El puzle de la Granada cultural: superávit de talento, déficit de industria

Las piezas brillan con luz propia, lo difícil es conseguir que encajen unas con otras. Repasamos con algunos de sus protagonistas el estado de la ciudad: May R. Ayamonte, Manuel Sicilia, Gabriel H. Walta, Juan Vida, El Niño de las Pinturas, Zapata, Patricia Guerrero y Saiko, entre otros

Sábado, 28 de septiembre 2024

Imaginen que colocamos en la cumbre más alta de Sierra Nevada un telescopio capaz de observar el más mínimo detalle de Granada. Podríamos ver a Men Marías escribiendo su próxima novela, a Marite Martín-Vivaldi pintando una preciosa acuarela, a Javier Morales rodar la película ' ... Tú duro, yo tiempo', a El Niño de las Pinturas estudiando un muro del Realejo, a Jorge Jiménez dibujando la nueva historia de Batman, un ensayo de Niños Mutantes o Dellafuente, a la Orquesta Ciudad de Granada afinando sus instrumentos, a los títeres de Etcétera cobrando vida, a Tatiana Garrido bailando duendes en la Platería...

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Si ahora abrimos la óptica del telescopio para captar la imagen completa, nos daríamos cuenta de que cada una de esas escenas está separada del resto, como uno de esos pasatiempos de unir los puntos o un enorme rompecabezas. Porque cada parte de la Granada cultural es una pieza brillante y repleta de talento dentro de un puzle en el que todavía falta encajar. El camino hacia la capitalidad de 2031 pasa por construir un proyecto común que sea capaz de forjar los cimientos de una nueva industria: la industria cultural.

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Para hablar de este tema, el miedo a la página en blanco lo vencemos con los escritores. La producción literaria en Granada es más que sobresaliente. Cada mes se publican medio centenar de obras de autores de todos los géneros, los últimos años con especial incidencia en la novela negra y la histórica: Men Marías, Justo Navarro, Jesús Ortega, José María Pérez Zúñiga, José Piqueras, José Carlos García, Fex Maldonado... o May R. Ayamonte, que está a punto de terminar su nueva novela basada en un hecho real –y reciente– de Granada. «A nivel literario tenemos una ciudad con muchísimo público lector», dice Ayamonte que, sin embargo, sí nota un importante vacío: «Sería fabuloso recuperar algo parecido al Café Suizo, Granada necesita volver a tener un espacio donde escritores y lectores se encuentren, un epicentro del movimiento literario».

La autora, por otro lado, cree que la ciudad acoge todo tipo de espectáculos en lugares «absolutamente mágicos». «Creo que la ciudad no promociona espacios públicos para el escritor y el Ayuntamiento debería tomar esa tarea. Porque para nosotros eso es crear empleo: facilitar lugares de encuentro con lectores».

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Siguiendo con las letras, Granada ha sido siempre una provincia vinculada –por sangre– a la poesía. El talento que desborda la Facultad de Letras, desde Luis García Montero hasta Andrés Neuman, Olalla Castro, Fernando Navarro o Nieves Chillón, ha sido uno de los motores de nuestra cultura con actividades diarias que inundan bares, pubs, tertulias y talleres formativos. La poesía granadina, incluso, destaca en redes sociales con vídeos que suman cientos de miles de reproducciones, como los de Noelia Muñoz.

«Creo que en Granada, tras la última crisis y el covid, la industria cultural privada se ha visto muy perjudicada», reflexiona Ángeles Mora, Premio Nacional de Poesía. «Compañías de teatro que se disuelven, librerías o pequeñas editoriales que desaparecen y otras se mantienen en la resistencia... aunque últimamente incluso se han abierto nuevas librerías y creado nuevas editoriales. Pero es necesario más apoyo institucional a la industria cultural y a los creadores».

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Para Mora, Granada es una «generadora de cultura de primer nivel», aunque, lamenta, «cuidamos muy poco a los poetas», y eso que cada año la provincia acoge el prestigioso Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. «Nadie o casi nadie puede vivir sólo de escribir poesía. Se tendría que proteger más al sector y habría que invertir más, en general, para que la cultura llegue a ser un motor económico en Granada».

