Cuando cabó la carrera, Elisa y su ya marido cruzaron el Canal de la Mancha. Era junio de 2009. Aprovechando que ella acababa de recibir una beca del Ministerio para maestros y que él se encargaría de encontrar un empleo, desembarcaron en la ciudad del Támesis «para pasar un verano diferente». ¿Seguro que solo eso? «Puede que no. Dentro de mi sabía que me iba para una larga temporada». Pero, ¿tanto? «Para nada. Nunca me hubiera imaginado permanecer aquí durante todo ese tiempo».
Elisa y su marido desembarcaron en la ciudad del Támesis «para pasar un verano diferente, pero dentro de mi, sin embargo, sabía que me iba para una larga temporada»
Ya instalados, los inicios laborales fueron un tanto dispares, como les sucede a muchos de los que emigran a Inglaterra con un futuro incierto al que no poder echar mano. «Al principio trabajé en varias cafeterías mientras que lo compaginaba con diversos estudios. Luego como azafata en el primer teleférico urbano de Londres que abrieron para las Olimpiadas de 2012».
«Al principio trabajé en varias cafeterías mientras que lo compaginaba con diversos estudios. Luego como azafata en el primer teleférico urbano de Londres que abrieron para las Olimpiadas de 2012»
Su gran oportunidad apareció en 2013. «Afortunadamente desde entonces trabajo como maestra de Primaria en un colegio público, al que tengo la suerte de ir andando desde casa». Y es que sí, Elisa ya ha comprado una vivienda «a las afueras de Londres, lejos del barullo del gran centro de la ciudad». Ello le permite el «lujo» de poder hacer su día a día caminando, «algo de lo que aquí poca gente puede presumir».
La zona en la que vive le permite el «lujo» de poder hacer su día a día caminando, «algo de lo que aquí poca gente puede presumir»
Elisa confiesa que su empleo «le encanta», más aún por el hecho de «no tener que haber aprobado inas dolorosas y desesperantes oposiciones», que, como ella misma admite, le habrían llevado a pasar unos años de aquí para allá, sin poder disfrutar de una estabilidad«.
«Las expectativas de trabajo, y el miedo a empezar de cero nos impide lanzarnos a dejarlo todo y volver»
Reconoce que de Granada echo de menos «muchas cosas», principalmente «familia y amigas, auque también su clima, su gente y su gastronomía. No obstante, aunque le gustaría volver a España, ya que a su marido le «vuelve loco España», puntualiza que «las expectativas de trabajo, y el miedo a empezar de cero nos impide lanzarnos a dejarlo todo y volver». En este punto, incide en que «si bien las cosas en España han mejorado laboralmente hablando, todavía es muy difícil encontrar un trabajo en condiciones y bien remunerado».
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