70 aniversario del hospital granadino
La gran familia del Virgen de las Nieves
70 aniversario del hospital granadino
La gran familia del Virgen de las NievesEl sol cae por encima de la imponente fachada del Hospital Universitario Virgen de las Nieves (HUVN). A sus pies, buscando la sombra, los abrazos y los besos vienen y van como si no hubiera pasado el tiempo. «¡Qué alegría verte, Manuel!», se escucha. «¡ ... Pilar! ¿Cómo estás?». Poco a poco, las quince personas se arremolinan delante de la cámara para cantarle cumpleaños feliz a su otra casa. La mitad pusieron las raíces y, la otra mitad, el huerto que ahora florece.
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Hace 70 años, el 26 de septiembre de 1953, la ciudad sanitaria del HUVN abrió sus puertas para cuidar de Granada. Una ciudad por la que hoy habitan 7.000 profesionales que atienden a más de un millón de pacientes al año, con casi dos millones de actos asistenciales. Una ciudad colosal, compuesta por diez grandes edificios dispersos por la provincia que son clave de nuestro sistema sanitario, referencia absoluta en Andalucía Oriental. En estos 70 años, la innovación ha marcado el rumbo de varias generaciones unidas por una misma vocación. De todas las historias fantásticas que suceden cada día, enfocamos siete instantáneas que, de alguna manera, reflejan todo lo que sucede –y ha sucedido– en esta gran y querida familia.
Neumología Concepción Morales y José Manuel González
Los pasillos de la Unidad de Cuidados Respiratorios todavía relucen. Cuando la covid nos asfixiaba, aquí se remangaron para hacer de esta planta el pulmón que sostuviera Granada. «Estamos muy orgullosos, en tres años esto ha dado un cambio importante fruto de la generosidad del equipo humano», dice Concepción Morales, jefa de servicio de Neumología y una de las profesionales clave durante la pandemia. Mientras camina hacia la sala de broncoscopia, señala el puesto de enfermería, desde donde se monitoriza absolutamente todo, y saluda cariñosamente a varias compañeras. «Estoy muy feliz aquí».
El área de Neumología ha alcanzado un nivel de excelencia con la implantación de técnicas innovadoras, una decena de proyectos de investigación y un servicio que es punta de lanza. «El primer residente que eligió Neumología el año pasado cogió nuestro hospital. Eso es un orgullo», sonríe Morales. Al llegar a la sala de broncoscopia, la doctora abarca la estancia con sus brazos. «La complejidad de esta sala ha ido creciendo progresivamente desde que yo empecé. Ahora hay técnicas muy invasivas que no necesitan meter al paciente en quirófano, todo a través de la vía aérea».
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De la historia de este lugar sabe mucho José Manuel González de Vega, histórico del hospital y especialista internacional en cáncer de pulmón. «Tuvimos la enorme suerte de vivir el momento en el que había que crear este servicio. Nosotros pusimos las raíces, pero ahora ha eclosionado con gente buenísima, mucho mejor de los que estábamos antes», guiña a Morales, a quien conoció como residente. «Lo que ella y su equipo hicieron en la pandemia –añade– fue una maravilla». «Con la pandemia –responde la alumna– no dimos un paso atrás y lideramos el cambio. La pandemia fue una tragedia que convertimos en oportunidad. Y lo hizo la gente».
Neurocirugía Ana Román y Ventura Arjona
Ventura Arjona, de 86 años, se arregla el nudo de la corbata en el semisótano del centro Doctor Olóriz. Al ver a Ana Román, subdirectora médica del Hospital de Neurotraumatología y Rehabilitación, le dedica una ancha y sincera sonrisa que parece sacada de una película de Pixar. Arjona, su maestro, es una eminencia: medalla de Andalucía, referencia internacional en varias universidades y fue, durante más de 30 años, jefe de Servicio de Neurocirugía del HUVN, que él mismo creó. «Llegué en 1973 y sigo siendo emérito –dice Arjona–. Este hospital supone el trabajo de mi vida y creo que ha sido y sigue siendo líder de la especialidad».
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Efectivamente, el HUVN fue el primer hospital público de Andalucía en realizar una operación de radiocirugía. «Me siento bien al volver aquí y ver cómo ha evolucionado la especialidad –añade Arjona–. Y ahora tenemos el 'GammaKnife', que es una maravilla». Román es una de las neurocirujanas que utiliza a diario el 'GammaKnife', una tecnología única en la sanidad pública española, capaz de tratar tumores y otras patologías del cerebro de forma más precisa, rápida y menos agresiva. «La máquina –explica la doctora– es muy precisa, como un cuchillo pero con radiaciones, de ahí el nombre».
Román llegó hace 20 años bajo la tutela de Arjona. «Esta es mi casa, parte de mí. Me han enseñado todo lo que soy y seguimos evolucionando lo que podemos». Arjona echa la vista atrás y se impresiona de todo lo que ha avanzado la radiocirugía. «Cuando empecé teníamos que operar sin ver los tumores. ¡Ocho horas operando! De meter un microscopio dentro del cerebro a hacer una pequeña incisión... Con la radiocirugía, los enfermos están aquí una hora y luego se ponen su corbata –Arjona se aprieta el nudo y sonríe entrañable– y se van a casa. Imaginaos lo que es».