¿Qué medida adoptaría? «Sería muy interesante un proyecto global en Granada sobre cultura que englobara todas las instituciones bajo un mismo paraguas, sin personalismos. Muy importante cuidar que el tejido cultural se cree por y para la ciudad, alejado del lobby hostelero y del negocio de unos pocos. Creando ciudad para sus residentes. Nada de masificaciones y proyectos estrella».

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Con la vista puesta en la gala de los Goya de 2025, el audiovisual granadino vive uno de sus mejores momentos. En los dos últimos años se han seleccionado tres películas rodadas en Granada como candidatas para ir a los Oscar: 'Cerrar los ojos', 'La sociedad de la nieve' y la reciente 'Segundo premio'. Todas han contado con profesionales de la tierra, abrigados por Film in Granada, la oficina de cine de Diputación, y la Asociación de Técnicos Audiovisuales (Ateca). Directores como Rocío Mesa, Javier Morales, José Sánchez-Montes y Cristina y María José Martín; guionistas como Fernando Navarro, Tacho González, Salvador Perpiñá; productoras como Ana Cabello o Susana Baldó...

Dentro del audiovisual, hay un campo concreto en el que Granada es líder nacional: la animación. Manuel Sicilia, ganador de dos Goyas y nominado al Oscar, es director creativo de Rokyn Animation, el estudio de 'Pobre Diablo'. «En Granada somos increíbles, no es normal el talento que hay aquí. La industria, sin embargo, no es equivalente al talento que tenemos». En ese camino de generar industria y empleo cultural, Sicilia señala dos pilares: «Formación, para tener más técnicos preparados y así poder recibir más rodajes, tanto en animación como en imagen real; y ayudas en el desarrollo de proyectos, con lo que ganaríamos más posibilidades de producción y de generar empleo».

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Por encima del cine y la televisión, los videojuegos son la mayor industria cultural de España –y del mundo–. En Granada hay una enorme cantera de programadores y diseñadores, pero la provincia está lejos de tener un tejido fuerte porque, por ahora, poco talento decide quedarse aquí. Sin embargo lo hay, pequeños desarrolladores que poco a poco ganan terreno en un sector absolutamente globalizado: Jordi Roca, autor de 'Everhood', videojuego que lleva más de un millón de copias vendidas; Eufrasio Dev, Daruma... o Miguel Ángel Hernández, director de Oniroid Studios, que trabaja, entre otros, para Meta. «Una de las cosas que impide que la industria crezca es la educación. Hay demasiados másteres y cursos que venden mucho y enseñan poco, la gente no sale realmente profesional». Además, Hernández asegura que «es muy difícil tener 20 años y muchas ganas de hacer cosas y superar toda la burocracia para crear una empresa. Debería ser mas fácil y accesible».

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La pintura granadina combina a la perfección nombres consagrados con nuevos talentos de vanguardia, desde Julio Juste, Marite Martín-Vivaldi, Paco Pomet, Juan Francisco Casas, Ángeles Agrela, Soledad Sevilla... hasta los recién llegados Elena Ruiz, Marta Baena o Carlos Castro. «Lo que diferencia Granada de otras ciudades es el superávit tremendo de talento que hay –analiza el pintor Jesús Conde, toda una institución–. Eso origina que económicamente la ciudad no dé más de sí».

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Para que nos hagamos una idea, Conde hace el siguiente cálculo según su experiencia como profesor en la Facultad de Bellas Artes: «Con que de los 250 alumnos que entran cada año salgan cinco buenos, en 10 años tenemos 50 artistas de nivel internacional». «Lo que nos faltan son dos o tres mecenas», subraya. De ahí que la primera medida que Conde tomaría para generar empleo sería «dejar en manos privadas la gestión cultural de la pintura, porque la pintura, al contrario que la música o la danza, es un objeto que se compra y se vende. En vez de más museos, necesitamos intermediarios expertos que unan al público y al comprador. Esa figura ha desaparecido».

