La libreta del director

Desterrar el lamento

Es lógico que la Costa granadina viva con la sensación de que siempre ha llegado tarde; que las promesas se convierten en leyendas. Pero ahora afronta una década de oportunidades

Quico Chirino

Granada

Sábado, 6 de julio 2024

Arturo Pérez Reverte explica que la memoria de un reportero es un largo álbum de viejas fotos; de imágenes que se funden unas con otras, de recuerdos propios y ajenos. En resumen, una mezcla fantaseada de lo vivido, lo contado y lo que nunca sucedió. ... En mi álbum a ratos desmemoriado rescato la imagen de Antonio Martín, director de El Batracio Amarillo, en aquel verano de 2006; cuando convocó una marcha desde Motril hasta la Subdelegación del Gobierno para reivindicar las autovías de la Costa y solo acudió el convocante. Después, el ministerio colocó unos conos para aliviar el camino. Los mismos que volvieron el pasado fin de semana.

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El problema de que pasen los años y nos parezca antes de ayer es que el presente tiene, a veces, los mismos colores del pasado.

Cuando empecé a ejercer el periodismo en esta ciudad en el año 2003 escribía de una presa de Rules sin tuberías, a la que esta semana acudió el secretario de Estado Hugo Morán para traernos el anuncio bíblico del agua. Se proyectaba un espacio escénico en la capital en el solar que ahora se propone para ampliar la Ciudad de la Justicia que empezará por el Cubo; emblema antaño del poder financiero provincial y desalojado hace una semana. Se hablaba de la estación del tren y las vías soterradas que la consejera Rocío Díaz recordó este lunes a Óscar Puente en el cruce de palabras en Córdoba. O de la ampliación del Parque Tecnológico de la Salud por Ogíjares que se resolvió este martes; dos décadas después.

En Granada se vive muy bien; pero se vive más lento.

El 20 junio –justo esa frontera en la que todavía no hemos perdido la fe en el próximo verano– me invitó el presidente de la Cámara de Comercio de Motril, Julio Rodríguez, para dirigirme a los empresarios reunidos en Villa Astrida, donde Balduino y Fabiola se convertían en hombre y mujer reales; de tierra y de mar. Y acudí convencido para contar que la Costa afronta una década de oportunidades.

Es lógico tener la sensación de que el litoral granadino, casi siempre, ha llegado tarde. Y, a menudo, por motivos atribuibles a terceras personas. En esta ocasión, la culpa sí ha sido de otros. Esto podría conducir a la frustración: por más argumentos incontestables que aportemos, aunque reivindiquemos, nos movilicemos y dejemos al descubierto las vergüenzas –en el caso de que las tengan– de quienes toman las decisiones, aquí los proyectos cuestan más que en otras partes. Las obras tardan más. Las promesas se estiran hasta convertirse en leyendas.

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Tarde se acabó la A-7. El último tramo entre Algeciras y Francia que se inauguró. Tarde llegan las canalizaciones de Rules. No vivió esta Costa en su amplitud la eclosión del turismo de otros puntos del litoral andaluz. También llegó tarde. Y del tren podemos decir que ya lo recogió el catedrático Francisco Montells y Nadal en un librito impreso en 1854.

Por eso, la Costa duele.

«NOS FUSTIGAMOS EN EXCESO»

Me llama Enrique Ceres –al que inexplicablemente mantengo como lector cautivo de estas páginas– y anoto la frase en la libreta: «Somos muy dados al lamento. Es verdad que nos fustigamos en exceso».

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El pasado tenemos que enarbolarlo para denunciar que hay con esta tierra una deuda. No puede ser un mecanismo de defensa que nos conduzca a la inacción y el inmovilismo. Si ellos se olvidan, nosotros no lo olvidamos.

Pero, la Costa puede. Hasta los errores del pasado son ahora un punto fuerte. La falta de desarrollo permite diseñar una estrategia de crecimiento sin repetir los errores de otras provincias.

A modo de titular les dejé una frase aquella noche en Villa Astrida: la Costa Tropical se equivocará si quiere ser la Costa del Sol. La Costa Tropical tiene que ser una marca diferencial y diferenciadora. Un proyecto que esté arropado y acompañado por todas las instituciones; sean del color político que sean y al margen de las lógicas alternancias en los cargos públicos.

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UNA INICIATIVA PARA ESTAR VIVOS

Hablo el jueves en los Premios Agro con Pepe Entrena sobre las infraestructuras de la Costa. Me cuenta que la prioridad es el Corredor Mediterráneo –lo comparto– pero que también va a pelear el tren de Motril y que ningún ministro puede tildar un proyecto de imposible porque no sabe qué decisiones tomará el que venga después.

Defiendo que tiene que existir un compromiso unánime para impulsar el estudio de viabilidad del ferrocarril a Motril. Aunque sepamos que, probablemente, nunca veamos ese tren.

Hay que mantener el proyecto del tren, no por que se haga, sino porque necesitamos una iniciativa que nos mantenga vivos y unidos. Algo que reclamar. Y ese deseo aspiracional, que creo que concita los mayores consensos, es el tren de Motril. No es tan sólo un proyecto, es una seña de identidad, de unión, un argumento. Algo que nos une como sociedad, nos identifica y nos mueve.

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Me cuentan que pronto habrá novedades para reanimar la reivindicación. Y no solo por Motril; sino con la vieja aspiración de conectar Granada y Jaén.

Pero al mismo tiempo que elevamos la voz para que recuerden que mantienen una deuda con la Costa, hay que explorar otras fórmulas para sacar las mercancías desde el puerto y evitar que las compañías se marchen a otras provincias mejor conectadas. Un centro logístico en un punto intermedio entre la capital y el litoral, donde sí llegue un tren y los camiones del puerto.

PENSAR TAMBIÉN A LARGO PLAZO

Mi amigo Paco Álvarez –que tan bien conoce y ha pensado la Costa– me insiste mucho en que se necesita además un proyecto aspiracional nuevo que eleve las posibilidades de esta comarca para trabajar en el medio y largo plazo. Coincido con él en que ese proyecto diferenciador tiene que ir vinculado al puerto y debe estar relacionado con la conexión empresarial con el norte de África. Convertirse en la puerta con Nador. Hacen falta decisiones de Estado que inviertan en la Costa.

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Por eso traemos este domingo otra nueva entrega de #GranadaPuede. Porque la Costa encara un momento clave de su futuro. Hay que pensar a lo grande, sin complejos. Porque esta vez no vamos los últimos. Partimos los primeros.

Y de nosotros depende que las oportunidades no acaben, de nuevo, en lamentos.

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