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Hematología Pilar López y José Manuel Puerta
A Pilar López la siguen conociendo como «la madre hematológica». En una época en la que casi no había médicas en el hospital, ella era pura inspiración. «Mi vínculo con Pilar no es solo profesional. Ella me acogió y sabe cosas de mí que no sabe ni mi madre», bromea José Manuel Puerta, de 41 años, investigador, director del Biobanco de Andalucía y actual jefe de servicio de Hematología.
Pilar, de 74 años, que además ha sido presidenta de la asociación GranaDown, fue muy feliz en el hospital. «Mi vocación era ser médica. La hematología es una de las especialidades más bonitas porque genera una relación médico-paciente muy estrecha. Con decirte que todavía me mandan mensajes para felicitarme mi santo o me paran por la calle para recordarme que son padres gracias a nosotros… Eso te llena muchísimo».
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Desde que Puerta llegó al HUVN su implicación con el hospital ha sido absoluta, tanto que este 70 cumpleaños lo siente como propio. «Es mi hospital. Soy de Granada y quien hace su residencia aquí sabe que es su hospital. Eso lo llevas en la sangre por todos sitios».
Las investigaciones del servicio de Hematología del HUVN se siguen en toda España a través de guías hospitalarias y de calidad asistencial con las que han participado en congresos internacionales. Además, fueron el primer centro de Andalucía en ofrecer los programas de transplantes y quimioterapia domiciliarios. «Es un orgullo innovar con un equipo tan implicado», dice Puerta, uno de los jefes de servicio más jóvenes del hospital. «Tenemos un cordón umbilical con los pacientes porque es muy difícil dar un alta. Nos han invitado a bautizos, comuniones y a veces, por desgracia, hemos ido a funerales por ese vínculo que se crea a lo largo de los años». Pilar, con ojos de madre, termina: «Hemos formado una gran familia».
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Cardiología Pediátrica María del Mar Rodríguez y José Miguel Pérez de la Cruz
Por las paredes y los estantes de la Unidad de Cardiología Pediátrica, en el Hospital Materno Infantil, hay cientos de sonrisas. Sonrisas de colores y de palabras, mensajes que los niños y niñas dejan latiendo a flor de piel. «Gracias», se lee en unas letras grandes y hermosas. La doctora María del Mar Rodríguez se adentra en la consulta y avisa en la puerta de que José Miguel, «el de la foto», estará a punto de llegar. «Aquí todo el mundo le conoce. Yo me enamoré de la cardiología por él, una magnífica persona y súper docente. Él era adjunto y yo, residente».
Fuera, José Miguel Pérez de la Cruz, de 82 años, está a punto de entrar al hospital cuando una mujer le reconoce y le frena para darle un abrazo. «Me ha parado para saludarme porque cuidamos aquí a su hijo», dice Pérez, conforme pasa por delante de una fotografía en la que aparece rodeado del resto del servicio. «Llegué en 1977 y me hice cargo de Cirugía Pediátrica. Tuve la oportunidad de enseñar a residentes y entre ellos estaba esta mozuela, le eché el ojo y la pesqué –ríen ambos, cómplices–. Dejé la herencia saneada y me jubilé en 2006 tranquilo, sabiendo que se quedaba en buenas manos».
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Este servicio fue pionero en España en cardiología pediátrica intervencionista. «Pero el paradigma de la cardiología ha cambiado gracias al diagnóstico prenatal. Por ejemplo, nuestra unidad de arritmia es una de las más importantes de España», detalla Rodríguez. «Esta especialidad es extremadamente bonita –sigue la doctora–. Los padres vienen muy preocupados, pero no suele haber nada tan grave, la mente de los padres es peor de lo que hay después. Y, si hay problemas serios, en un porcentaje altísimo tienen solución».
María del Mar y José Miguel recorren los dibujos de las paredes y, casi a la vez, coinciden en la misma idea: «Los niños y las familias, eso es lo que te gratifica».
Enfermería Aurora Quero y Yolanda Rodríguez
Aurora Quero, 71 años, fue una de las ocho enfermeras que empezaron en la Unidad de Cuidados Intensivos. Ella, siempre tan didáctica, entró en la Escuela Universitaria Virgen de las Nieves para formar a las enfermeras del futuro, algo que, sin duda, dejó una enorme huella. «Como teníamos una ciudad sanitaria con 1.500 camas hacía que evaluáramos la teoría y también la práctica, tan importante. Yolanda era una de las tutoras que recibía a mis alumnas». Yolanda Rodríguez, 53 años, lleva 33 en el hospital como enfermera y actualmente es supervisora de Neurología y Jefa de Bloque de Formación y Desarrollo de Líneas Estratégicas de Cuidados. «Mucho apellido –ríe–, a mí me gustaría que fuera jefa de Bloque de Cuidados, que lo dice todo».
