Pedro Salmerón escruta la luz que se derrama por el Darro, entre la torre de Comares y un Albaicín que vuelve a amanecer tan ordenado en su caos. Está nublado. A su juicio, ni más ni menos que el de uno de los mejores conocedores ... de la historia de una y otra colina, es buen día para grabar vídeo: «Cuando da el sol directamente, la luz es muy dura». Al momento es fácil entender lo que quiere decir el arquitecto y, a la par, que en realidad Granada brilla sin importar el vestido que le imponga el cielo.
Lo corroboran las cámaras de los turistas que llenan la Carrera del Darro. Allí, en una esquina que podría pasar desapercibida en el ajetreo de una mañana laborable, comienza el paseo por la Dobla de Oro, una muestra de la Granada nazarí más allá de la Alhambra. Esta iniciativa, un itinerario que comunica las dos colinas Patrimonio Mundial, permite entender la vida andalusí desde dos puntos de vista: el de la sociedad del mundo palaciego y el de los comerciantes, artesanos y funcionarios que habitaban fuera de las murallas, en el Albaicín.
La primera parada es el Bañuelo. El cuidado patio que da entrada al hammam al-Yawza o Baño del Nogal (siglo XI) es el telón que esconde una de las joyas más llamativas de la Granada nazarí. Tras él, un baño –se hace imposible decir que son sus restos– iluminado a chorros desde el cielo en el que el visitante tiene la sensación de que el suelo empezará a calentar en cualquier momento mientras el agua empieza a correr a sus pies.
«Era un baño urbano usado por la población y que tuvo vínculos con el Maristán, el hospital. Es una muestra excepcional», cuenta Pedro Salmerón en la sala templada. «Es un sitio especial. La Dobla de Oro tiene esa gran ventaja, que reúne edificaciones con usos muy diferentes».
Gonzalo Mochón
Responsable del Servicio de Visita Pública de la Alhambra
Coincide el responsable del Servicio de Visita Pública y Comercialización de la Alhambra, Gonzalo Mochón: «Los monumentos de la Dobla de Oro son muy interesantes y un claro ejemplo de la riqueza y la diversidad de la Granada Nazarí». De ahí que el Patronato quiera dar aún más protagonismo a estos enclaves. El Bañuelo, «en plena Carrera del Darro y a los pies mismos de la Alhambra, es uno de los baños árabes mejor conservados de la Península Ibérica».
Otro de los espacios de la Dobla de Oro gestionados por el Patronato de la Alhambra es el citado Maristán, cobijado a apenas unos metros del hammam. Mientras que la historia del Bañuelo se hace evidente nada más entrar, la del antiguo sanatorio –luego Real Casa de la Moneda de Granada– hay que construirla a partir de los discretos detalles que dan pistas de su pasado. Salmerón señala la solería, las piezas más viejas del artesonado, segmentos de las columnas que sostuvieron las habitaciones individuales de los enfermos, la representación del estanque que estuvo flanqueado por dos leones...
Hasta que, poco a poco, el visitante comprende las pautas que guiaron la consolidación y restauración del pórtico sur, el edificio que se extiende frente a sí con la Alhambra al fondo.
«Es un desconocido para mucha gente», narra el arqueólogo, responsable del proyecto de restauración. «El pasado de Granada no se entiende sin esta gran obra, en sus dimensiones y su intención, para el tratamiento de los enfermos. Incluso pensamos que estuvo dedicado en algunas ocasiones a situaciones críticas como epidemias que azotaron la ciudad en algún momento». En las actuales salas del Maristán, paneles e incluso trampantojos que recrean las vistas a la Granada de entonces, permiten comprender esa historia trazada a través de los detalles hallados en lo que hasta hace siete años era apenas el solar de un edificio en ruinas.
Pedro Salmerón
Arquitecto responsable de la restauración del Maristán
Desde allí, el paseo puede continuar por el Albaicín hacia el palacio de Dar Al-Horra. «Es un enclave nazarí del siglo XV que se ubica en uno de los puntos emblemáticos, lo que fue el antiguo alcázar zirí del siglo XI, y que a partir del XIII cuando se construye la Alhambra y pierde su función de espacio de representación política, se convierte en zona de huerta de la nobleza y la aristocracia nazarí», cuenta el arqueólogo Ángel Rodríguez.
Simplificando, allí, en lo alto del Albaicín, estaba ubicado el 'centro' de la vieja ciudad. El patio, las estancias de las plantas superiores, la huerta regada por la acequia de Aynadamar o los característicos ventanales podrían hacerse pasar por espacios de la propia Alhambra, bien visible desde Dar Al-Horra. Sin embargo, es la incomparable vista del barrio de la Axarea, coronado por la iglesia de San Cristóbal al otro lado de la muralla zirí y enmarcada por los propios arcos del palacio, la que suelen captar los móviles del turista y el granadino curioso. Es la postal que disfrutó Aixa la-Horra, mujer de Muley Hacén y madre del último emir, Boabdil.
De regreso al entorno de la Carrera del Darro, la casa morisca Horno de Oro, otra de las residencias palatinas del Albaicín, es parada obligada en el itinerario. Como el Corral del Carbón, que también forma parte de la Dobla de Oro, permite comprender la arquitectura de dos épocas. En primer lugar, la de la Granada nazarí, con las viviendas estructuradas en torno a un patio central y decoradas con hermosas yeserías. El Corral del Carbón, la alhóndiga mejor conservada del país, fue depósito de mercancías. Horno de Oro era una vivienda de la cual se conserva la arquería nazarí que sostiene la galería de la planta alta. Más tarde, ambos inmuebles fueron patios de vecinos. El Corral del Carbón, además, fue corral de comedias para representaciones teatrales.
Ángel Rodríguez
Arqueólogo
Junto a los inmuebles gestionados por el Patronato de la Alhambra, el pase de la Dobla de Oro da acceso a la Casa del Chapiz (delCSIC), la Casa de Zafra y al Cuarto Real de Santo Domingo (del Ayuntamiento). En estos casos es importante consultar el horario, en los portales web de cada institución, antes de la visita a los inmuebles.
La idea de la Alhambra es que este paseo adquiera cada vez más peso en el mapa turístico y cultural de la ciudad. Con un cupo de ocho mil visitantes diarios por razones de conservación, los palacios de la Sabika apenas tienen margen de crecimiento en cuanto a número de visitantes.
Pero en el Albaicín quedan aún muchos rincones por explorar. Basta torcer una esquina en la Carrera del Darro para dar un salto de diez siglos y entender la Granada nazarí que hay más allá de la Alhambra.
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