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Podcast | Un paseo por la belleza táctil y sonora de la Alhambra
Visita a ciegas. La guía turística Isabel González Luzón acompaña a personas invidentes en el recorrido por los Palacios Nazaríes, con especial atención a los sonidos
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La Alhambra tiene una belleza imperecedera de la que no cansa. La entrada al Patio de los Arrayanes parece novedosa aunque se repita mil veces. El efecto sorpresa no se mitiga así pasen veinte años. La belleza es tal que no hace falta verla. «Es ... una experiencia sensorial... hay sonidos, olores... se siente». Así lo cuenta Isabel González Luzón, guía turística que iba para profesora pero que desvió su camino al contacto con la gente en uno de los monumentos más visitados del mundo.
En octubre de 2022 su trayectoria laboral pegó un giro. Desde la Asociación de Perros Guía de Andalucía contactaron con ella para que realizara una visita por la Alhambra para un grupo de personas con ceguera. «Fue maravilloso. Yo creo que la visita más bonita de mi vida», recuerda esta mujer que ya lleva una década como guía.
Isabel González Luzón
Guía de la Alhambra
A partir de ahí personas con deficiencia visual contactan con Isabel para que les guíe por la Alhambra. «Es mucho más que un monumento, se disfruta con los cinco sentidos. El sonido aquí es tan importante que solemos utilizar solamente un auricular para ir escuchando la explicación y el ambiente a la vez», apunta esta chica.
El recorrido alhambreño ofrece paneles con texturas para conocer las entrañas del monumento. La Alhambra no se toca, la conservación manda e Isabel le dice a todos los visitantes que no se deben rozar las paredes ni los mosaicos. Por eso aprovecha estos rincones instalados por el Patronato de la Alhambra para que los turistas conozcan los relieves alhambreños. «En este panel, en yeso, se puede palpar y sentir el lema de los nazaríes, que significa 'no hay más vencedor que Alá' y está repetido más de 7.000 veces en este entorno.
Isabel describe con detalle en su visita. «Nos encontramos en el Palacio de Comares. En concreto, en el Patio de Arrayanes, donde tenemos un patio rectangular más largo que ancho. En el centro lo preside una gigantesca alberca repleta de agua y, a ambos lados, una hilera de arrayanes. La planta aromática conocida como Arrayán desprende un olor aromático». Isabel va traduciendo los espacios con su voz. Matiza. Desglosa los detalles. Cuenta cómo de altos están los techos. Busca el acceso y los relieves del suelo para que las personas invidentes lo noten con su bastón.
«El Salón del Trono lo tenemos justo enfrente. Estaría el sultán situado. Y aquí siempre hay un contraste, un juego psicológico en el acceso a este lugar. Nada más entrar, notamos también la diferencia de temperatura como el espacio más fresco y una especie de silencio. A pesar de que estamos rodeados de gente, aquí, la gente se silencia», va relantando Isabel González con su voz suave y el runrún de los turistas alrededor. Al pasar esquiva una foto para no interrumpirla y después se para a observa cómo un gato alhambreño acecha a los pececillos de la alberca de los Arrayanes. Y llega el momento álgido de la visita.
«En el Patio de los Leones cuento cómo son estas figuras. Que tienen las orejas hacia arriba, el pecho erguido y cada uno un rasgo diferente los ojos, la nariz, la boca, el pelaje». Isabel González sugiere que podría haber un león para que las personas invidentes pudiesen palparlo. Antiguamente, los leones reales podían acariciarse.
Isabel González Luzón
Guía de la Alhambra
El recorrido para personas con ceguera tiene sus matices. «Lo que me llamó muchísimo la atención en la visita es como ellos son capaces de escucharla. Escuchar la Alhambra. Atentos. No es necesario que yo les diga que hay una fuente. Aquí hay otra. Ellos ya son capaces de escuchar hasta la fuente más silenciosa que gente que ve, pues prácticamente ni percibe», cuenta Isabel con entusiasmo.
Ella lo tiene claro. «La belleza de la Alhambra no solo se ve por los ojos. Se siente por todas partes. Igual que el amor. El amor no se ve, pero se percibe. Es muy fácil porque el monumento te lo da todo. La Alhambra se puede oler, escuchar y nos podemos imaginar a qué sabe con mirar sus huertas», narra la guía turística.
Para los que nunca la vieron y nunca la verán, Isabel mitiga esa pena, la de ser ciego en Granada, con palabras que describen la grandeza, con sonidos, con silencios, con la belleza de una descripción detallada. Tiene la palabra exacta para describir la magia de la Alhambra, algo complicado que se suple con el lenguaje universal: el de la belleza.
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