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Desde la fotografía, Francisco Montalbán, también profesor de Bellas Artes y director de la Colección de Arte Contemporáneo de la UGR, considera que Granada «tiene la gran oportunidad de aunar esfuerzos entre instituciones para conseguir mayores logros». «Seguimos perdiendo el fuelle por la falta de relación entre las áreas», insiste.

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Además, cree que más allá de cuidar la cultura, hay que «proteger a los hacedores de la cultura». «A veces se nos olvida, pero hay que fomentar las buenas prácticas en al contratación de artistas. Si contratas, tienes que pagar bien. Si el artista va a estar tres meses preparando una exposición, ¿de qué vive? ¿Del aire? La cultura hay que pagarla».

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Una de las vertientes plásticas que más fama ha dado a Granada en los últimos tiempos ha sido el grafiti. En la ciudad hay paredes que son auténticos museos, con artistas que son referencia mundial: Pablo Naque, Badi, Verónica Soto, Ramón Sendr, María Die... y, claro, El Niño de las Pinturas. «Cada vez hay más gente que pinta bonito en Granada, pero necesitamos lugares. Si estos espacios existieran se conocerían más los enormes artistas que hay aquí. Pero como seguimos debajo de los puentes... no se nos ve», lamenta el artista.

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Por otro lado, El Niño de las Pinturas sigue con admiración algunos proyectos culturales «muy interesantes», como la transformación de la Azucarera o el festival Help Me Please! «Granada debe aprovechar su riqueza cultural utilizando todos los medios que tiene».

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No nos quedan onomatopeyas para entender el éxito del cómic y la ilustración en Granada. Juanjo Guarnido, Belén Ortega y Gabriel H. Walta fueron nominados en la última edición de los premios Eisner. Sergio García ganó el Premio Nacional de Ilustración. Y Batman, Wonder Woman o Naruto pasan por manos de artistas locales. Granada es punta de lanza en cómic e ilustración: Jorge Jiménez, Munuera, Chema García, Alejandro Sánchez, Juan Carlos Ruiz Burgos...

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«Por primera vez en 20 años de carrera tengo la impresión de que la cultura está ganando visibilidad», reflexiona Walta, autor de 'Phatom Road'. «Tal vez nos falta mirarnos en industrias que funcionan, como la francesa. Y, por otro lado, haría una conexión más fluida entre estudiantes y profesionales. Explotaría muchísimo esa vía».

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La banda sonora de Granada es inabarcable. La provincia fue la cuna del indie y ahora lo es de la música urbana. De 091, Lori Meyers, Niños Mutantes o Los Planetas, pasando por El Puchero del Hortelano, El hombre garabato o Carmencita Calavera, hasta Lola Índigo, Dellafuente o Saiko. «Granada tiene un potencial increíble y siempre he creído en el talento que existe aquí. Por eso decidí desarrollar mi carrera sin irme a otra ciudad y creé mi propio sello, mi productora de eventos y mi tienda, que dan empleo a unas 15 personas de forma directa», explica Saiko. «Cuando presenté mi disco 'Sakura' –añade– lo hice en la Alhambra, trayendo a los medios y creadores de contenido a Granada, en vez de hacerlo en Madrid como la mayoría de los artistas. De esta manera, intento demostrar que podemos construir una industria sólida y ser protagonistas desde nuestra tierra».

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El granadino, que llenó Los Cármenes dos veces este año, cree que sería bueno «crear más espacios y eventos que permitan a los artistas locales crecer y conectar con la escena nacional e internacional». Y habla de un caso concreto, la fiesta Algarete. «Con ese evento conseguí traer a artistas como Dei V y Bryant Myers, demostrando que Granada puede acoger grandes espectáculos. Además, cada fin de semana, alrededor de 50 personas salen de gira conmigo, lo que genera empleo directo y muestra que la industria musical puede ser una fuente significativa de trabajo en nuestra ciudad».

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La tradición más clásica brilla cada año en Granada con el Festival de Música y Danza y con una amplísima programación que se reparte por la provincia. De la Orquesta Ciudad de Granada o el Coro de Ópera, a nombres con tanto futuro –y presente– como María Dueñas o Norah Wanton, pasando por artistas sin los que sería imposible entender Granada como el tenor José Manuel Zapata. «A la ciudad le falta un punto importantísimo: un espacio escénico que albergue los conciertos. Sería fundamental a la hora de pedir la capitalidad cultural».

