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Javier F. Barrera
GRANADA
Lunes, 4 de diciembre 2017, 01:04
Manuel Pezzi arrancó su Seat 850 de color amarillo aquel domingo 4 de diciembre de 1977 que tenía aparcado donde vivía, en la calle Ángel Barrios, entre el Camino de Ronda y la Huerta de San Vicente, domicilio a su vez de Manuel Fernández Montesinos García Lorca, el diputado que encabezó la lista del PSOE en las elecciones constituyentes del 15 de junio de aquel año.
También arrancaba ese día la historia de la autonomía andaluza, la que movilizó a dos millones de personas aquella jornada en todas las capitales de la región, y a cien mil por las calles de Granada. Tras la muerte del dictador Francisco Franco en 1975, se pasaba de cuarenta años en blanco y negro a la batalla política por ondear la bandera verde y blanca.
Las crónicas publicadas en estas mismas páginas recuerdan que era «un día lluvioso, grisáceo, como si los cielos se hubiesen dispuesto a aguar la fiesta». El recuerdo de Manuel Pezzi, a tres días entonces de cumplir treinta años y con desempeño como profesor en la Universidad de Granada, es que «fue un día festivo, muy festivo, completamente festivo». «Fue todo el mundo porque lo convocaban todos los partidos». Hasta la UCD, el partido en el Gobierno con Adolfo Suárez de presidente. «Era una manifestación unitaria y hasta recuerdo la obligación de todos nuestros parlamentarios de estar presentes». Solo se equivoca Pezzi en un nimio detalle: Falange Española de las JONS expresó su rechazo a la convocatoria.
Otro aspecto que explica la inmensa movilización es que «el objetivo era tener instituciones autonómicas propias para luchar contra el desempleo y crear riqueza. Acabar con el hambre. Con la miseria. Y conectó con los andaluces, que salieron a las calles a manifestarse por algo suyo». «Andalucía era una abstracción, remata Manuel Pezzi. Y comenzaba el camino para convertirse en una realidad, una autonomía histórica, de primer nivel».
Hoy, cuarenta años después, Pezzi se sonríe con su más que característica sorna cuando se le pregunta por el 'Procés' catalán, el debate sobre el concierto económico vasco o las polémicas sobre la existencia de las dos Andalucías, la oriental y la occidental: «Todo eso de Pablo Iglesias y los catalanes y los demás son chorradas. La gente quería entonces comer y trabajar. Y el documento de la Asamblea de Parlamentarios de Andalucía que organizó el 4 de diciembre, de lo que habla es de la diferencia económica que hay entre regiones en España. Y que tenemos que equipararnos».
Manuel Pezzi recorrió el escaso centenar de metros entre su domicilio y el de Manuel Fernández Montesinos para recogerle en el coche y llevarlo hasta la manifestación. «Era su conductor habitual. Claro, como tenía el 'ochoymedio', me decía: 'Llévame a Guadix'. O 'Alárgame a La Chana'. Y yo que le llevaba».
El PSOE de Granada había presentado para las elecciones constituyentes del 15 de junio de 1977 una lista de lo más cañera. Toda una declaración de intenciones en la época y para la época: el hijo del alcalde de Granada fusilado por los sublevados tras el comienzo de la Guerra Civi, un sindicalista y una mujer. A saber, Manuel Fernández Montesinos, Daniel Maldonado (UGT) y María Izquierdo.
«Piénsalo. Era recuperar Lorca. Salir de la Dictadura y tener en las entrañas estos mensajes. El subrayado era evidente de lo que se buscaba». Y María Izquierdo, «que era la que movía el patio nuestro. Ahora vive en Asturias». María en Granada junto a Ana María Ruiz Tagle en Sevilla «eran quizá las dos mujeres que el PSOE tenía en primerísima línea de dirección orgánica». «Recuerdo del 4D su ambición por estar en la cabecera y en movilizar a los pueblos para que vinieran».