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Hace años, la madre de Aurora sufrió un ictus y fue Yolanda la enfermera quien cuidó de ella. «Me la encontré en esta planta y su carácter humano brilló –Aurora carraspea y, aunque intenta evitarlo, un par de lágrimas asoman por los ojos–. No nos hemos visto mucho en los últimos años, pero siempre le estaré agradecida».
Cuidar. Ese es el verbo que las define a ambas. El verbo que ha inspirado un cambio radical en las enfermeras del HUVN. «Fuimos personalizando los cuidados, nombrando enfermeras referentes, introduciendo todo lo que se enseñaba en la escuela», remarca Rodríguez. El hospital apuesta por la enfermera gestora de casos, vital para los enfermos crónicos complejos, y por facilitar el cuidado a domicilio. En el campo de la investigación, cuentan con dos cátedras –una por la UGR y otra por Sevilla– que han impulsado trabajos pioneros. «Por ejemplo el de familiares cuidadores en el hospital».
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Yolanda, abrazada a Aurora, respira hondo y piensa en el 70 cumpleaños. «No concibo mi vida sin mi profesión ni mi profesión sin este hospital. Teniendo en cuenta que el hospital no es un edificio, son personas».
Cirugía Cardiovascular Luisa Serrano, Charo Cuenca y José Garrido
Es probable que escuche la palabra 'perfusionista' y se imagine a alguien tocando el tambor. Nada que ver. Las perfusionistas son enfermeras especializadas en mantener la circulación de la sangre mientras se realiza una operación a corazón abierto, por ejemplo. «Cuidamos a la persona porque se para el corazón y los pulmones. Nos encargamos de que el cuerpo no se entere de esa barbaridad que le están haciendo». Charo Cuenca, 65 años, montó el servicio de perfusionistas en 1981. Fue la primera de Granada. «Tenía 22 años, qué atrevida», ríe. «Pero la ignorancia y la ilusión son muy atrevidas. El 15 de marzo del 82 hicimos la primera cirugía cardíaca en el HUVN».
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Aquella primera paciente fue, casualidades de la vida, una prima de Luisa Serrano, 65 años, la que sería la tercera perfusionista del hospital. «Esta es mi casa. Después de 45 años, somos familia. Creo que ese es el gran secreto del éxito», asegura. Entre Luisa y Charo, ya jubiladas, entró Lola Montaner, que falleció demasiado pronto. Como homenaje, el Área Quirúrgica de Alta Tecnología lleva su nombre.
José Manuel Garrido, jefe de servicio de Cirugía Cardiovascular, abraza a Luisa y Charo con alegría. Es el responsable de una de las áreas más fuertes del hospital. «Espero estar a la altura de los que me han precedido». Su servicio cubre Granada, parte de Jaén y Almería, siendo una de las áreas cardioquirúrgicas más grandes de España, con casi dos millones de pacientes. Son capaces de colocar una máquina que mantiene vivos el corazón o los pulmones de manera artificial en el pueblo más lejano de su área.
En el área de alta tecnología, la primera de la comunidad, hay una sinergia entre la cirugía robotizada y la cirugía con procedimientos híbridos. «Es un máximo exponente de buen material, mejores profesionales y medicina moderna del siglo XXI».
Servicios Generales María Fernández y Manuel Árbol
Manuel Árbol Baena llegó al hospital el 19 de enero de 1953 para ver a su padre colocar la primera piedra. Tenía 15 años. «Conocer piedra a piedra este edificio es el mayor orgullo que tengo», dice emocionado, en el salón de actos del HUVN. Manuel, 87 primaveras, empezó como albañil y ya no paró. «Menos limpiador y fontanero, he sido de todo: administrativo, celador, ascensorista, encargado de compras... y los últimos años, fotógrafo. Qué suerte la mía, con el equipo de neurocirugía hicimos películas en celuloide con las que ganamos premios de cine».
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Manuel es la memoria viva del hospital. Lo recuerda todo: nombres, pasillos, consultas... hasta lo que tardaba en subir el ascensor –28 segundos–. Nada se le escapa. Algunos incluso le recordarán por su faceta artística, ya que, de vez en cuando, organizaba obras de teatro y lecturas poéticas en este mismo salón. «El hospital es mi vida... No comprendéis lo que es entrar de niño y salir viejo».
«Manuel ha dejado un gran legado», afirma María Fernández Motilva, de 47 años, subdirectora Económico Administrativa y de Servicios Generales en el HUVN. «Me encargo de toda la parte no sanitaria del hospital: mantenimiento, ingeniería, obras, celadores, limpieza cocina, lavandería, prevención de riesgos laborales, calidad... Es una ciudad entera». Entre los retos más inmediatos, detalla Fernández, está mejorar las instalaciones y el equipamiento para alcanzar una eficiencia energética excelente. «También la humanización de los espacios y la optimización de recursos», añade. Manuel, a su lado, la mira a los ojos y le dice: «Aquí –se pellizca la piel de su mano– tengo 87 años. Pero aquí –se golpea la cabeza con el índice– sigo teniendo 56. Y aquí está todo intacto. Que no se pierda la historia del hospital, eso es lo que más quiero yo».
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