Los grandes trenes pasan de Granada (y los que llegan van muy despacio)
Miguel Ríos
Martes, 13 de diciembre 2022, 00:36
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Miguel Ríos
Martes, 13 de diciembre 2022, 00:36
El peso político de Granada en la cúspide del poder ejecutivo nacional ha sido nulo en toda la andadura democrática después de la dictadura. De la extensa nómina de políticos locales de todo signo, ni uno solo ha llegado a ministro en el Gobierno de ... España. Así que para defender los proyectos a los que podía exigir acceder nuestra tierra nos hemos encontrado huérfanos de padrinos. Quizá por eso se nos escapan de las manos proyectos para los que objetivamente estamos muy bien preparados. Por no tener el aval de nadie con verdadero peso político, no hemos conseguido romper una lanza en favor de una provincia que lleva algún siglo que otro en el furgón de cola en muchos de los indicadores con los que se mide el bienestar social y el justo reparto de la riqueza.
El último y mayúsculo chasco ha sido la designación de La Coruña para acoger la agencia de inteligencia artificial. Para una vez que se han movido en la ciudad voluntades irreconciliables y se ha logrado el consenso político que tantas veces nos ha faltado, la decepción nos ha salido al paso. Ahora que contamos con un proyecto avalado por la Universidad de Granada, una de las más prestigiosas en la materia en Europa, y nos respalda un tejido empresarial formado por entidades punteras en el mundo de la computación a nivel planetario, se nos ha dicho, por boca de mandamases, que no. Nos han dado un portazo, sí señor, aunque todos los indicadores de idoneidad para conseguir la agencia nos eran propicios. Por cierto, uno de esos indicadores era nuestro flagrante desequilibrio per capita respecto a las otras ciudades en liza. Éramos, en efecto, los más pobreticos, o sea, los más idóneos para el fin del concurso: llevar recursos y herramientas de progreso a las zonas menos favorecidas. Pero nos hemos despertado del sueño de un proyecto de verano en una ciudad donde es muy crudo el invierno.
Supongo que este bajonazo colectivo, tan frustrante para la ciudad, nos hará tomar nota y nos alertará para defender los proyectos de Granada porque estamos huérfanos de lobby político. Necesitamos crear un corpus que pueda influir en los partidos y en la opinión pública —y en la publicada— sobre la necesidad de anteponer la ciudad a las siglas, como afirma el alcalde, Paco Cuenca, sin que suponga una traición al partido que los sustenta. Sobre todo, cuando es urgente consolidar el porvenir de una provincia históricamente aislada ahora que se ha conseguido crear cultura y herramientas de conocimiento como para intentar la búsqueda de un camino propio y sostenible que la saque de la servidumbre de ser una maravillosa ciudad de atracción solo de fin de semana. Granada ha sido, es y será una ciudad de acogida para la gente que busca cultura, belleza y patrimonio histórico, pero queremos ser conocidos más por la innovación y el desarrollo que por nuestras generosas tapas.
Ese lobby político del que hablo, y con el que cuentan otras ciudades, es posible que haya influido en la designación de La Coruña para albergar la agencia de inteligencia artificial.
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