La manifestación recorrió las calles de Granada y llenó la Gran Vía y Puerta Real, donde se leyó el manifiesto. Ocurrió a la misma hora en todas las capitales andaluzas y repicaban las campanas desde la Giralda hasta las Angustias, recuerdan las crónicas de IDEAL de aquel día. «Aquí hay otra clave», prosigue Manuel Pezzi. «El nombre de la persona que leyó el manifiesto en Granada, Antonio Jiménez Blanco. Un hombre de derechas, senador por la UCD».
«Se había acordado que el manifiesto lo leyera un representante del partido que hubiera ganado en cada provincia. En Granada, fue la UCD. Por eso le tocó leer a Jiménez Blanco, que era de derechas pero que muy de derechas de toda la vida. Y la gente, al vernos todos juntos, se la veía emocionada».
Pezzi entonces saca un as de la manga. «Una vez estábamos pegando carteles políticos unos cuantos cuando aparecieron los 'grises' (la Policía Armada). Como María Izquierdo corría menos, la pillaron y la detuvieron. Se presentó entonces el propio Jiménez Blanco y nos dijo: 'Ni se os ocurra aparecer delante del juez para lo de María Izquierdo con esos abogados de Comisiones Obreras o de la UGT, ya voy yo, que conmigo el juez no se atreve'». Así las gastaban.
Manuel Pezzi no puede dejar de recordar que todo cambiaría ese mismo día al conocer la noticia de la muerte en Málaga de José Manuel García Caparrós. Lo dice hoy Antonio Ramos Espejo, periodista que cubrió aquellos días para el periódico IDEAL. También explica que tras el 4D y la muerte del joven malagueño de diecinueve años, trabajador de una fábrica de cerveza y militante de Comisiones Obreras, siguieron días de tensión y violencia.
Antonio Ramos Espejo se refiere a aquella situación como 'la provocación de Granada', porque se registran incidentes el Día de Andalucía -como se denominaba entonces al 4D-, y las jornadas siguientes. «La provocación más clara, cuenta Ramos Espejo, tiene lugar cuando un conocido miembro de Alianza Popular, que había asistido a las reuniones de la organización para la manifestación, coloca en cuatro balcones banderas rojigualdas con ridículas pegatinas de la bandera andaluza. En uno de los balcones aparece este señor, como expresando su heroicidad y desafío ante la masa de manifestantes con banderas verdiblancas. 'Aunque es una provocación no le haremos caso', le dice a través del megáfono del servicio de orden. Pasa la cabeza de la manifestación y no ocurre nada. Pero, después se le abuchea, se le pide a este hombre que quite la bandera nacional, porque se interpreta como una provocación; hasta que tres jóvenes se suben para quitar las banderas e intentar agredir al protagonista de esta situación. Pudo ocurrir algo más grave, que una simple rotura de cristales».
La memoria de reportero, como se define, de Antonio Ramos Espejo, permite rescatar escenas de hace cuarenta años como si fueran una serie cualquiera de la tele actual: «Una vez terminada la manifestación, un grupo de personas, pertenecientes unas a la Comisión de Parados y otras a distintas organizaciones de extrema izquierda se manifiestan ante el Gobierno Civil desplegando banderas republicanas. Este gesto es considerado una provocación por la policía, que carga indiscriminadamente contra estos grupos y contra cuantas personas regresaban de la manifestación por la Gran Vía. En los duros enfrentamientos, con disparos de balas de goma por parte de la policía y de lanzamiento de piedras, por los manifestantes, muchas personas resultan heridas (cuatro de ellas pasan por los servicios de urgencia del Hospital Clínico, al igual que siete policías) y cuatro jóvenes son detenidos».
