Nerea Arco
Martes, 2 de julio 2024, 23:33
Cada verano, familias granadinas abren sus hogares y corazones a niños saharauis, ofreciéndoles dos meses de alivio lejos de los duros campamentos de refugiados, que en esta época del año llegan a 60 grados sin agua ni sombra. Este programa, coordinado por María Jesús Jiménez, ... pretende brindar a niños de entre ocho y diez años una familia donde puedan crear vínculos profundos.
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Durante su estancia, los menores reciben buena alimentación con productos frescos como leche, carne y pescados, además de llevarlos a sus revisiones médicas. Destacan la importancia del dentista o incluso pequeñas intervenciones quirúrgicas cubiertas por la Seguridad Social. Además, los niños participan en actividades organizadas tanto por la asociación, como por las familias, con la colaboración de la Diputación de Granada. Pueden disfrutar de talleres, juegos y excursiones a Almería y Málaga, una experiencia inolvidable tanto para las familias de acogida como para los miles de niños que buscan una oportunidad.
Raquel, una madre de acogida, comparte su experiencia: «Él y yo hemos creado un vínculo único, tenemos una conexión increíble». Ella lleva dos años recibiendo a Hawari en su casa, un chico de diez años con una discapacidad auditiva, con su propio «lenguaje de signos» para comunicarse. Se miran a los ojos y se ve en ellos complicidad, ya que no necesitan palabras para saber que se quieren. Hawari viene con su hermano Abdalaje y ambos se quedarán este año con Raquel para disfrutar juntos de esta vivencia.
Para muchas familias granadinas, esta experiencia es muy enriquecedora. Una madre de acogida relata cómo sus hijas de diez y doce años han aprendido valiosas lecciones de empatía y solidaridad. «Son chicos muy listos, aprendemos de ellos más que ellos de nosotros», afirma. Al principio, los niños saharauis echan de menos a sus familias, pero al tiempo se sienten un integrante más de su nueva casa, con cariño y dedicación.
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El programa cuenta con una sólida estructura organizativa. Granada acogerá a 90 menores refugiados de Tinduf (Argelia) durante los próximos dos meses. Cada comarca cuenta con un coordinador dispuesto a resolver cualquier inconveniente que se presente. María, trabajadora social e integrante de la asociación, destaca la eficiencia del sistema. «La organización es muy buena. Hay un coordinador por cada comarca y para cualquier problema está a nuestra disposición», explica.
La organización no solo ofrece a los niños saharauis un verano de alegría y cuidados, sino que también fortalece los lazos de solidaridad y humanidad entre las comunidades. María Jesús Jiménez expresa que la asociación lucha «por la libertad de este pueblo a través de la sensibilización de la población y de diferentes proyectos que se desarrollan en los campamentos». El compromiso y la evolución son los motores para que estos niños tengan una vida digna, con solidaridad en tiempos de necesidad.
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