El comité de dirección de Renfe nombró el pasado martes al santaferino Sergio Bueno nuevo director general de la compañía; un cargo adjunto al propio presidente, Raúl Blanco. Cuando los granadinos sufran un retraso en el AVE o hagan doble parada en Antequera para ir ... a Madrid ya tendrán a quien invocar en arameo. Por contra, si el 'bueno' de Sergio logra mejorar las frecuencias que se perdieron con la pandemia alcanzará mayor fama que los piononos.
Se ocupará el exalcalde de Santa Fe de los asuntos de Presidencia, Estrategia y Relaciones Institucionales, además de hacer seguimiento de los temas jurídicos y respuestas parlamentarias. No podrá excusar sobre algún tema que no vaya con él. Como decía Felipe González, percibes la responsabilidad cuando ya no tienes a quien pasar el teléfono ante un problema.
«Esto nos sitúa [a los granadinos] en el máximo nivel en la compañía y espero que sea una oportunidad para avanzar en los proyectos que tiene nuestra provincia», asume el reto Sergio Bueno; acostumbrado a retomar la senda tras descarrilar –o que lo descarrilen–.
Hace tan solo cinco años, su carrera política estaba en vía muerta. Su caso es la prueba de que se puede sobrevivir a los juicios paralelos, a los enemigos propios y a los ajenos. Y, además, mantener una relación incluso cordial con la mayoría de sus 'ajusticiadores'.
ENREDOS Y ENVIDIAS
Sergio Bueno irrumpió en primera línea de la política provincial a finales de 2002, cuando disputó las primarias de Santa Fe al entonces presidente de Diputación, José Rodríguez Tabasco, y las ganó por seis votos.
Aquel sector del PSOE granadino –joven y pujante– se colocó en posiciones influyentes en la Diputación y en el partido y –como sucede en estos casos– también empezó a suscitar algunos recelos. A partir de 2007 el resultado electoral estuvo más apretado; tanto, que en 2011 se produjo un empate a concejales entre PSOE y PP. Y también como ocurre en estos casos, empezaron a aflorar supuestos líos y enredos que el poder había silenciado. Todo redondeado por una edil tránsfuga del PSOE que maniobró con la oposición para bajarle el sueldo al alcalde.
Su caso es la prueba de que se puede sobrevivir a los juicios paralelos, a los enemigos propios y a los ajenos
Sergio Bueno dejó el bastón de mando en junio de 2014, asediado por presuntos escándalos que se fueron desinflando hasta quedar en nada. En una década tuvo que afrontar once procedimientos, de los que escapó con tres sentencias absolutorias y ocho archivos en diligencias previas. El resto de denuncias ni siquiera llegaron a materializarse. En 2019 se cerraron todos los asuntos que tenía en los juzgados y su partido en Granada –en un exceso de generosidad– lo redimió con un puesto testimonial como número cinco en la lista al Congreso.
Pero a partir de aquí viró su suerte. José Antonio Montilla –actual subdelegado del Gobierno– repitió en aquella legislatura como secretario de Estado de Relaciones con las Cortes y su jefe de gabinete –el también granadino Juanma Aneas– decidió emprender otro rumbo fuera de Madrid. Sergio conocía a José Antonio, que le había dirigido en un máster de Derecho cuando dejó el Ayuntamiento de Santa Fe. En aquellos cursos estaban socialistas de prestigio como el catedrático Gregorio Cámara o el profesor Baldomero Oliver. Sergio Bueno se incorporó como jefe de gabinete de Montilla, un puesto con desempeño en el complejo de Moncloa, y allí permaneció durante año y medio, hasta la crisis de Gobierno que provocó la marcha de Carmen Calvo y, con ella, también la de José Antonio Montilla.
CARIÑO EN EL PSC
A Sergio Bueno lo rescató el PSC. Es una forma de contarlo. Se abrió una ventana en Renfe, donde Raúl Blanco –con trayectoria en el Ayuntamiento de L'Hospitalet de Llobregat– quería imprimir un giro generacional. Sergio se presentó a un concurso y logró plaza como gerente del área de Relaciones Institucionales. Por allí estaba –y sigue– otra granadina, la exconcejala de la capital María del Mar Román, que ha sido jefa de gabinete de los exministros José Antonio Montilla o Miquel Iceta.
Ahora, Sergio Bueno ha pasado a ocupar un puesto de confianza. «Quiero ocuparme de Granada», declara alguien que –en la práctica– es de los mayores exponentes institucionales de esta provincia en Madrid.
Uno de sus primeros mensajes fue al presidente de Cepyme, Gerardo Cuerva. Toca hacer lobby –eso que han hecho en Málaga– en ambas direcciones. Sergio Bueno sabe que, en su puesto, se reciben muchas «presione territoriales».
Quien no llora, no tiene tren.