Se abrochó el botón de su camisa negra en cuanto bajó del coche en la Gran Vía y sintió el frío de una mañana de diciembre en Granada. Mijaíl Gorbachov había venido a la ciudad para participar en el seminario 'Mediterráneo: Encuentro de civilizaciones' organizado ... por el World Political Forum, en el que iba a compartir debates con Shlomo Ben-Ami, Federico Mayor Zaragoza o Michel Rocard, entre otros. Esa noche había dormido, ironías del destino, en la suite del obispo del Hotel Santa Paula donde se alojaba: «Ninguna otra ciudad puede unir más y mejor a Europa y el Mediterráneo», comentó en la cena de bienvenida en la que participaron los ponentes del encuentro que tuvo como anfitriona a la consejera andaluza de Cultura, Rosa Torres, y a la que asistió Mar Villafranca, que ocupaba el cargo de directora del Patronato de la Alhambra, la entidad que había organizado el encuentro. «Hubo una propuesta por parte de el World Political Forum para organizar un seminario en España y la Alhambra era un lugar simbólico para celebrarlo». Villafranca recuerda que en aquella cena Gorbachov le comentó que los niños rusos aprenden en el colegio una canción sobre Granada, y él tenía esa ilusión infantil de conocer la ciudad y el monumento. «Los rusos son serios, pero cuando entré en conexión con él, se relajó. Lo vi una persona sensible, hablamos de música y del vasto patrimonio cultural de Rusia», explica la historiadora.
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Quienes compartieron aquel momento con el expresidente ruso recuerdan que conservaba el gesto sobrio de los dirigentes de la extinta URSS, pero que su risa breve descomponía un ademán solemne solo en apariencia (aunque el fotógrafo de IDEAL Ramón L. Pérez se llevara una reprimenda del político al insistirle en que posara para la foto: «¡Imposible!», le espetó cuando le apuntaba con el objetivo). «Impresiona estar con un hombre que había cambiado el mundo», dice Carlos Morán, el periodista que, junto al entonces subdirector de IDEAL, Félix Rivadulla, lo entrevistó para este periódico. «Conversaba con la misma precisión con la que un jugador de ajedrez mueve ficha y se molestó cuando sacamos el tema de las mafias rusas y su presencia en zonas como Andalucía». Bebía té con limón con dos sobres de azúcar y no hablaba nada de inglés.
Había gobernado la URSS desde 1985 a 1991. Premio Nobel de la Paz en 1990, su política desactivó la amenaza de la 'guerra fría' y propició la unificación de Alemania. Leer esta entrevista con el conflicto de Ucrania latente, es casi más interesante que en aquel 2005, fecha en la que tuvo lugar este encuentro. «En Rusia hay cincuenta millones de personas que se quejan de la disolución de la Unión Soviética. Yo también lo lamento, pero sé que teníamos que avanzar», dijo entonces.
En Granada coincidió con Felipe González, al que abrazó emocionado antes de comenzar la multitudinaria conferencia coloquio que compartieron en CajaGranada. El expresidente español se refirió a Gorbachov como «la voz de la experiencia en el cambio copernicano que se produjo en el siglo XX«. Ambos políticos expresaron su admiración mutua y complicidad de camaradas. La ciudad de la Alhambra volvió a hacer honor al tópico de ser encuentro de culturas con la celebración de aquel foro impulsado por la organización que presidía el Nobel. El Palacio de Carlos V fue el escenario perfecto para reflexionar sobre las fronteras entre Norte y Sur y Oriente y Occidente, con la amenaza del terrorismo como trasfondo de la política internacional y el deseo de que la Alianza de Civilizaciones pasara de las palabras a los hechos. «¡Wonderful day and a wonderful place!» dijo al despedirse del Palacio. Tras la jornada de trabajo, Villafranca lo acompañó en un recorrido privado por el monumento para los participantes en el seminario. «Fue una visita rápida», recuerda la entonces directora del Patronato, «pero se produjo esa sensación de fascinación por este lugar, sobre todo recuerdo que le gustaron mucho las vistas del Albaicín desde la Alhambra». Granada, ciudad que visitaba por primera vez en su vida, sedujo al líder político que planteó la idea de convertirla en sede permanente de debates sobre la convivencia y colaboración entre ambas orillas del Mediterráneo. Una cena en La Chumbera cerró la estancia en la ciudad del líder ruso.
Mientras apuraba su té, Carlos Morán le hizo una última pregunta: «¿Cómo cree que le recordarán los libros de historia?» «Me gustaría que me recordasen como una persona que siempre eligió un enfoque moral en la política». Spasibo, míster Gorbachov.
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