La idea de marchar venía de lejos. «Aún estaba en la escuela de arquitectura cuando lo pensé. Me di cuenta que era imprescindible para mi formación como profesional el irme fuera de España y aprender otros puntos de vista, otras maneras de construir y de experimentar la arquitectura». Encarnación lo tenía claro. Y fue a parar a «una pequeña oficina de arquitectura en Dun Laoghaire, un pueblecito costero lleno de encanto al sur de Dublin«.
Esta granadina confiesa estar encantada con su trabajo. «Lo que más me gusta de este tipo de oficinas es que estás envuelta en cada uno de los proyectos desde el principio hasta el final, en todas sus etapas, por lo que tienes una visión más completa de todo el proceso».
«Me di cuenta que era imprescindible para mi formación como profesional el irme fuera de España y aprender otros puntos de vista, otras maneras de construir y de experimentar la arquitectura»
Jornada a jornada, experimenta una satisfacción profesional que no es fácil de encontrar. «Cada día que me levanto supone un nuevo desafío», expresa. Valga como muestra el idioma. «He estado estudiando inglés desde pequeña, pero es muy diferente cuando tienes que expresarte en un entorno laboral, fuera de las aulas. En una profesión como la de arquitecto llena de vocabulario técnico y bastante complejo», revela.
Diferencias con España
Encarnación ha asumido que «la formación del arquitecto así como el ejercicio de la profesión son diferentes en España, así que tienes que aprender desde la normativa de edificación del país hasta la forma de expresar una idea, es como empezar de cero en determinadas situaciones«. Motivación para aprender no le sobra. Al contrario. »Salir de la llamada zona de confort, sentirse incómoda, ponerte a prueba cada día… es lo que te hace crecer y ver de lo que eres capaz«.
«He conocido a gente que ha cambiado de oficina de un mes para el otro simplemente porque no le gustaba el ambiente o los proyectos en los que estaba trabajando»
En la tierra del trébol nuestra paisana ha encontrado un acomodo ideal, y así nos lo cuenta. «Este es un país que desde los años 90 ha tenido un grandísimo crecimiento económico, y aunque esto se ha visto frenado por la crisis financiera de 2008, así como la crisis económica mundial, a día de hoy sigue habiendo muchas oportunidades laborales en todos los sectores, así como facilidad para cambiar de trabajo. Aquí no es un drama quedarte sin trabajo, he conocido a gente que ha cambiado de oficina de un mes para el otro simplemente porque no le gustaba el ambiente o los proyectos en los que estaba trabajando«.
«Los irlandeses no son muy diferentes a los andaluces, la alegría, el buen humor y la cercanía que tienen te hacen sentir como en casa»
Las comparaciones con la tierra más cercana pueden resultar sorprendentes. «Los irlandeses no son muy diferentes a los andaluces, la alegría, el buen humor y la cercanía que tienen te hacen sentir como en casa. Es gracioso como hasta ellos se quejan de la lluvia o del viento como si no fuera lo común en la isla». Eso sí, por muchas similitudes que se encuentre en el camino, hay algo que no viaja en la mochila. «Es nuestro clima y nuestra luz lo que lo permite la vida en la calle, las plazas y los bares». La vuelta a casa, sin embargo, parece lejana, ya que su principal, motivación «es seguir explorando y aprendiendo, conocer otros países y otras culturas».
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