Tras el 4D, los días posteriores, «dan lugar a grandes escándalos como consecuencia de la excesiva dureza empleada por la policía, disparando por el centro de Granada al mediodía a un grupo de no más de 150 manifestantes. Cundió el pánico en la ciudad. Y por la tarde en el Triunfo, donde se había convocado una concentración, los grises lanzaron botes de humo, balas de goma, en momentos en que ni siquiera había manifestantes», comenta Ramos Espejo». Cualquier persona que transitara por Granada, en esos momentos, estaba expuesto a un fustazo o a que le sorprendiera una bala de goma. Momentos más tarde, ya comienza una batalla campal por distintos puntos de la ciudad entre grupos de manifestantes, radicalizados (que formaban barricadas, incendiaban cartones o arrojaban piedras a la policía) y los agentes.
En IDEAL, Melchor Sáiz Pardo, director en 1977, narra los acontecimientos también con maestría. Una crónica de este periódico sobre la actuación de la Policía Armada ocasionó su procesamiento militar. Tras la muerte del joven García Caparrós, como explica más arriba Ramos Espejo, ocurrieron en Andalucía y también en Granada dos días de protestas enérgicas. La crónica de los acontecimientos de aquel día fue la que «ocasionó el malestar de los mandos de la entonces Policía Armada y el consiguiente proceso judicial por la vía militar contra un servidor», narra Melchor Sáiz Pardo. Al final, desapareció la tensión y también estas acusaciones.
1977 El 4 de diciembre cientos de miles de andaluces salieron a la calle para exigir la autonomía
1980 El 28 de febrero se celebró el mítico referéndum por el que Andalucía consolidó sus derechos
1981 Fue el año en el que Andalucía logró su Estatuto de Autonomía por la vía histórica
La crónica publicada se titulaba: 'Granada vivió ayer una jornada de luto' y resaltaba que «el comercio, los bares, las obras en construcción, oficinas, etcétera, pararon, colocando en algunos establecimientos banderas verdiblancas con crespones negros, que aparecieron también en muchos balcones de la ciudad. En la Diputación y el Ayuntamiento se colocó la bandera andaluza con crespón negro, junto a la nacional. Muchas personas lucían en sus solapas o en los brazos crespones de luto o banderas andaluzas con una tira negra».
Más adelante, la crónica decía: «Pero además de estas señales silenciosas de muestras de dolor por los graves sucesos de Málaga, en Granada se vivió ayer una jornada de escándalo, de auténtico pánico por los continuos enfrentamientos entre la Fuerza Pública, tanto hacia el mediodía como desde las ocho de la tarde hasta las doce de la noche. Si bien, en determinadas ocasiones fueron esos grupos de manifestantes los que arrojaron diversos objetos contra los agentes, también es cierto que el despliegue policial (llegaron fuerzas de Ciudad Real y Linares) y su actuación, sobre todo al principio de los conatos de manifestación ha sido excesiva».
Aquella mañana se sucedieron los incidentes de los que informaba la crónica de IDEAL: Grupos de manifestantes, después de ser disueltos en la plaza de la Universidad, llegaron hasta la calle Reyes Católicos gritando 'Disolución de los cuerpos represivos' y 'Aquí estamos, nosotros no matamos', donde la Policía disparó pelotas de goma. Por la tarde, se registraron también graves incidentes que el periódico recogía: «Una hora duraron los incidentes en Calvo Sotelo. Hubo momentos en que la Policía disparó sin que hubiera ningún tipo de altercados... produciendo el temor entre el vecindario. En algunos casos la Policía hacía sonar las sirenas de los coches; la gente asustada, corría y durante la carrera se efectuaban las cargas».
La tensión fue desapareciendo y llegaron las Navidades del 77. Manuel Pezzi considera que «las manifestaciones del 4 de diciembre quedan como un extraordinario hito en nuestra historia reciente y la base que permitirá el 28-F y la posterior aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía, lejos, muy lejos, de matices independentistas».
Del blanco y negro de los cuarenta años de Franco solo quedaban las cargas de los 'grises'. Llegaba la blanca y verde para quedarse y Andalucía consolidó sus derechos a todo color.
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