Enfundado en su camiseta del Betis, este motrileño de 18 años resume en una frase lo que supone la escuela Hogar Madre Teresa del Albaicín para todo el alumnado:«Es una segunda oportunidad». Le brillan los ojos cuando reconoce que es de esos «privilegiados» –es ... la palabra exacta que utiliza–, que ha podido ingresar como interno en este centro educativo. Razón no le falta. Lo explica Marina Azpitarte, directora de la escuela hogar Madre Teresa, ubicada en la calle San Juan de las Reyes, gestionada por la congregación de religiosas de La Presentación de la Virgen María de Granada. «Todos los chicos y chicas que están aquí internos –son hoy en día un total de 109–, vienen derivados de los servicios sociales de la Junta de Andalucía».
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Dicho a las claras, «cada uno y cada una de ellas tiene detrás una buena historia». En efecto, «hay que tener en cuenta que el centenar de largo de internos e internas vienen derivados por Servicios Sociales por encontrarse sus familias en situación de riesgo o de exclusión social». Su procedencia es variopinta. «Vienen de toda Andalucía (sobre todo Granada) y también hay mucho migrante, de países como Senegal, Perú, Bolivia, Ucrania, Rumanía o Marruecos».
La gran familia del Albaicín que forma el profesorado y el alumnado de la escuela hogar Madre Teresa trabaja a fondo, duro y con disciplina educativa. Es fundamental aprovechar esta segunda oportunidad. Para ello, además de la asistencia a clase por la mañana en los centros educativos del Albaicín, las tardes tienen un programa completo de aprendizaje innovador para solucionar precisamente los problemas que los derivaron a esta casona impresionante, grande, amplia, con escaleras infinitas sí, pero que llevan siempre al cielo de la educación.
Un lugar amable en el que hagas lo que hagas, ves la maravilla de la Alhambra por los patios, las terrazas, las aulas. «Hasta se ve la Alhambra desde el cuarto de las escobas», comparte la directora. «Trabajamos con las familias el tema de habilidades parentales, lo que falla en casa, como, por ejemplo, a la hora de poner normas, que afecta a muchísimas familias. Hay que ver que aquí sí cumplen las normas y llega un momento que los confrontamos con lo que pasa en casa. Sí aquí trabajan, respetan, dejan de utilizar móvil... ¿Qué pasa en casa? ¿Por qué no funciona? Así que nos reunimos y formamos una especie de contrato de modificación de conductas. Y funciona».
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«La experiencia es que los padres nos preguntan –sobre todo con los hijos adolescentes– cómo ser padres, ser mejores padres. No basta con quererse mucho», explica.
Otra experiencia que va incrementando su éxito afecta a los chavales con fracaso escolar absoluto que, poco a poco, van teniendo pequeñas experiencias de éxito y quieran continuar en ese círculo. «Entones se motivan, estudian un poco más y sacan más». Al final, el resultado es que todo aquél que permanece en la escuela hogar Madre Teresa se titula.«Es un porcentaje muy alto el que titula en la ESO. Es de un 95%».
Marina Azpitarte también explica que esta escuela hogar es un recurso de la Consejería de Educación para los ciudadanos andaluces que a veces no se conoce. «Hay familias que lo están pasando mal con la crianza de sus hijos, bien por conciliación familiar o por temas de conflicto familiar, y nos gustaría que nos conocieran. No tienen que hacerlo solos. Somos un equipo motivado y preparado perfectamente para ayudarles».
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En efecto, la escuela hogar tiene como finalidad atender a niños, niñas y adolescentes que se encuentran en situación de vulnerabilidad y facilitar su escolarización. «Nuestros alumnos son derivados por los servicios sociales que acreditan la situación de riesgo social y es la Consejería de Educación la que adjudica las plazas de la escuela hogar». Están encantados. «Para ellos es un lugar privilegiado de convivencia, un espacio de crecimiento, de encuentro, de aprendizaje, de experiencias compartidas, de conocimiento de los otros, de descubrimiento de uno mismo y del mundo», apunta.
La razón es que uno de los objetivos fundamentales de la escuela hogar supone lograr este ambiente de convivencia basado en el respeto y la superación de las propias limitaciones.
La Presentación abrió esta escuela hogar en 1973. «Desde entonces se ha desempeñado una importante labor en la formación e integración social de niños y niñas que, además, han podido realizar estudios superiores». No se han quedado quietos. A lo largo de los años han ido adaptando su actuación al perfil del alumnado. «Nacimos para dar respuesta a los niños que vivían en el campo, pero hoy somos una institución compensadora de desigualdades».
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Una jornada tipo es muy ordenada. Hay 109 internos, modelo mixto, de edades entre 6 y 18 años, que cursan la enseñanza obligatoria, desde 1º de Primaria hasta que terminan ESO o FPP (la FP básica).
07.15 h. Amanece que no es poco. Es el turno del aseo, recogida de dormitorios para que trabajen los hábitos de higiene y orden. Desayuno. Casi todos van por la mañana al Ave María Casa Madre o al colegio Divino Maestro, los dos en el Albaicín. Les acompañan desde el centro a sus lugares de estudio.
14.00 h. Los recogemos cuando finalizan. Primaria a las 14.00 y Secundarias a las 14.45. «Comen aquí, nada de catering, todo es comida casera. Hoy por ejemplo hemos comido puchero y croquetas y helado. Hay una cocinera, Ángeles, que es genial, maravillosa. Les hace migas caseras, pizzas, todo rico y entretenido».
16.00 h. Llega el momento del tiempo libre hasta las 16.00, que comienza el estudio. Organizados por grupos de edad, cada estudio tiene un tutor o tutora. «Les pregunta la lección, les enseña y ayuda con los esquemas y los resúmenes. También tenemos un licenciado en Física que les da refuerza de Ciencias a los mayores, a los de la ESO. Son como clases particulares y funciona muy bien. También hay un refuerzo de inglés porque son las asignaturas que más les cuestan. Tienen dos psicólogos. Trabajan mucho la salud mental y el bienestar emocional».
18.00 h. Transcurrido el estudio toca el recreo, merienda y los juegos. Después hay más estudio y talleres con los psicólogos. La tarde está repartida en estudio, ocio y psicólogos. Los mayores pueden salir una hora durante el recreo solos a la calle. La mayoría se compra chuches y se quedan en el Paseo de los Tristes. Así se sienten un poco libres.
20.00 h. Llega la hora de la cena. Primero los pequeños a las 20.00. luego los grandes a las 20.30. Después llegan las duchas en los dormitorios. Se distribuyen por grupos, higiene dental y ir bajando de revoluciones.
10.30 h. Se apagan las luces. «Yparece increíble que funcione, pero les retiramos los móviles para que se duerman. Yse duermen».
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