Zapata, además, cree que falta el apoyo de la empresa privada. «Muchas veces se ve la cultura como un gasto y es justo al contrario: una inversión con un gran rédito».

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El duende nace en Granada y se pasea cada noche por el Albaicín y el Sacromonte. El flamenco es una de nuestras señas de identidad y, además, vive una etapa dorada (recordemos que, el año que viene, Granada acoge la Bienal de Flamenco): los Morente, Eva Manzano, Juan Habichuela Nieto, Juan Pinilla, Tatiana Garrido, La Moneta, Marina Heredia... la lista es interminable.

En 2023, Patricia Guerrero, Premio Nacional de Danza, fue nombrada directora artística del Ballet Flamenco de Andalucía. «En Granada se puede disfrutar del flamenco casi diariamente en tablaos y peñas. Pero, en general, la ciudad sufre una falta de programación, en concreto falta danza». Guerrero cree es «muy difícil» programar en la ciudad un espectáculo de danza de alta calidad. «Muchas veces se echa la culpa a que la gente no consume. Pero no es cierto, es la pescadilla que se come la cola: no se consume porque no se programa. Si no tiramos de la gente es difícil enganchar a la danza que, hasta que no la vives, no sabes lo que es».

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El teatro de Granada se exporta por todo el mundo. La provincia alberga decenas de compañías que triunfan con obras arriesgadas y valientes. De la reciente ganadora del Max, La Maquiné, a la prodigiosa imaginación de Títeres Etcétera o el circo de Vaivén. Gran culpable del latido dramático de Granada es la formación, con escuelas como Remiendo, de la que cada año sale una nueva hornada de artistas. «Granada es una ciudad con talento propio, natural, y es constante, no es flor de un día». Habla Nines Carrascal, directora de la compañía Histrión Teatro. «Pero, a la vez –continúa–, Granada es tirana con sus creadores. Se les cuida poco para el talento que hay. Granada merece la capitalidad cultural porque tiene el capital cultural, pero hay que protegerlo».

Carrascal afirma que «el creador no es un productor mecánico», que «necesita tiempo, inversión, compromiso y recursos». De ahí que su primera medida en el camino de una nueva industria cultural no sea crear infraestructuras. «Granada tiene de sobra. Hay que invertir en contenidos, programación, comunicación y difusión de esos espacios».

Enrique Fernández Escalona, responsable de producción y gestión de Da.Te Danza, se suma al discurso de Carrascal. «Las compañías de artes escénicas percibimos que funcionamos mejor fuera de Granada». También cree que es «un error pensar que crear cultura es crear espacios». «Faltan políticas culturales, los contenedores ya los tenemos. La inversión no debe ser hacer edificios que luego no podemos mantener. Falta programación». En ese aspecto, Fernández lamenta que «falta público» y el reto está en «hacer proyectos que atraigan a la gente».

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La artesanía granadina es una de las marcas más reconocidas y reconocibles de nuestra cultura. Un emblema al que, tal vez, no prestemos la atención que merece. «La artesanía está vapuleada con impuestos, necesidades y obligaciones. Y estamos en un momento en que la industria cultural está llamada a ser un motor económico de primer nivel. Deberíamos aprovechar lo que tenemos». Chemi Márquez Morales es patrono de la Fundación Fajalauza y uno de los impulsores de un nuevo panorama para la artesanía local.

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El pasado viernes, cinco empresas granadinas se unieron en una exposición en el Centro Albaicín: Hermanos Casares, Miguel Ruiz de Pulianas, Cerámica Albaicín, Cerámica Arrayanes y Fundación Fajalauza. «Cinco empresas trabajando para posicionarnos juntos, generar y estabilizar trabajo y evitar el intrusismo de otras provincias y países que falsifican la marca granadina». Márquez cree que esta unión de la cerámica podría ampliarse al resto de artesanías. «Tenemos todo el material para construir un edificio fantástico, pero falta que en Granada todo se organice y conecte para sacar rendimiento».

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