarse en Loja y es cuestión de poco tiempo.
El rumbo de Vox en Granada cambió tras la designación como candidata al Congreso de Macarena Olona, una de las personas de confianza de Santiago Abascal. Hasta ese momento, el partido había tenido dos presidentes y ambos salieron de manera turbulenta por embrollos judiciales que nada tenían que ver con su trayectoria política. La última aparición pública de Macarena Olona en Granada fue en el mes de julio. El avanzado estado de su embarazo le ha impedido hasta hacer campaña en la provincia. Sigue de cerca cualquier novedad en la plaza del Carmen y no es ajena a ninguna de las declaraciones ni estrategia de Vox en Granada. Es la que marca el ritmo, eleva el tono del discurso o lo apaga temporalmente. Y aunque haya quien piense –quizás para tranquilizarse– que ya se ha olvidado del pleito por el gobierno municipal, tiene previsto volver sobre el asunto cuando se vaya el foco del debate nacional.
Madrid comenzó a intervenir en la estructura interna tras el 28 de abril. El responsable del área sur es Jacobo Vázquez, un sargento del tercio Alejandro Farnesio de la Legión. En Granada, el partido lo dirige una gestora desde la destitución de Julio Vao –él dice que se fue, aunque fuera minutos antes de que lo cesaran– un mes antes de las generales. El presidente es Manuel Martín, un conocido empresario de la Costa –es concejal en Salobreña– que dejó el PP tras las municipales de 2015, al mismo tiempo que Santiago Abascal Escuza, padre del líder de Vox. La vicepresidenta de la gestora es Cristina Jiménez, concejala en Maracena y diputada provincial; la secretaria es Marta Peña; y ejercen de vocales Macarena Olona y Onofre Miralles, portavoz en el Ayuntamiento de la capital. Vox celebrará primarias en primavera para elegir al presidente de su partido. Hasta aquí han llegado –a punto de ser segunda fuerza en Granada– con una estrategia poco menos que improvisada sobre la marcha. Lo mismo ha sido precisamente por eso.
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