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GRISELDA ROMERO
Jueves, 26 de agosto 2021, 01:08
Mateo y Brenda dejaron atrás sus países, mudándose de continente, Ainhoa abandonó su querida Valencia y Lucía, pudiendo haber ido a cualquier parte, decidió quedarse. De grados y especialidades diferentes, estas cuatro historias comparten un nexo común: la ciudad que les ha enamorado y donde ... han querido formarse durante los próximos años.
Mateo Vintimilla Izquierdo
Cuando uno apuesta por su plan de vida, por formarse y conseguir sus sueños, sabe que tendrá que hacer algún sacrificio». Así lo cuenta Mateo, un joven de 27 años que dejó su país al otro lado del charco y eligió Granada como destino para su residencia como médico interno en la especialidad de Cirugía Vascular.
El joven ecuatoriano siempre quiso especializarse en el extranjero por lo que, al terminar el grado, voló hasta Barcelona para comenzar a preparar el examen MIR. Sin embargo, no aprobó en su primer intento, y desanimado, tiró la toalla y regresó a Ecuador para trabajar.
Con su sueño truncado, llegó la covid-19 y a Mateo le tocó vivirla desde la Unidad de Cuidados Intensivos de un hospital de su país, donde trabajó durante 8 meses, tiempo en el que tuvo que abandonar su propia casa para no poner en riesgo a los suyos. El joven reconoce que fue en esos momentos tan duros cuando repensó la idea de examinarse de nuevo. Poco después, reanudaba su actividad en una academia de preparación, pero esta vez de forma diferente: online, desde Ecuador y compaginándolo con su trabajo.
«Aposté el todo por el todo y regresé a examinarme», cuenta. Esta vez sí, consiguió su plaza, e incluso una calificación alta que le brindaba diversas opciones. «Elegir donde vas a formarte y comprometerte con tu profesión no es fácil, pero yo lo simplifiqué», explica. Mateo tenía clara la especialidad quirúrgica, y quería un destino con excelencia formativa, recursos académicos y un entorno en el que sentirse bien. «Vi que Granada cumplía con todas mis condiciones, y me la habían recomendado, así que me lancé sin conocerla», admite el joven.
Hoy sabe que no se equivocó. «Desde que llegué me sentí en familia, me acogieron con calidez y hasta me ayudaron a buscar piso». El hospital también le sorprendió por sus instalaciones y modernidad, pero sobre todo, insiste, «por la calidad técnica, y humana de la gente».
Brenda Aissé Coronel González
Conoció al amor de su vida en la ciudad de la Alhambra durante un intercambio en su etapa universitaria, y años más tarde, la mexicana se ha mudado de continente para dar comienzo a su nueva etapa MIR como alergóloga, siendo esta la primera vez que en nuestra provincia reciben a un residente en esta especialidad. «Recibo formación personalizada, me tienen muy consentida», cuenta la joven con humor.
Brenda estudió en Aguascalientes en México, pero desde su estancia en Granada supo que su residencia sería en España. La joven está muy feliz de estar aquí, aunque reconoce que no es fácil dejar atrás a los tuyos y que adaptarse fue duro.
La joven veía (y aún ve) en Granada una gran oportunidad para crecer profesionalmente, así que «se la jugó» y la escogió como primera opción a sabiendas de que había una única plaza. Admite que fueron días de muchos nervios e incertidumbre hasta saber que lo había conseguido.
Para Brenda, nuestra ciudad tiene «todo lo que necesitas», la gente es maravillosa y hay mucho ambiente. A la sanidad tampoco le pone pegas. «Puedo ver un sistema que funciona bien, unos hospitales que también, y la gente está satisfecha con lo que recibe», concluye.
Lucía Pérez Rodríguez
Con todas las oportunidades sobre su mesa, por haber logrado la segunda mejor nota de nuestro país en el examen de Farmacia Interna Residente, la granadina decidió no abandonar su tierra. Las posibilidades que brindan nuestros hospitales para crecer en la investigación y facilitar el camino hacia la tesis doctoral, así como el grado de implicación de los adjuntos en la formación de los residentes, fueron algunas de las cosas que la motivaron a quedarse.
