En el catering para los periodistas que cubrían el congreso extraordinario había bocadillos de jamón. Ahora se entiende por qué dicen que ha vuelto el PP de siempre. A partir de aquí, esta crónica puede resultar sospechosa.
Los populares eligieron ayer sábado un nuevo líder cuatro años después; el mismo que habrían votado en 2018 pero no tuvieron más remedio que elegir a Pablo Casado. Atrás han quedado los experimentos y el PP vuelve a su normalidad. «No soy nuevo ni una incógnita», se definió ayer el propio Alberto Núñez Feijóo. De él destacan sus compañeros su sobriedad o su trayectoria. El presidente del PP de Granada, Francisco Rodríguez, dijo que con Feijóo el partido ocupa la «centralidad y la moderación. Como un líder «serio» lo describió Juanma Moreno; y puede entenderse el adjetivo en el significado extenso; esa serenidad gallega que, a veces, hasta suscita cierta gracia. Sin pasarse.
Esto hace que –a efectos periodísticos– el congreso haya sido deliberadamente entre complicado y aburrido –sobre todo de día–. Todo ha resultado sorprendentemente previsible; hasta el mosqueo en el entorno de Isabel Díaz Ayuso tras la influencia del PP andaluz en Génova. Nada que ver con la cita anterior, donde el PP granadino acudió indisimuladamente dividido, entre los partidarios de Soraya Sáenz de Santamaría –como apoyaba Juanma Moreno– y los que habrían votado cualquier cosa en contra de los intereses de Moreno, que todavía no era presidente de la Junta –ni se esperaba–. Eso influyó también cuando se configuraron los órganos de la dirección nacional. Marifrán Carazo y Carlos Rojas, dos granadinos de peso que habrían estado en el equipo de Soraya, se quedaron fuera.
Precisamente estos son los dos nombres de la provincia que más han sonado en este congreso de la vuelta a la normalidad. No ha habido conciliábulos ni cuotas. Feijóo ha configurado su dirección por libre porque no tenía que corresponder apoyos provinciales en unas primarias cainitas. La dirección del PP de Granada también ha cambiado y se han renovado algunas caras entre el centenar largo de compromisarios e invitados que han formado la delegación. La elección de Marifrán Carazo para la junta directiva tiene poco que explicar. Francisco Rodríguez habló con la secretaria regional, Loles López, aunque fuese por protocolo, porque la propuesta de la consejera de Fomento iba de serie. En algún momento hasta sonó –mera especulación periodística– para entrar en la cúpula de Génova, pero Carazo es pieza clave en el gobierno de Juanma Moreno y ha quedado de manifiesto con el caso de Elías Bendodo que el presidente de la Junta no quiere consejeros a tiempo parcial.
El otro granadino protagonista de este congreso ha sido Carlos Rojas; podría decirse que sin pretenderlo. El papel de Rojas en la etapa de Feijóo aún no está resuelto, porque en esta nueva normalidad los tiempos vuelven a ser desesperadamente protocolarios –nuevamente, a efectos periodísticos–.
UN PAPEL QUE YA TUVO EN EL PARLAMENTO
Rojas sonó como futuro portavoz en el Congreso de los diputados en la antesala del cónclave. Génova no lo negó y propició que la especulación creciera. Todo lo comentado ha potenciado el perfil del diputado motrileño, que en la actualidad es portavoz adjunto del grupo popular en la Cámara baja, puesto que también desempeñó con Mariano Rajoy. Rojas fue además la referencia del partido en el Parlamento andaluz en unas circunstancias análogas a las que vivirá Feijóo, cuando Juanma Moreno era líder de la oposición pero no tenía acta de diputado. Oficialmente, nadie ha confirmado a Carlos Rojas que vaya a sustituir a Cuca Gamarra ni lo contrario. La percepción es que la decisión puede demorarse unos días.
La delegación granadina regresó del cónclave con entusiasmo moderado -todo es ahora moderado- y con la percepción de que ahora sí existe un rumbo. El del proyecto «maduro» y con «sentido de Estado» que ha marcado Feijóo. «Que nadie cuente conmigo para participar de este entretenimiento infantil en el que ha degenerado la política española», advirtió el gallego. Un líder que huye de la «hipérbole» y que no tiene el mayor inconveniente en resultar –cuando viene al caso– aburrido. Este es el nuevo PP. Que ha recuperado el optimismo. Ylos bocadillos de jamón para la prensa.
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