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Javier Morales
Granada
Sábado, 6 de febrero 2021, 01:05
El tramo de la muralla nazarí junto a la ermita de San Miguel Alto tiene una media de un grafiti cada dos metros. Dicho así, la construcción defensiva del siglo XIV podría parecer un ordenado museo del spray, pero lo cierto es que en los 200 metros de pared que bajan desde el cerro hasta el entorno de Fajalauza hay 96 pintadas, ninguna con valor artístico, amontonadas por tramos a uno y otro lado de la tapia original y, especialmente, en el muro de granito levantado en 2005. Los trazos de colores, en su mayoría firmas, afean un Bien de Interés Cultural (BIC) situado en un área incluida en la lista de patrimonio mundial de la Unesco. Esta plaga de vandalismo que afecta a la muralla desde hace años va a peor, por lo que el Centro Unesco de Andalucía ha pedido a las autoridades que actúen para poner freno al abandono de la zona.
En un comunicado firmado por el presidente del centro, Ángel Bañuelos, la institución hace un llamamiento al Gobierno central, la Junta y el Ayuntamiento, así como a la Fiscalía, para que actúen sobre los autores de los delitos contra este monumento. Además, pide la eliminación «lo antes posible» de las pintadas, porque «su existencia invita a nuevas agresiones». Por último, sugiere la colocación de señales que indiquen que se trata de un elemento histórico, del sigloXIV, y protegido, por lo que deteriorarlo es un delito.
En su misiva a las administraciones, Bañuelos hace un recorrido histórico por la muralla que rodeaba al antiguo arrabal del Albaicín. Se conservan unos 1.430 metros en diversos tramos, desde el puente del Rey Chico, sobre el Darro, hasta la ermita, y descendiendo hasta la Puerta de Elvira. En el año 1922 fue declarada Monumento Arquitectónico-Artístico. En el 58 comenzó su restauración y ha pasado por una decena de proyectos para frenar su deterioro y mantener la imagen tradicional del cierre de la ciudad. Las actuaciones en el entorno de San Miguel Alto, concluye Bañuelos, «no ha conseguido los resultados esperados, debido a las numerosas actividades informales y, en su mayor parte ilegales, que se vienen realizando sin control en los últimos años». En 2005 se levantó el muro de granito rosa, 42 metros que cubrían el hueco de parte de la muralla que había quedado derruida, y las escaleras de peldaños de granito gris que llevan al pie de la misma. «Actualmente las citadas escaleras se encuentran llenas de pintadas, con bastantes peldaños desplazados y parcialmente tapadas por la vegetación silvestre. Por su parte, el muro calado presenta varias decenas de pintadas de todo tipo».
En efecto, la obra del arquitecto Antonio Jiménez Torrecillas, fallecido en 2015, es una diana del gamberrismo desde el mismo momento en que se levantó. El interior, transitable, está descuidado y lleno de desperdicios. La tinta de rotuladores y botes de spray parece agarrarse bien a estas paredes:como pudo comprobar IDEAL, en el exterior hay todo tipo de firmas –se lee un «2018» que da idea de la dejadez en su limpieza–, letras en color plata y algún verso suelto: «El amor reinará».
«Lo más lamentable», afirma el comunicado del CentroUnescoAndalucía, es que las pintadas también afectan a la muralla histórica y «se han visto incrementadas notablemente en los últimos meses». Bañuelos contabiliza cerca de 80 a ambos lados, «algunas de gran tamaño». «Varias de las más llamativas van acompañadas de textos en inglés, en los que aparece frecuentemente la palabra 'fuck' y frases como 'wet pussy energy'», describe. «Algunas de las pintadas incluso contienen las firmas de sus autores.También se pueden observar vertidos recientes de escombros de obras a los pies de la muralla o en sus inmediaciones».
En el tramo más cercano a la ermita, de unos 72 metros, el deterioro también es visible, «con pérdida de masa de tapia en las dos caras, que en algunos puntos casi afecta a la totalidad de sus 120 centímetros de anchura». Bañuelos no descarta «un próximo derrumbamiento en algún trozo de esta muralla».
Compara el estado del monumento granadino con el de las murallas «en perfecto estado de conservación, con paseos desde los que se puede disfrutar de su belleza» de Ávila, Toledo, Córdoba oSevilla, «entre otros muchos lugares». «No conocemos en ninguna ciudad española un caso de vandalismo cometido sobre sus murallas y de abandono y degradación del entorno tan fuerte como el de las murallas del Albaicín. Y esto sucede a pesar de que están dentro de un área incluida en la lista del Patrimonio Mundial por la Unesco desde 1994.
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