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Granada se convierte en Hogwarts, Mordor y un circuito de Mario KartSolo hay un universo en el que Voldemort y Harry Potter se abrazan, Gandalf y Sauron charlan plácidamente y Batman le ofrece patatas fritas a El Joker: el de la FicZone, el Festival Internacional de cine, cómic y juegos de Granada, que este fin de semana reúne a cientos de personas en Fermasa. En sus pabellones se dan cita un sinfín de personajes relacionados con el manga, las series y, en definitiva, la fantasía, aunque también pasean por allí el Capitán Betis o jóvenes vistiendo trajes típicos de México. Todos tienen cabida en la cuna del buen rollo, donde durante dos días no existen los problemas.
Prácticamente nadie acude por casualidad. Todos esperan con ansia durante un año entero a que llegue esta cita, en los que nadie les mira extrañados por convertirse en Spock (Star Trek), Zelda o Sakura. Los trajes más elaborados tienen detrás hasta año y medio de trabajo. Otros han estado un mes ideándolos, aunque no siempre triunfan los más impresionantes: los personajes de Breaking Bad, ataviados con un simple mono amarillo y portando falsa metanfetamina, fueron uno de los grandes reclamos fotográficos. Por no hablar de los típicos disfraces hinchables; al dinosaurio, Pikachu y el tiburón los paraban cada diez metros para hacerse un selfie con ellos. Jesucristo -cruz incluida- fue otro de los protagonistas de la jornada.
Los hay que van en familia. «Nos compramos una impresora 3D para crear trajes. Se lo hemos inculcado a nuestra hija», cuentan Manuel y Loli. La pequeña Carla, muy decidida, añade: «yo no solo soy 'crossplayer pro', también escribo libros de fantasía y humor», advierte. Hay muchísimos grupos de amigos, como Mavi, Sergio, Moisés y Tati, que se inspiraron en Star Wars para elegir los trajes. «Siempre elegimos disfraces grupales. Nos hace muy felices venir», comentan.
Otros se conocen en la FicZone y tratan de mantener el contacto durante el año, conscientes de que, como suele ocurrir, no volverán a verse hasta la próxima edición. Es también el lugar de encuentro de una decena de Spiderman, que desde lejos se reconocen, corren y se abrazan. Como no, posan señalándose entre ellos para simular el famoso meme. Después, se ponen a bailar, que no todo va a ser salvar el mundo.
Dentro de los pabellones continúa la magia. En la zona Harry Potter puedes acudir a un taller de lechuzas, participar en la yincana 'Libera a un elfo'o saber a qué casa te envía el sombrero seleccionador. En el espacio reservado para 'maquinistas del tiempo' se dan cita las Alicias en el país de las maravillas. En el área de juegos de mesa los tableros esperan pacientes a que amigos o desconocidos se sienten en la silla y muevan ficha.
Por haber hay hasta una capilla del amor, llamada 'La forja de los sueños', donde varias parejas hacen cola para casarse. Legalmente no tiene mucho recorrido, pero la que oficia la ceremonia no deja nada en el aire: «Estamos aquí para unir en matrimonio a… ¿cómo te llamas». «Soy Sailor Moon», responde una de las novias. Por supuesto, raro es el que se presenta con su nombre real, a no ser que haya que llamarlo urgentemente para que salga en la foto. «¡Ven, Darth Vader! O mejor dicho, ¡Paco Vader!». Al segundo llamamiento, el villano acude.
Los que no se han gastado sus ahorros en preparar el disfraz deciden invertirlo en las mejores frikadas a la venta en los pabellones. Funkos -muñecos de personajes conocidos-, pins, libros, disfraces, juegos de mesa… no hay miedo a la hora de entregar el dinero, llevan demasiado tiempo esperando este momento. Uno de los stands más concurridos es de pósters de cantantes de K-pop, género musical original de Corea del Sur.
Porque los que acuden a la FicZone tienen tres cosas en común. Uno: más que fans, son fieles que le rezan a la fantasía como si se tratara de una religión. Dos: cuentan los días en el calendario para que llegue el siguiente evento friki. Y tres: dejan en casa sus problemas y acuden con la mejor actitud posible a este universo paralelo. Es la cuna del buen rollo.
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Jon Garay y Gonzalo de las Heras
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez
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