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No se despejan los nubarrones negros sobre el futuro demográfico de Granada, que continúa en un proceso de invierno demográfico que se traduce en una pérdida de población y el envejecimiento de la ya existente. Es la conclusión que se extrae de los datos ... más recientes de la Estadística de Movimiento Natural de la Población, que edita el Instituto Nacional de Estadística (INE) y cuya última edición consolida las cifras de 2018 y ofrece las del primer semestre del año en curso. Si todo sigue como hasta el cierre de junio, 2019 será el tercer año consecutivo en que el número de defunciones supere al de nacimientos, que se colocaría como el más bajo de la serie histórica del INE, que alcanza hasta 1975. La llegada al mundo de nuevos granadinos es hoy casi la mitad que entonces. Una tendencia que es incluso más acusada en el caso de la capital.
En los primeros seis meses del año, según las cifras provisionales que ofrece el INE, nacieron en la provincia 3.628 personas y fallecieron otras 4.126. Esto supone un crecimiento negativo de la población de 498 individuos, ya que las muertes superaron a los alumbramientos en un 12,1%. Un diferencial prácticamente idéntico al registrado en los datos consolidados de 2018, situado en el 11,7%, y que apunta a una cronificación progresiva del problema. Si el año acaba en una tendencia similar, Granada sumaría ya tres años consecutivos de decrecimiento en este sentido. En 2017, primer año en el que comenzó a sonar la alarma demográfica, la brecha era del 2,6%; desde entonces se elevó hasta el 11,7% el año pasado y podría incluso superar esa cota en 2019.
Esta tendencia se ha ido extendiendo también a otros puntos de Andalucía. En 2017, sólo Córdoba y Jaén 'acompañaban' a Granada como las provincias que mostraban decrecimiento. En la última edición de la estadística, sin embargo, son ya siete de las ocho que componen la comunidad autónoma las que registran un mayor número de defunciones en relación al de nacimientos. Sólo Almería, que sigue experimentando una pequeña primavera demográfica derivada de la migración entrante, ofrece datos positivos, y aun así menores que los constatados en años previos. En términos porcentuales, y atendiendo a los datos de los primeros seis meses del año, la situación es especialmente grave en Jaén y Córdoba, cuyos diferenciales negativos alcanzan el 39% y el 29%, respectivamente, mientras Granada ocupa el tercer lugar tras quedarse en el 12,1%.
Si todo continuase de manera similar hasta el cierre de 2019, la provincia registraría el número de nacimientos más bajo de toda la serie histórica del organismo estadístico nacional, que llega hasta 1975. Con 7.256 alumbramientos en doce meses según la estimación, la cifra supone una caída del 2,5% sobre 2018 y del 9% sobre la de hace dos años. Desde el inicio de los registros oficiales, el número de granadinos llegados al mundo ha caído prácticamente hasta la mitad; en concreto, el 46,8%. Mientras tanto, los fallecimientos repuntaron un 35,4%.
Esta misma tendencia de asentamiento de un invierno demográfico se vive también en la capital granadina. De hecho, según los datos del INE, en la ciudad serían ya siete los años consecutivos de crecimiento natural negativo de la población. En los primeros seis meses del año nacieron 907 personas y fallecieron otras 1.199. Esto supone un diferencial negativo del 24,4%, prácticamente el doble del registrado en el conjunto de la provincia, donde la cota fue del 12,1%.
La situación en la capital nazarí se ve además agravada por el efecto secundario del 'éxodo' a pequeña escala que tuvo lugar durante la época de la burbuja inmobiliaria en dirección sobre todo a los municipios de la corona metropolitana, que provocó que un número importante de jóvenes con intención de formar una familia se marcharan de la ciudad, acrecentando la dimensión del fenómeno. Por esta razón, entre otras, mientras que en la provincia son tres los años seguidos de decrecimiento demográfico, en el caso de la capital son ya siete. Ocurrió por primera vez en 2013, inmersos aún en plena crisis económica, cuando los nacimientos fueron 22 menos que las defunciones. La brecha alcanzó su cota más alta en 2018, según los datos consolidados del INE, cuando alcanzó las 608 personas (1.877 alumbramientos frente a 2.485 muertes).
También hay en los datos de evolución señales de que la tendencia es más preocupante en la capital que en el conjunto de la provincia. Aquí la serie histórica para poder establecer comparaciones es más reducida, pero es posible hacerlo en la horquilla de las dos últimas décadas. Con respecto a 1999, en la ciudad la cifra de nacimientos ha descendido en un 26,5%, cerca del doble que lo registrado en toda Granada, donde el porcentaje es del 15,2%.
Más allá de la despoblación, contra la que instituciones desde europeas hasta provinciales tratan de luchar, hay otro factor que cobra fuerza en el análisis. Conforme se incrementa el acceso a servicios como la sanidad pública, las estadísticas muestran un decrecimiento del número de hijos por mujer y desplome de la natalidad. Este proceso, que se inició en España en la década de los sesenta y tocó techo en los años previos a la llegada de la crisis económica de 2008, también influye en sociedades cada vez más envejecidas y con una población que se estabiliza.
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