Lucía admite que la elección se le hizo difícil ya que todo el mundo le aconsejaba «volar fuera». Ella tenía claro que no abandonaría el sur, y descartaba las grandes ciudades por «tener hospitales muy grandes, con gran carga de trabajo y ritmos demasiado acelerados» .
Tras meses en los que recabó información y visitó algunos hospitales, se topó con que el más acorde a sus peticiones era precisamente el que tenía más cerca. Y no dudó. Lucía es fiel amante de su ciudad y esta ha sido la ocasión perfecta para quedarse unos años más junto a los suyos, mientras crece en su profesión, ya que cree que al finalizar la residencia, será inevitable el tener que irse fuera.
Hace apenas semanas que Lucía comenzó en una de las especialidades «más movidas» de la pandemia, microbiología. «Hemos llegado en un momento complicado, muchos compañeros están de vacaciones y numerosas muestras de pruebas covid llegan diariamente», explica.
Ainhoa Juan Olivares
En el caso de enfermería, también son muchos los que, como Ainhoa, eligen Granada. La joven de Valencia mostraba interés desde pequeña en la salud sexual y reproductiva de la mujer, quiso estudiar enfermería para ser matrona, y ahora empieza su residencia en esta especialidad como enfermera interna.
La valenciana se graduó a comienzos del verano pasado y, en menos de un año, ha conseguido aprobar el examen EIR, aunque «con mucho sacrificio y teniendo que renunciar a muchas cosas», admite, aunque reconoce que le ha merecido la pena.
Ainhoa siempre quiso irse fuera de su ciudad por lo que la residencia EIR era su gran oportunidad. Eligió Granada como destino por ser una ciudad con «mucho que ofrecer» y que, sin ser muy grande ni muy pequeña, está repleta de cultura, historia, ambiente, etc.
Además, tras una «exhaustiva investigación» sobre los hospitales granadinos, descubrió que el centro en el que hoy trabaja, cumplía con lo que ella buscaba. «Quería un hospital poco intervencionista en los partos, y en general, un sitio con un buen ambiente de trabajo. Mi hospital cumple con ambas», señala, y agrega que los motivos por los que los residentes eligen Granada son que los hospitales son «punteros», los profesionales están actualizados, y la docencia es «maravillosa».
La joven lleva dos meses en nuestra ciudad y, pese al calor de nuestros veranos, está encantadísima y admite que le gustaría quedarse incluso después de la residencia. Sus primeras semanas en el hospital han sido bastante ajetreadas y ha estado «como pollo sin cabeza»; sin embargo, se muestra tremendamente feliz. «He tratado de ser una esponja, intentando aprender mucho y muy rápido. Los comienzos suelen ser duros pero aquí nos lo están poniendo muy fácil», concluye.
En la otra cara de la moneda está la perspectiva de quienes forman. Antonio Jerez Calero lleva siendo tutor de residentes en la especialidad de pediatría durante 12 años, y asegura que los jóvenes dinamizan, dan frescura y aportan ímpetu por aprender. Para él, lo más atractivo de ser tutor es poder apreciar el crecimiento personal y profesional de los residentes, desde que llegan como niños, con miedo a lo desconocido, hasta que terminan como adultos, siendo unos auténticos especialistas.
Tener dos hospitales de referencia, ligados al ámbito universitario y con una trayectoria de más de un siglo en formación, que impulsan a los jóvenes a investigar, publicar, seguir formándose… es el gran motivo por el que, según el pediatra, nuestra ciudad atrae a los residentes. Además, se ofrecen cuidadosos itinerarios que orientan, promueven y planifican su aprendizaje, así como planes individuales de formación que se adaptan a las circunstancias personales y profesionales de cada residente.
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